Apote¨®sica metamorfosis
Fue una emocionante y preciosa tarde de toros la de ayer en Barcelona, protagonizada por un grandioso Jos¨¦ Tom¨¢s en estado de gracia plena, transformado en un virtuoso del dominio, de los terrenos y las distancias, de la profundidad y del aroma, del toreo verdadero, grande y profundo. Torero, torero, le gritaba la plaza entera, puesta en pie, y embargada por la emoci¨®n, cuando termin¨® de dar la vuelta al ruedo con las dos orejas de su segundo toro.
Fue un triunfo apote¨®sico de este mes¨ªas nacido para revolucionar el toreo, aunque ¨¦l prefiera que pase de largo ese comprometido c¨¢liz; y una ocasi¨®n propicia, tambi¨¦n, para comprobar con deleite la extraordinaria metamorfosis de este torero.
Cuvillo / Aparicio, Tom¨¢s, Morante
Toros de N¨²?ez del Cuvillo, -el segundo, devuelto-, correctos de presentaci¨®n, blandos y muy nobles. Al quinto, corrido en segundo lugar, de calidad excepcional, se le dio la vuelta al ruedo. Julio Aparicio: estocada (ovaci¨®n); pinchazo y media (bronca); casi entera (pitos). Jos¨¦ Tom¨¢s: estocada (dos orejas); pinchazo y estocada (dos orejas). Morante de la Puebla: estocada baja -aviso- (oreja). Se lastim¨® el dedo pulgar izquierdo y se le apreci¨® posible fractura en la falange distal de pron¨®stico menos grave.
Plaza Monumental. Feria de la Merced. 27 de septiembre. Casi lleno.
Ya no es el loco que parece despreciar la vida cada tarde, y sobrecoge y estremece con un valor temerario y escalofriante; ya no es el hombre que parece atropellar la raz¨®n, ni un loco, ni un tremendista que desparrama angustia. Jos¨¦ Tom¨¢s ha ganado en madurez, en concepci¨®n art¨ªstica, en oficio, en gracia y en sabor torero. Su toreo ha pasado del estremecimiento al embelesamiento. Adi¨®s al dramatismo y al morbo; bienvenido sea el arte puro.
Con estas credenciales recibi¨® a su primero a la ver¨®nica, a c¨¢mara lenta, armoniosamente... Brind¨® a los tendidos. Plant¨® las zapatillas en la arena y los estatuarios ce?idos convirtieron la plaza en una olla a presi¨®n. Con pasmosa serenidad, a placer, como quien torea de sal¨®n, lig¨® varias tandas de derechazos excelsos, casi enlazados en circulares, con el toro embebido en la muleta. Y el animal se fue mostrando como un toro codicioso, encastado y nobil¨ªsimo, de largo y continuo recorrido, incansable en sus embestidas, que mejor¨® en cada uno de los compases de la faena. Y tanta calidad derroch¨® el animal, que lleg¨® a desbordar a Tom¨¢s cuando ¨¦ste tom¨® la izquierda. Claro que el torero citaba con el pico, si cruzarse, y los naturales perdieron hondura. La muleta result¨® enganchada, se produjo un desarme y parec¨ªa que todo se dilu¨ªa. Surgi¨®, entonces, el maestro, y cautiv¨® a la concurrencia con ayudados rodillas en tierra, molinetes engarzados con pases del desprecio y largu¨ªsimos pases de pecho. Fue, en verdad, una faena grande, pero no arrebatadora. El grandioso fue el toro, mejor que Tom¨¢s, de menos a m¨¢s, hasta la merecid¨ªsima vuelta al ruedo.
Volvieron las exquisiteces a la ver¨®nica en el quinto, un precioso quite por delantales y una demostraci¨®n de galanura al llevar a una mano el toro al caballo. Pero el animal se desfond¨® y lleg¨® al tercio final sin fuelle ni recorrido. Pero all¨ª hab¨ªa un mago. ?Como lo oyen! Lo mira y remira, le busca las vueltas, lo acaricia, le muestra el camino, lo despierta de su letargo... y los pases resultan limpios, aunque faltos de la necesaria emoci¨®n. Tom¨¢s se coloca de frente y dibuja naturales de aut¨¦ntico ensue?o, sencillamente majestuosos. Se perfila para matar en el centro del ruedo y pincha. Ohhhhh... Intenta borrar el error, y lo consigue con unas manoletinas ajustadas antes de cobrar una buena estocada entre el delirio general.
Pero no fue Tom¨¢s el ¨²nico que tore¨® como los ¨¢ngeles. El muy fr¨¢gil y medroso Aparicio dijo aqu¨ª estoy yo en su primero y lo veronique¨® primorosamente; fueron seis capotazos lent¨ªsimos, rebosantes de empaque, toreando con el cuerpo y el alma a la vez. Unas gotas de genialidad... El resto, mejor olvidarlo. No le responden las piernas ni el coraz¨®n. Es precavido en exceso y, adem¨¢s, no sabe mentir. Lo abroncaron con fuerza, pero con cari?o; como se ri?e a un ser querido. Y quedaba el tercer artista. Morante lo intent¨® con todas sus fuerzas. Su primero mostr¨® un molesto cabeceo y le emborron¨® una labor de detalles sublimes, pre?ados de torer¨ªa. Ser¨ªa una pena, visto lo visto, que la pol¨ªtica acabara con la fiesta en esta tierra. Pero esta corrida de arte, cierre de la temporada en Barcelona, ha podido ser la ¨²ltima corrida que se celebre en este coso.
Por cierto, en la cr¨®nica publicada ayer sobre la corrida de Sevilla se le hurt¨® una oreja en el sexto a Sebasti¨¢n Castella. Suya es.
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