"Mi madre me ense?¨® lo que es la dureza"
El m¨ªtico ex jugador de baloncesto (Luisiana, Estados Unidos; 1934) pas¨® la semana pasada por Madrid acompa?ado por su leyenda: once t¨ªtulos de la NBA y un oro ol¨ªmpico que le sirvieron de altavoz para luchar contra el racismo de los a?os sesenta
Cuando Bill Russell entra en la biblioteca de la Fundaci¨®n Pedro Ferr¨¢ndiz, en Alcobendas (Madrid), lleva dos de sus once anillos de campe¨®n de la NBA y cara de asombro: sobre la mesa hay decenas de libros dedicados a su carrera, que cambi¨® el baloncesto para siempre. Antes de Russell no exist¨ªan los tapones ni la defensa como arma. Tampoco la igualdad de derechos entre negros y blancos ni los hoteles y restaurantes sin distingos. Cuentan los libros de historia que despu¨¦s de Russell y de los baloncestistas de su generaci¨®n todo cambi¨®. La leyenda dice lo mismo, pero de otra manera: Russell, el p¨ªvot que marc¨® a una generaci¨®n con sus enfrentamientos con Wilt Chamberlain, entr¨® en el vestuario de sus Celtics de Boston con su abuelo, que rompi¨® a llorar. Por primera vez en su vida hab¨ªa visto a un negro (Sam Jones) duch¨¢ndose con un blanco (John Havlicek).
"Fui el primero en hacer lo que hac¨ªa: empezar por la defensa"
"A Gasol le dije: 'Te he estado observando y estoy impresionado por tus progresos"
Pregunta. En el instituto le echaron del equipo. ?Cu¨¢l fue su inspiraci¨®n para seguir jugando?
Respuesta. Mi familia. Mi madre me ense?¨® lo que es la dureza, lo crea o no.
P. ?C¨®mo?
R. Nos mudamos de Luisiana a California para vivir en los projects [casas de protecci¨®n oficial]. El primer d¨ªa, estaba sentado en las escaleras y cinco chicos pasaron corriendo. Uno me golpe¨®. Ten¨ªa nueve a?os e hice lo que todos los ni?os de nueve a?os: me fui corriendo y le cont¨¦ lo que hab¨ªa pasado a mi madre. Cogi¨® las llaves de casa y nos fuimos al parque a buscarles. "?Son ¨¦stos?", me pregunt¨®. "S¨ª, se?ora", le respond¨ª. "Vas a pelearte con los cinco, uno cada vez", dijo. Perd¨ª tres de las cinco peleas. Lloriqueaba. "No llores. No importa que hayas ganado o perdido. Lo que importa es que desde ahora luchar¨¢s por ti. Nunca dejes que nadie te pisotee", me dijo.
P. ?Cu¨¢ntas veces se ha apoyado en esa lecci¨®n?
R. He rechazado ser una v¨ªctima. Siempre he luchado. Pueden pasar mil personas por esta habitaci¨®n y nunca les dir¨¦ nada que les moleste. Lo que pasa es que tampoco les dejar¨¦ que me digan algo que me moleste a m¨ª.
P. En 1954, durante las finales universitarias, a usted y el resto de los negros de su equipo se les neg¨® alojamiento en Oklahoma. No fue la ¨²ltima vez.
R. Hay cosas que nunca aceptar¨¦: viv¨ª en la Lusiana segregada, donde la mayor¨ªa de la sociedad, constantemente, intentaba que nos sinti¨¦ramos inferiores. Mi madre dec¨ªa: "No hay nadie en este planeta mejor que t¨², pero tampoco t¨² eres mejor que nadie".
P. ?Los jugadores negros de ahora saben de aquella lucha?
R. Tienen una noci¨®n vaga. No lo entienden.
P. ?Pasa tambi¨¦n con el juego?
R. Hoy, los chicos me preguntan: "?C¨®mo te ir¨ªa jugando contra Shaquille O'Neal?". Y yo les contesto: "La pregunta es al rev¨¦s. ?C¨®mo le ir¨ªa a ¨¦l contra Russell? ?Qu¨¦ reglas utilizar¨ªamos? ?Las de mis tiempos o las de ¨¦stos?". Cuando empec¨¦ a jugar al baloncesto, nunca hab¨ªa visto a nadie poner un tap¨®n. Nunca. Cuando Shaq empez¨® a jugar, el tap¨®n era parte del juego. Yo no tuve modelo. No se le deber¨ªa pedir a un jugador que compita contra un fantasma del pasado o del futuro. S¨®lo se puede medir c¨®mo dominas a tus contempor¨¢neos.
