El ali?o del garbanzo

Hace a?os que presum¨ªa de ser una de las mejores barras de la ciudad, y su jam¨®n, y su queso, y su lomo de cerdo ib¨¦rico brillaban en la barra acompa?ando a esos aperitivos que parecen inmortales y con los que se solidariza la mayor parte de la poblaci¨®n, l¨¦ase la ensaladilla llamada Rusa, la sepia con mayonesa o las anchoas y boquerones que cabalgan y se comen juntos, uniendo la sal y el aceite que acompa?a a la primera con la frescura y el vinagre que hacen al segundo indispensable en la memoria gustativa de las peque?as festividades.

Ahora, despu¨¦s de las oportunas ampliaciones y reformas, y de consolidar su cocina, forma parte del peque?o grupo de restaurantes favorecidos d¨ªa a d¨ªa con el favor del p¨²blico, que se inclina en consumir una comida cl¨¢sica inspirada en los criterios de calidad de las primeras materias que ya lo hicieron famoso en su etapa inicial.

Servicio impecable y profesional -con larga experiencia en el mismo local, lo cual en estos tiempos nos sorprende-, que libera de espinas un lenguado con la misma facilidad que trincha un ave, previamente cocinada con los mismos modos y criterios que se?alamos para los profesionales de la sala.

En nuestras ¨²ltimas visitas, mariscos y pescados de forma primordial, y siempre alg¨²n plato de cuchara -opci¨®n que de nuevo gana adeptos en nuestras costumbres gastron¨®micas- en especial con arroz, para el que tienen amplia provisi¨®n de recetas, u otros con car¨¢cter invernal, como los otrora denostados garbanzos, que ahora pueden pasar por ambros¨ªa cuando se los fusiona y ali?a con las viandas necesarias, en especial con un sabroso chorizo de las tierras de Le¨®n.