El consenso y los pactos
Hace tiempo que desde sectores tanto econ¨®micos como period¨ªsticos y universitarios se pide al Gobierno que emprenda las reformas que la econom¨ªa espa?ola necesita. Por lo general se habla de reformas en cuatro ¨¢mbitos: infraestructuras, educaci¨®n, relaciones laborales y energ¨ªa. A la hora de concretar las propuestas abundan las ambig¨¹edades, quiz¨¢s porque la derecha teme descubrir sus intenciones ante el electorado (por ejemplo, en el siempre delicado tema de la reforma laboral) y la izquierda hace tiempo que no tiene propuestas de reforma que proponer (?alguien sabe de qu¨¦ va el proyecto de econom¨ªa sostenible del Gobierno?).
La experiencia de los 30 a?os de democracia demuestra que las reformas s¨®lo pueden hacerse por mayor¨ªa absoluta o por consenso. El Gobierno no tiene mayor¨ªa suficiente, s¨®lo cabe, por tanto, la hip¨®tesis del consenso. A algunos empresarios a los que les cuesta reprimirse la incomodidad que les genera que no gobiernen los suyos, les han entrado las prisas y han pedido elecciones anticipadas antes de tiempo. Lamentable ejercicio de ansiedad, porque ni hay presi¨®n social que las demande ni ninguna garant¨ªa de que unas elecciones anticipadas se saldasen con una mayor¨ªa absoluta.
La estrategia de Rajoy est¨¢ clara: dejar que la crisis derrita al Ejecutivo a fuego lento y esperar a que lleguen las elecciones
Hab¨ªa tantas dudas de que la Transici¨®n triunfara que se ha tendido a mitificar lo que ocurri¨® en aquellos a?os de ruido de sables, tensiones pol¨ªticas, peleas encarnizadas de familia (UCD), y mucha incertidumbre. Uno de los mitos que se arrastran de entonces es el consenso. Cada vez que se tuercen las cosas se pide a los principales partidos que aparquen sus intereses particulares y busquen acuerdos de inter¨¦s general. Ning¨²n consenso se ha sustentado nunca en la virtud. Tampoco los de la Transici¨®n, que dieron lugar a los Pactos de la Moncloa. En aquellos tiempos el consenso funcion¨® por una simple raz¨®n de supervivencia. Los partidos sab¨ªan que se jugaban la vida y, antes de perecer en el intento democr¨¢tico, pactaron.
La supervivencia mutua es siempre el motor de los consensos. En la coyuntura actual, el consenso es improbable porque las partes contratantes principales -el PSOE y el PP- piensan que les dar¨ªa m¨¢s costes que beneficios. Se podr¨ªa pensar que un Gobierno en dificultades encontrar¨ªa en el consenso una forma de neutralizar a la oposici¨®n y de garantizarse tranquilidad entre las turbulencias de la crisis. Pero, si esto fuera as¨ª, raz¨®n suficiente para que el PP no tenga el menor inter¨¦s en pactar. La estrategia de Rajoy est¨¢ clara desde hace tiempo: dejar que la crisis derrita el Gobierno a fuego lento y esperar que llegue la hora de las elecciones. De modo que cada cual va a su aire: el Gobierno acentuando su perfil de izquierdas, buscando la complicidad de su electorado tradicional, fiel al principio de que al que consigue el pleno de los suyos el voto del centro le acaba cayendo por a?adidura. El PP sigue pele¨¢ndose consigo mismo. Por un lado, Rajoy impone prudencia para evitar que una coalici¨®n negativa le derrote como en las ¨²ltimas elecciones, aunque tenga que hacer concesiones a la ruidosa fanfarria que siempre acompa?a a la derecha espa?ola. Por otro lado, incapaz de afrontar sus propios problemas internos, siempre susceptibles de estallar en el momento menos pensado, culpa al Gobierno de sus desdichas, y se columpia en las teor¨ªas conspirativas que tanto gustan a la claque. De modo que lejos de un pacto contra la crisis, la pol¨ªtica sigue los vaivenes de la opini¨®n publicada. Cuando ¨¦sta interpreta que el desgaste del Gobierno aumenta, el PP se tranquiliza. Y viceversa.
Precisamente porque el discurrir de la crisis parece favorecerle, Rajoy se permite ahora ofrecer un pacto al Gobierno: un pacto por Europa. Rajoy sabe que, durante los seis meses en que Espa?a tendr¨¢ la presidencia europea, estar¨¢ obligado a bajar el perfil de oposici¨®n para no ser acusado de traici¨®n a la imagen y al prestigio de la patria. Y sabe tambi¨¦n que Zapatero cuenta con estos seis meses para iniciar su recuperaci¨®n, despu¨¦s de un trimestre, el que ahora empieza, del que todo indica que puede salir muy tocado. Rajoy opta por subirse al carro europeo, sabiendo que Zapatero no puede decir que no porque le conviene una presidencia europea tranquila con imagen interna y externa de unidad. Con lo cual este pacto s¨ª que es posible que encuentre el consenso necesario. Los dos piensan que saldr¨ªan perjudicados si se quedaran fuera. Pero es un pacto para guardar las apariencias, con fecha de caducidad y sin que signifique ning¨²n cambio de fondo. Las reformas de las que tanto se habla quedar¨¢n pendientes una vez m¨¢s, por falta de consenso. Es decir, de convicci¨®n de las dos partes de que les beneficia hacerlas.
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