Urge mediar en Honduras

La inesperada reaparici¨®n en Tegucigalpa del depuesto presidente de Honduras, tras casi tres meses de exilio, ha sacado bruscamente de su adormecimiento la crisis pol¨ªtica del pa¨ªs centroamericano. En su capital, de nuevo bajo toque de queda, se reproduc¨ªan ayer los enfrentamientos entre la polic¨ªa y los simpatizantes de Manuel Zelaya, refugiado en la Embajada de Brasil. Lula ha apelado al entendimiento urgente entre hondure?os y justificado en los usos democr¨¢ticos de Brasil -que reafirma con este protagonismo lejos de sus fronteras su vocaci¨®n de poder regional- el asilo temporal al presidente expulsado. Zelaya, sin embargo, deber¨ªa saber que una legaci¨®n diplom¨¢tica no es lugar adecuado para llamar a la insurrecci¨®n.

Nada hay m¨¢s importante ahora en Honduras que evitar el derramamiento de sangre. Pese a las sanciones econ¨®micas impuestas por Estados Unidos y la Uni¨®n Europea y el aislamiento diplom¨¢tico de la Organizaci¨®n de Estados Americanos, el presidente de hecho de Honduras, Roberto Micheletti, instalado por el Congreso de su pa¨ªs, ha rechazado repetidamente un acuerdo. El desaf¨ªo no s¨®lo cuesta a la empobrecida y desarticulada Honduras millones en ayuda internacional. Micheletti cre¨ªa ir ganando la batalla del olvido y apostaba por un descenso de la presi¨®n exterior tras la elecci¨®n presidencial prevista en noviembre. La presencia de Zelaya en Tegucigalpa altera esos planes y multiplica el peligro de que el conflicto de poderes en el peque?o pa¨ªs pueda convertirse en una confrontaci¨®n m¨¢s amplia y de car¨¢cter regional. No en vano en Honduras juegan sus cartas Venezuela, Cuba o Nicaragua, entre otros caracterizados actores.

Si el golpe de Estado de junio fue absolutamente condenable, igualmente lo ser¨ªa intentar darle la vuelta mediante la violencia. La dividida Honduras no tiene en estos momentos otra salida mejor que una mediaci¨®n cualificada, preferentemente regional. Quiz¨¢ ha llegado el momento de volver a una versi¨®n revisada del plan del presidente de Costa Rica, que apoy¨® en verano la OEA y rechazaron Micheletti y, en menor medida, Zelaya. ?scar Arias contemplaba en julio que el jefe de Estado depuesto regresara a la presidencia con poderes reducidos, un Gobierno de unidad y supervisi¨®n internacional. Unas elecciones presidenciales adelantadas sentenciar¨ªan la situaci¨®n.