Chema Madoz, especialista del enga?o
Una monograf¨ªa recorre la trayectoria del fot¨®grafo desde sus inicios
Chema Madoz (Madrid, 1958) es un especialista en el enga?o. En sus fotograf¨ªas, una casta?uela abierta puede ser una ostra; el agua que se derrama de un vaso tumbado, un hilo que se precipita por el borde de una mesa; una copa de c¨®ctel, un pubis femenino; un collar de perlas, una horca... y as¨ª hasta los l¨ªmites de la imaginaci¨®n. Los objetos irrumpieron en el estudio del fot¨®grafo madrile?o hace m¨¢s de veinte a?os y desde entonces no han salido. Tambi¨¦n hay personas. O m¨¢s bien parece que las hay porque en las im¨¢genes de Madoz no hay ninguna emoci¨®n humana: un cogote, un brazo o unas piernas se convierten en simples cosas ante su c¨¢mara.
"?Qu¨¦ es lo que me empuj¨® hacia el objeto? Empec¨¦ en los noventa buscando un tipo de imagen con el que me identificase y desde entonces siempre ha habido un hilo conductor", explica como presentaci¨®n de la monograf¨ªa de su carrera que inaugura la colecci¨®n Obras Maestras, editada por La F¨¢brica. El pr¨®ximo volumen, que ver¨¢ la luz en abril de 2010, estar¨¢ dedicado a Francesc Catal¨¤-Roca.
Tambi¨¦n hay una raz¨®n para que sus fotograf¨ªas sean en blanco y negro. Primero hubo motivos "prosaicos", como el hecho de que era m¨¢s f¨¢cil para trabajar en el laboratorio que el color. Pero luego fue su propio trabajo el que le sigui¨® pidiendo transitar entre los grises: "Con el color siempre puedes datar una imagen, pero el blanco y negro es m¨¢s intemporal. Adem¨¢s, es una reelaboraci¨®n de la realidad. Al carecer de color, las im¨¢genes pertenecen a un territorio distinto que tiene que ver m¨¢s con lo imaginario". El resultado es esa clase de fotograf¨ªa sorprendente marca de la casa. El ojo sobresaltado, los segundos de alucinada observaci¨®n y, por fin, la conclusi¨®n de que nada es lo que parece y nada parece lo que es.
Pese a que su obra es tremendamente fiel a s¨ª misma, Madoz considera que ha evolucionado con los a?os. Desde sus primeros tanteos en los ochenta, el salto, afirma, es muy evidente. "Al principio el objeto estaba ah¨ª y el trabajo era puramente fotogr¨¢fico. Pero con el paso del tiempo empec¨¦ a fabricar objetos y las im¨¢genes adoptan un car¨¢cter m¨¢s escult¨®rico, la instalaci¨®n empieza a formar parte de la obra. El registro es siempre fotogr¨¢fico, pero me parece que se va complicando". La revoluci¨®n digital no le preocupa. Ha utilizado la nueva tecnolog¨ªa en contadas ocasiones porque siempre le ha parecido "poco interesante" manipular los objetos digitalmente. Aunque le interesan las posibilidades que ofrece para seguir experimentando y no la rechaza porque permite un tipo de manipulaci¨®n que no se puede hacer de otro modo: "Es una cuesti¨®n de gustos y preferencias". ?l sigue utilizando pel¨ªcula porque ofrece una calidad muy particular: "No se puede comparar. Estamos hablando de matices que se quedan en el camino, como ocurre con muchas otras tecnolog¨ªas, como la m¨²sica".
Pero lamenta que el auge de la fotograf¨ªa digital suponga la muerte de la anal¨®gica porque deber¨ªan coexistir: "Hay mercado para la pel¨ªcula, pero al final es una decisi¨®n empresarial".
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