La polic¨ªa sitia la Embajada brasile?a
Decenas de hondure?os resisten junto a Zelaya sin agua y sin comida en la legaci¨®n - El Gobierno de hecho rechaza toda intervenci¨®n extranjera para zanjar el conflicto
Desde la frontera de El Salvador hasta la misma puerta de la Embajada de Brasil en Honduras, en el coraz¨®n de Tegucigalpa, s¨®lo se ven polic¨ªas y militares. El presidente depuesto, Manuel Zelaya, se encuentra en una casa sitiada en medio de un barrio sitiado, sin agua ni luz, en el centro de una ciudad aislada, capital de un pa¨ªs fantasmal. A las cuatro de la madrugada de ayer (mediod¨ªa en la Espa?a peninsular), la polic¨ªa antidisturbios, apoyada por un gran contingente militar, dispers¨® con palos, agua a presi¨®n y granadas lacrim¨®genas a los miles de partidarios de Zelaya apostados a las puertas de la sede diplom¨¢tica desde el lunes. Dos hombres resultaron heridos de bala y otros 10 tuvieron que ser atendidos por la Cruz Roja.
El Gobierno de hecho que preside Roberto Micheletti exige a Brasil que entregue a Zelaya o le conceda asilo pol¨ªtico y lo saque del pa¨ªs centroamericano.
El presidente brasile?o, Lula da Silva, advirti¨® ayer desde Nueva York a Micheletti que no ataque la legaci¨®n y llam¨® a una salida negociada de la crisis. En el mismo sentido se expresaron EE UU y la Uni¨®n Europea.
S¨®lo se salvaron de la razia un numeroso grupo de personas que consigui¨® colarse en los jardines de la Embajada de Brasil. A eso del mediod¨ªa, este peri¨®dico, aprovechando un descuido de la polic¨ªa, logr¨® mantener una breve conversaci¨®n con dos de ellos.
-?De d¨®nde son ustedes y cu¨¢ntos son?
-Hondure?os. Unos 300. [La polic¨ªa hablaba de 45 personas].
-?Tienen agua, electricidad...?
-Nada.
-?Y comida?
-Ninguna.
-?Cu¨¢nto piensan resistir?
-Lo que ¨¦sos nos permitan...
Lo dec¨ªan con el rostro tapado y se?alando a los polic¨ªas de ¨¦lite, cara cubierta por un pasamonta?as y pistol¨®n a la mano, que ya se acercaban a toda prisa para restablecer el control.
Como ya viene siendo una t¨®nica desde que, hace 87 d¨ªas, un comando del Ej¨¦rcito secuestrara en su propia casa al presidente Manuel Zelaya y lo pusiera de patitas en Costa Rica sin dejarlo siquiera cambiar su pijama por ropas de calle, nadie sabe a ciencia cierta qu¨¦ puede pasar en las pr¨®ximas horas. En cualquier otro pa¨ªs y en cualquier otro momento, Zelaya deber¨ªa estar seguro, refugiado en una embajada, un recinto inviolable por definici¨®n. Pero el curso de los acontecimientos parec¨ªa ayer indicar lo contrario. Mientras los diplom¨¢ticos brasile?os ped¨ªan a sus colegas de EE UU que les brindaran protecci¨®n y un poco de gas¨®leo con el que alimentar los generadores, el Gobierno golpista parec¨ªa dispuesto a cortar por lo sano. Lo antes posible.
El presidente de hecho, Roberto Micheletti, exigi¨® al presidente de Brasil, Luiz In¨¢cio Lula da Silva, que entregara de inmediato a Zelaya. Sabedor de que tal petici¨®n no hallar¨ªa eco por m¨¢s que gritara, mand¨® a su canciller, Mario Fort¨ªn, que hiciera correr entre los medios locales -mayoritariamente favorables al golpe- la siguiente idea: "Ninguna ley internacional impide entrar en una legaci¨®n diplom¨¢tica si en ella se oculta un pr¨®fugo de la justicia, y a Manuel Zelaya se le busca en Honduras para que haga frente a un buen n¨²mero de acusaciones". O sea, quieren a Zelaya por las buenas o por las malas.
Por las buenas parece que no va a ser. Porque Lula da Silva explic¨® que su Embajada en Honduras dio cobijo a Zelaya porque se present¨® solo y sin armas. "Hicimos lo que hubiera hecho cualquier otro pa¨ªs". No obstante, el presidente brasile?o pidi¨® cort¨¦s pero muy claramente a Zelaya que se abstuviera de hacer cualquier gesto o declaraci¨®n que pudiera encrespar los ¨¢nimos m¨¢s de lo que ya est¨¢n.
No hace falta m¨¢s que darse un paseo por Tegucigalpa -s¨®lo se puede hacer en un coche acreditado como prensa y someti¨¦ndose a numerosos y exhaustivos controles- para sentir que la situaci¨®n puede estallar en cualquier momento. ?Cu¨¢nto tiempo puede mantener el Gobierno el toque de queda total? ?Dos d¨ªas? ?Quiz¨¢ tres...? Hay que tener en cuenta que el estado de excepci¨®n se decret¨® s¨®lo horas despu¨¦s de que Zelaya consiguiera colarse en el pa¨ªs cuando nadie se lo esperaba, pillando a Polic¨ªa y Ej¨¦rcito con el paso cambiado, pero tambi¨¦n a los ciudadanos sin abasto suficiente para resistir. Y, en cuanto lo levante aunque sea para ir a comprar el pan, ?qu¨¦ va a pasar?
Todo el mundo sab¨ªa, Zelaya el primero, que cada d¨ªa de ausencia desfiguraba su figura, la hac¨ªa caer en el olvido, sobre todo en un pa¨ªs donde la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos bastante tienen con sobrevivir. Pero el presidente depuesto por los militares ha vuelto. Est¨¢ aqu¨ª. Sin agua para lavarse ni un trozo de comida que llevarse a la boca. Pero con una gran baza a su favor. Dijo que volver¨ªa. Y volvi¨®. Lo siguiente que declara es que nadie lo volver¨¢ a sacar de aqu¨ª.
Al mediod¨ªa de ayer, nadie, absolutamente nadie, se atrev¨ªa a asomar la nariz a la calle. La violencia de la carga policial ejecutada de madrugada y por sorpresa dej¨® las calles adyacentes a la Embajada de Brasil llenas de cascotes y cristales rotos, pintadas en contra del presidente golpista y silencio. Un silencio que s¨®lo se romp¨ªa de vez en cuando por las sirenas de las ambulancias. Jefry Baraona, el portavoz de la Cruz Roja, declar¨® que el lunes fueron atendidas 40 personas y que ayer el n¨²mero baj¨® hasta 12, si bien dos de ellas -dos varones- tuvieron que ser evacuados al presentar sendas heridas de bala.
Tambi¨¦n, junto a la Embajada de Brasil -de la que salieron voluntariamente en la tarde de ayer una veintena de partidarios de Zelaya-, romp¨ªan el silencio los gritos de una mujer. Lleg¨® gritando y, cuando la Polic¨ªa trat¨® de detenerla, explic¨® que se llamaba Yan¨ªn Padilla y que era la due?a del chal¨¦ adosado al refugio de Zelaya. "Esos b¨¢rbaros", dec¨ªa en alusi¨®n a los partidarios del presidente depuesto, "han destrozado mi casa y casi violan a mis empleadas... Quiero justicia".
La casa presentaba un estado lamentable. La rabia de Yan¨ªn ven¨ªa de lejos. Todav¨ªa son muchos los hondure?os que siguen a pie juntillas ofreciendo su respaldo a Micheletti y su Gobierno.
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