El Gobierno, entre Escila y Caribdis
El presidente Zapatero ratific¨® el pasado s¨¢bado ante el Comit¨¦ Federal del PSOE -en su condici¨®n de secretario general de los socialistas- la decisi¨®n gubernamental de elevar la presi¨®n fiscal en torno al 1,5% del PIB, previamente anunciada durante el debate celebrado el 9 de septiembre sobre la evoluci¨®n y las perspectivas de la situaci¨®n econ¨®mica y el empleo. La p¨¦sima costumbre de sustituir las sesiones del Parlamento por las reuniones de los partidos como ¨¢mbitos noticiosos alcanz¨® tambi¨¦n al aplazamiento durante un a?o del cobro de los 1.500 millones adeudados por los ayuntamientos. Hasta la aprobaci¨®n por el Gobierno esta semana de los Presupuestos Generales de 2010 y su posterior negociaci¨®n con los grupos parlamentarios aliados, no se podr¨¢ conocer la nueva estructura de los ingresos del Estado. Zapatero mantiene el suspense hitchcockiano creado por los contradictorios globos sonda lanzados desde medios oficiales: s¨®lo ha avanzado el scoop de que "algunos ajustes fiscales ser¨¢n al alza y otros a la baja".
La alternativa a la subida de impuestos anunciada por el Ejecutivo ser¨ªa una elevaci¨®n del d¨¦ficit
El objetivo b¨¢sico de ese incremento recaudatorio de 15.000 millones ser¨ªa garantizar la cobertura de los gastos sociales -disparados por los dos a?os largos de crisis econ¨®mica- sin necesidad de incrementar todav¨ªa m¨¢s un d¨¦ficit presupuestario que rondar¨¢ al final de este ejercicio el inquietante porcentaje del 10%. De tomarse al pie de la letra las palabras pronunciadas por el presidente Zapatero en el debate parlamentario, la pol¨ªtica impositiva tiene una vertiente instrumental en cada fase del ciclo, "adem¨¢s de un postulado que responde a cuestiones ideol¨®gicas". As¨ª pues, la conveniencia de bajar o de subir la presi¨®n fiscal depende s¨®lo de la coyuntura: "No me aproximo al tema de los impuestos con una actitud dogm¨¢tica en ning¨²n sentido". Situados igualmente en esa perspectiva instrumental, no faltan destacados expertos -ajenos a la CEOE- en desacuerdo con cualquier elevaci¨®n fiscal previa a la consolidaci¨®n de la fase ascendente del ciclo. A juicio de esos economistas, que trabajan para el Gobierno o se muestran muy pr¨®ximos a sus planteamientos pol¨ªticos, se deber¨ªa aplazar la subida de impuestos -a la larga necesaria- hasta que la tarta aumente de tama?o y recurrir entre tanto a un aumento del d¨¦ficit. Aun discrepando de la afirmaci¨®n de Zapatero sobre el car¨¢cter exclusivamente t¨¦cnico de la decisi¨®n, el Gobierno y el PSOE parecen resueltos a justificar el alza impositiva no tanto por razones instrumentales como por criterios valorativos de equidad que enfrentar¨ªan las posiciones socialdem¨®cratas con las conservadoras.
La dificultad de elegir entre dos males -en esta ocasi¨®n subir los impuestos o elevar el d¨¦ficit- tiene una larga tradici¨®n: el astuto Ulises sufri¨® esa prueba tras eludir los embrujos de las sirenas en su viaje de regreso a ?taca. A fin de no naufragar en las embravecidas aguas del estrecho de Mesina, el ingenioso aqueo prefiri¨® bordear la roca habitada por la monstruosa Escila, que devor¨® a seis tripulantes de su nave, antes que orillar el pe?asco de la a¨²n m¨¢s terrible Caribdis. Las amenazas para el Gobierno son la subida de impuestos, con un inevitable coste electoral y eventuales efectos perversos para el empleo, y el aumento del d¨¦ficit, situado ya en porcentajes peligrosos para la Uni¨®n Europea.
Zapatero ha tenido que aprender a costa de su imagen que el rosado optimismo no es una gu¨ªa mejor para la toma de decisiones que el negro pesimismo: la incertidumbre propia de la econom¨ªa exige conocimientos, prudencia y modestia. Durante el debate en el Congreso, confes¨® con reticencia sarc¨¢stica ("reconozco mi error: algunos de los que suben a esta tribuna nunca se equivocan") que hab¨ªa infravalorado la gravedad de la crisis. Ironizando a costa de quienes mantienen oculta "una receta guardada en la caja fuerte" para resolver la crisis del sistema financiero internacional, el presidente del Gobierno parece haberse percatado de que el futuro se halla tejido con hilos imprevisibles. Si nadie puede hoy "afirmar con rotundidad" cu¨¢ndo se producir¨¢ la recuperaci¨®n del crecimiento econ¨®mico estable, carece de sentido -recalca- exigir del Ejecutivo "un juego de vaticinios": sabia lecci¨®n cuyas ense?anzas deber¨ªa seguir de ahora en adelante el propio Zapatero para no basar sus decisiones sobre expectativas falsas.
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