Impuestos e improvisaciones
Ahora que andamos a vueltas con la subida de los impuestos anunciada por el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, convendr¨ªa recordar que forjan el pacto de ciudadan¨ªa. Constituyen el sistema de redistribuci¨®n que permite al Estado atender las necesidades b¨¢sicas en el ¨¢mbito de la sanidad, de la educaci¨®n, de las pensiones, de las inversiones p¨²blicas. Sin fiscalidad nada es posible. Entre nosotros se admira el Estado social de los pa¨ªses n¨®rdicos, pero nadie atiende a la carga impositiva sobre la que descansa.
Es como si todos estuvi¨¦ramos alineados con la doctrina Montoro, seg¨²n la cual la recaudaci¨®n siempre es directamente proporcional a la bajada de impuestos. El responsable de econom¨ªa del Partido Popular, que ha adoptado un l¨¦xico zafio para referirse a sus adversarios socialistas como "panda de in¨²tiles que han arruinado a Espa?a", quiere convencernos de que la verdad se encuentra en la curva de Laffer. Se aferra a ella con la misma convicci¨®n que al teorema de Pit¨¢goras con catetos e hipotenusa, todos ellos al cuadrado. Considera como Proust que hay convicciones que crean evidencias. Cuenta a su favor con la satanizaci¨®n de los impuestos, con su consideraci¨®n de gravamen confiscatorio, de penalizaci¨®n del esfuerzo y el talento, de sopa boba para mantener a los in¨²tiles. Porque, en una vuelta de tuerca adicional y de la mano de los neocons, sus secuaces han pasado de reconocer el m¨¦rito de los que logran prosperar a considerar la culpabilidad de los desfavorecidos y de quienes siguen bajo el umbral de la pobreza.
Al Gobierno le acusan de improvisar y Zapatero se defiende aceptando la acusaci¨®n
Montoro llama a sus adversarios del PSOE "la panda de in¨²tiles que ha arruinado Espa?a"
Todo ello es el resultado de una impregnaci¨®n ambiente, lograda por el pensamiento ¨²nico en el que estamos instalados. S¨®lo as¨ª se entiende la acogida que obtuvo la supresi¨®n de los impuestos sobre el patrimonio y de sucesiones. Mientras, en los Estados Unidos la propuesta abr¨ªa un debate al considerar que podr¨ªa pervertir los or¨ªgenes de aquella naci¨®n y promover una clase ociosa que todo lo tuviera garantizado por nacimiento, una nueva aristocracia contraria a las oportunidades que a todos deber¨ªan brindarse.
Aqu¨ª nadie hizo semejantes planteamientos. En aquellos d¨ªas, todos, los socialistas tambi¨¦n -recu¨¦rdese la propuesta adelantada por el secretario general del Partido Socialista de Madrid, Tom¨¢s G¨®mez- rivalizaban por anticipar esas iniciativas derogatorias. Tampoco desde otros ¨¢mbitos se escucharon voces cr¨ªticas que evaluaran las consecuencias. Cuando Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez implant¨® la Declaraci¨®n de la Renta, los espa?oles, incluso los humildes, se sintieron m¨¢s ciudadanos con derecho a exigir. Ahora estamos en los ant¨ªpodas, en aquello de a quien Dios se la d¨¦, San Pedro se la bendiga.
Con estos conceptos bien atornillados, al Gobierno de Zapatero le acusan de improvisar y ZP se defiende aceptando la acusaci¨®n y replicando que gobernar tambi¨¦n es improvisar. Pero tampoco es as¨ª. Gobernar es planificar, es resistir, es decidir las prioridades y es, tambi¨¦n, responder a los imponderables. Porque las planificaciones deben modularse y ceder en funci¨®n de las necesidades que plantean los fen¨®menos de la naturaleza y otros desastres nacidos de malformaciones y crisis del sistema econ¨®mico como las que ahora vivimos. Darles respuesta es tarea de gobierno a las que debe atenderse seg¨²n protocolos para nada improvisados. Cumplir los compromisos con los parados sin perder de vista el d¨¦ficit ni el monto de la deuda ni la manera de respetar los equilibrios tampoco debe inducir a la improvisaci¨®n.
Cuando el presidente de Brasil, Luis Ign¨¢cio Lula da Silva, subi¨® a la tribuna de la 64? Asamblea General para hacer la primera intervenci¨®n, dijo que est¨¢bamos m¨¢s que ante una crisis de grandes bancos, ante una crisis de grandes dogmas. Y precis¨® que se refer¨ªa a la doctrina absurda que sostiene que los mercados pueden regularse por s¨ª mismos, sin necesidad de lo que se califica de intromisiones estatales y a la tesis que defiende la absoluta libertad de capitales.
Pero aqu¨ª es como si los a?os de prosperidad hubieran evaporado la solidaridad y se hubiera impuesto el ?s¨¢lvese quien pueda! La procedencia de clase social s¨®lo se invoca por unos para convalidar cualquier vileza en la que hayan incurrido y, por otros, como si fuera un lastre indeseado. ?Volveremos a medir el prestigio en t¨¦rminos familiares m¨¢s que personales, conforme al n¨²mero de generaciones que la familia de cada uno lleva sin trabajar?
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