La terquedad de los hechos
Puede que no lleguen a sentirse como Elihu Willsson, aquel personaje de Dashiell Hammett que, adem¨¢s de poseer un banco, una mina, dos peri¨®dicos y un mont¨®n de empresas, "era propietario de un senador, un par de diputados, el gobernador, el alcalde y la mayor parte de los parlamentarios del Estado". Afortunadamente, Valencia no es Poinsoville ni el argumento de nuestra vida p¨²blica alcanza la crudeza novel¨ªstica de Cosecha roja, pero ?ya me dir¨¢n! El informe de la Brigada Policial de Blanqueo tiene la virtud de iluminar lo acontecido hasta ahora con el caso G¨¹rtel y dota de lastimoso sentido toda la trapisonda de bigotes, trajes, adjudicaciones y regalos en que est¨¢ envuelta nuestra clase dirigente desde hace meses. Aqu¨ª tambi¨¦n hay empresarios que pueden sentirse propietarios de diputados, partidos y gobiernos. Lo que, dicho sea de paso, resulta bastante repugnante.
Es cierto que el enredo ol¨ªa desde el principio a financiaci¨®n irregular del PP y que la reacci¨®n atolondrada de los portavoces de la Generalitat a cada paso de la investigaci¨®n daba la sensaci¨®n de esa excusa que lo f¨ªa todo al histrionismo porque carece de solidez alguna. Se hab¨ªa instalado, sin embargo, la sensaci¨®n, sobre todo despu¨¦s de que el caso de los trajes regalados fuera archivado por el tribunal, de que tampoco esta vez llegar¨ªa la pesquisa al fondo del asunto. Pero no es as¨ª. Los hechos que se refieren en el informe policial aportan verosimilitud al episodio. Sab¨ªamos hasta ahora que el partido que gobierna las instituciones valencianas hab¨ªa establecido relaciones m¨¢s que sospechosas con un tinglado que ingresa de la Administraci¨®n p¨²blica y del PP al mismo tiempo por servicios que a menudo se confunden. Sab¨ªamos de una trama de fraude masivo que mov¨ªa los hilos del tinglado. Conoc¨ªamos al titiritero local del espect¨¢culo y a sus c¨®mplices. Pudimos asistir asombrados al tr¨¢fico de trajes en el que se vio envuelto un presidente de la Generalitat que prefiri¨® rebajarse al papel de t¨ªtere ingenuo para defenderse. Pero nos faltaba una pieza. ?Y aqu¨ª est¨¢!
Algunas de las constructoras valencianas m¨¢s conocidas, empresas adjudicatarias de la Generalitat y de otras administraciones, son se?aladas por la polic¨ªa como financiadoras del PP. La cobertura la habr¨ªa ofrecido Orange Market, terminal de una trama de corrupci¨®n masiva. Con ello, se establece un segundo nivel de captaci¨®n ilegal de fondos para el partido. Si el primer nivel consist¨ªa en saquear las arcas p¨²blicas, el segundo dibuja un mecanismo cl¨¢sico de soborno. Entre sus protagonistas, algunos que ya actuaban en la funci¨®n y otros que irrumpen con cierto estr¨¦pito en el escenario. ?Cu¨¢nto tiempo podr¨¢ seguir mirando Francisco Camps hacia otra parte mientras los suyos meten ruido? Como se ve, los hechos son m¨¢s tercos que las moscas.
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