Elogio de un profesor
Nunca, nadie, le llam¨® D. V¨ªctor. Jam¨¢s encontr¨® tiempo para hacer su tesis doctoral, aunque podr¨ªa haber redactado quince, una tras otra. Sus publicaciones no est¨¢n en el Journal Citation Index. No pudo ser, en consecuencia, catedr¨¢tico en su Universidad, a la que tanto aport¨® con su esfuerzo y dedicaci¨®n. Fue diputado en las Cortes Valencianas algunos a?os (oficio que compatibiliz¨® con la docencia). All¨ª, todos lo recuerdan; era el que revisaba los informes, analizaba los presupuestos, redactaba las propuestas y hac¨ªa las preguntas. O sea, el que trabajaba. Sin embargo, nunca fue candidato a nada, ni entr¨® jam¨¢s en la lucha por los cargos o las prebendas pol¨ªticas.
En la Facultad de Econom¨ªa todo el mundo le estima, y, lo que es mucho m¨¢s importante, le respeta. Especialmente sus alumnos, a quienes dedic¨® la mayor parte de su vida acad¨¦mica (y me temo que tambi¨¦n de la familiar). Un m¨¦rito que, sin embargo, no suele ser muy valorado en la universidad actual. En un pa¨ªs m¨ªnimamente ilustrado, el profesor V¨ªctor Fuentes Pr¨®sper, que es de quien hablo, ser¨ªa un profesional cotizado y reconocido. Cualquier instituci¨®n financiera, nacional o internacional, estar¨ªa encantada de tenerlo como presidente, y a buen seguro que no les defraudar¨ªa. El problema es que, para nuestra desgracia, ¨¦ste no es precisamente un pa¨ªs ilustrado.
Jam¨¢s puso excusas ni obst¨¢culos cuando se le solicitaba alguna informaci¨®n imposible de obtener o se le ped¨ªa alg¨²n documento "incunable" que almacenaba en el fondo de las monta?as de papeles que a¨²n hoy colmatan su despacho. Nunca se quej¨® de exceso de trabajo, ni pregunt¨® jam¨¢s si aqu¨¦l estaba, o no, remunerado. Y por supuesto, nunca esper¨® recibir muestras de agradecimiento (lo que, por cierto, solo en contadas ocasiones obtuvo de manera expl¨ªcita)
Resumiendo, un profesor de primer nivel, un magn¨ªfico colega, y un pol¨ªtico, cuando lo fue, de honestidad intachable y credibilidad indiscutible. No quedan muchos as¨ª.
Pero ahora, la mala noticia para sus alumnos, y para todos nosotros, es que V¨ªctor nos deja. Y lo que es a¨²n peor, su despacho ser¨¢ ocupado por alg¨²n joven inquieto, mucho m¨¢s experimentado en las nuevas tecnolog¨ªas y totalmente dispuesto a seguir la carrera acad¨¦mica de acuerdo con los c¨¢nones establecidos. En unas pocas semanas su mesa volver¨¢ a estar limpia, y todos deberemos acostumbrarnos a solucionar nuestros problemas por nosotros mismos. O sea, una verdadera cat¨¢strofe.
La buena noticia, sin embargo, es que esto que escribo no es una necrol¨®gica, como suele ser costumbre en Espa?a, sino una sencilla laudatio de quien, como yo, a¨²n alberga la vana esperanza de que esto no sea m¨¢s que una broma pasajera del propio V¨ªctor.
A¨²n as¨ª, el pr¨®ximo jueves sus compa?eros de departamento, profesores y personal administrativo, le haremos un modesto homenaje, por si acaso. En nombre de todos ellos ?Hasta siempre, profesor!
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