P. ?Qu¨¦ piensa de Pau Gasol?
R. Le vi jugar por primera vez hace tres o cuatro a?os, cuando estaba en Memphis. Me acerqu¨¦ a ¨¦l en el All Stars de Phoenix y le dije: "Te he estado observando. Estoy impresionado por tus progresos". Me enfad¨¦ mucho durante los play-offs de este a?o, cuando todas esas cabezas parlantes, esos expertillos, dijeron que necesitaba ganar peso, m¨²sculo. ?Una mierda! Muscularte cambia tu juego y ¨¦l ya es muy efectivo. ?Por qu¨¦ te arriesgar¨ªas a perder eso por algo de lo que no conoces el resultado? ?No! En mi primer a?o en la NBA med¨ªa 2,17 metros y era realmente delgado. Me dijeron que hiciera pesas. No lo hice: uno de los regalos que tenemos todos es nuestro cuerpo.
P. ?C¨®mo empez¨® todo?
R. Lo primero, yo me ense?¨¦ a m¨ª mismo. Lo segundo es como escribir un art¨ªculo. ?A que se siente uno bien cuando escribe un buen art¨ªculo? Hay una satisfacci¨®n cuando uno hace bien lo que hace. Siempre sent¨ª que era el primero en hacer lo que hac¨ªa. Tuve que crear las calificaciones, las notas. Nunca me conform¨¦ con lo que dijeran los expertos. ?Sab¨ªa que ellos no sab¨ªan nada!
P. ?Por qu¨¦ caus¨® tanto impacto cuando lleg¨® a los Celtics del m¨ªtico Red Auerbach?
R. Fui uno de los primeros jugadores en enfrentarse al juego de esta manera: defensa primero, ataque despu¨¦s. Cuando jugaba en los parques, si perd¨ªas, ten¨ªas que sentarte, dejabas de jugar. Algunos pod¨ªan tirar mejor que yo y yo no pod¨ªa permitir que por eso tuviera que estar sentado todo el tiempo. Decid¨ª que si pod¨ªa defender... Mi motivaci¨®n fue competir. Ser el mejor jugador que pudiera ser. El m¨¢s duro posible. Mi defensa nunca se bas¨® en los reflejos, en reaccionar a algo, sino en la acci¨®n. Por ejemplo, si le estuviera marcando a usted...
P. ?Demasiado f¨¢cil!
R. (Se r¨ªe) Si fuera un buen jugador, tendr¨ªa un tiro favorito. Hay que hacerle intentar su segunda mejor opci¨®n. En la Universidad, KC Jones era mi compa?ero de habitaci¨®n. Sol¨ªamos jugar en los parques. Nos marc¨¢bamos, compet¨ªamos, nos golpe¨¢bamos, aunque tuvi¨¦ramos posiciones distintas. As¨ª aprend¨ª a marcar a un base y ¨¦l a un p¨ªvot. De esta manera, mi defensa nunca se confin¨® a una sola posici¨®n. Pude defender por todos los lados.
P. Es la Hey Bill Defense. Sus compa?eros le gritaban constantemente: "?Eh, Bill, ay¨²dame!"
R. Nunca me quej¨¦ de ellos. Si marcaban mal y dejaban que su jugador tirara..., ?yo me iba a hacer famoso poni¨¦ndole un tap¨®n!
P. Eso son las Wilson Burgers. Sus manos alrededor de una pelota Wilson, una hamburguesa.
R. Exacto. Eso estuvo causado por malos marcajes de otros. ?Por eso nunca me quej¨¦!
P. En Russell Rules, su libro, se lee esta dedicatoria: A Wilt.
R. Fue un buen amigo...
P. Sus enfrentamientos con Wilt Chamberlain, sin embargo, no se recuerdan por eso: "La batalla de los titanes", dec¨ªan.
R. No era una rivalidad, sino una competici¨®n. En las rivalidades hay vencedores y vencidos. Nosotros ¨¦ramos competidores, gente que jugaba de forma completamente distinta en la misma posici¨®n. ?l fue extraordinariamente exitoso con su modo de juego, y viceversa. Cada d¨ªa de Acci¨®n de Gracias se repiti¨® la historia. A mediod¨ªa, ven¨ªa a recogerme al hotel, ¨ªbamos a su casa y com¨ªamos con su familia. Su hermano me dejaba echarme una siesta en su cama y nos llevaba en coche al partido. Al irnos, su madre siempre me dec¨ªa lo mismo: "?S¨¦ bueno con mi hijo!".
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