La falaz contrici¨®n del Madoff catal¨¢n
Cat¨®lico de pro y otrora prohombre del catalanismo, F¨¨lix Millet ha apelado a la piedad de sus correligionarios al expresar su "arrepentimiento" y, "desde la penitencia m¨¢s profunda", pedir disculpas por el da?o causado durante su largo mandarinato al frente del Palau de la M¨²sica. Pero el poder expiatorio de la contrici¨®n no es patrimonio exclusivo del cristianismo, pues tambi¨¦n el financiero estadounidense Bernard Madoff, de fe jud¨ªa, se confes¨® "profundamente arrepentido y avergonzado" por haber cometido un fraude estimado en m¨¢s de 50.000 millones de d¨®lares. Lo que, por cierto, no debi¨® de conmover al tribunal, que como autor de la mayor estafa piramidal de la historia le encerr¨® en la c¨¢rcel de por vida.
Al inculparse del fraude ya destapado, Millet trata de evitar que aflore el resto. De la diligencia del juez depende que lo logre
Tanto la confesi¨®n parcial de Millet como los persistentes intentos de su abogado, Pau Molins, de negociar con los nuevos gestores del Palau una salida airosa para su representado van encaminados en una misma direcci¨®n: no s¨®lo evitar su ingreso en prisi¨®n, sino acotar la investigaci¨®n a las irregularidades hasta ahora destapadas y cubrir bajo un manto de silencio sus pr¨¢cticas de las ¨²ltimas tres d¨¦cadas. Hasta ahora, los auditores s¨®lo han podido documentar los abultados emolumentos que se asignaron Millet, Jordi Montull y familia, obras y viajes privados sufragados por la fundaci¨®n y sospechosas operaciones inmobiliarias, am¨¦n de las facturas falsas ya investigadas por la fiscal¨ªa. Por tanto, y pese a la actitud acr¨ªtica de quienes ponen m¨¢s empe?o en divulgar su falaz declaraci¨®n de arrepentimiento que sus fechor¨ªas, Millet y Montull s¨®lo han reconocido la m¨ªnima parte de la estafa que ya hab¨ªa salido a la luz, por un importe de 3,3 millones de euros. Cuando la auditor¨ªa, que se remontar¨¢ hasta 1989 porque m¨¢s all¨¢ las responsabilidades penales habr¨ªan prescrito, ya ha detectado, s¨®lo en los ejercicios m¨¢s recientes, un fraude superior a los 10 millones. La diferencia, incluidos los fondos ocultos en una cuenta en Suiza, sigue a disposici¨®n de los estafadores, que con su confesi¨®n renuncian al tratamiento de "presuntos".
Que ambos pudieran emplear recursos procedentes del Palau para articular su defensa, o que sigan en condiciones de ponerlos a buen recaudo constituye un desprop¨®sito a estas alturas de la investigaci¨®n. Transcurridos casi dos meses desde que autoriz¨® la entrada de los Mossos en la emblem¨¢tica sede modernista del Palau, el instructor de la causa, Juli Solaz, sigue desoyendo las demandas de la fiscal¨ªa para que adopte medidas cautelares contra los querellados, a los que no ha imputado ni siquiera despu¨¦s de que reconocieran los hechos. Tras un sin duda merecido descanso vacacional, que se tom¨® s¨®lo una semana despu¨¦s del registro del Palau, cabe esperar que el juez haya recobrado las fuerzas necesarias para empezar a tomar cartas en el asunto, sin por ello dejar de hacer honor a su apellido.
Tambi¨¦n llama poderosamente la atenci¨®n el ominoso silencio que han guardado hasta la fecha las tres administraciones que tan generosamente han subvencionado todas las obras del Palau y su actividad ordinaria, adem¨¢s de facilitar mediante recalificaciones de suelo urbano operaciones tan oscuras y contestadas como la del proyectado hotel de la calle de Sant Pere m¨¦s Alt. S¨®lo el consejero Joan Manel Tresseras, a la vista del esc¨¢ndalo, ha sugerido que tal vez se debieran revisar los mecanismos de control p¨²blico de la entidad. Aparte de personarse, en cuanto miembros de la junta, en la causa contra Millet, Generalitat -tanto en la etapa de CiU como en la actual-, Ayuntamiento y Gobierno deber¨ªan explicar si ejerc¨ªan alguna supervisi¨®n sobre el destino del dinero de los contribuyentes que pusieron en manos de Millet. Empezando, si se quiere, por los dos millones que le brind¨® en 2008 el Ministerio de Cultura para la en¨¦sima rehabilitaci¨®n del edificio.
Porque para los otros damnificados, los patronos privados que depositaron parte de sus fortunas y toda su confianza en Millet sin jam¨¢s pedirle cuentas, s¨®lo cabe la compasi¨®n. Tiempo tendr¨¢n de hacer examen de conciencia, pues, en su caso, en el pecado s¨ª est¨¢ la penitencia.
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