Alberto M¨ªguez, un trotamundos ilustrado
Periodista experto en pol¨ªtica exterior
Junto con los periodistas que siguieron paso a paso la Transici¨®n pol¨ªtica espa?ola hubo otros que desbrozaron, en los a?os setenta, la actualidad internacional con un enfoque democr¨¢tico en el que la Revoluci¨®n de los Claveles en Portugal no era, por ejemplo, una "nueva embestida bolchevique", como la describi¨® entonces la prensa adicta al r¨¦gimen.
Uno de los m¨¢ximos exponentes de esa hornada period¨ªstica fue Alberto M¨ªguez. Nacido en A Coru?a, falleci¨® el 25 de septiembre, en Madrid, a los 68 a?os, de una encefalopat¨ªa hep¨¢tica.
Su escuela de aprendizaje democr¨¢tico fue, como la de otros muchos, el diario Madrid, que el entonces ministro Manuel Fraga cerr¨® en 1971, asestando un duro golpe a la libertad de prensa.
Antes, M¨ªguez hab¨ªa tenido ya algunos altercados con su paisano cuando, en 1965, intent¨® publicar su primer libro, una antolog¨ªa comentada del pensamiento de Alfonso Rodr¨ªguez Castelao, en castellano y gallego. Fraga lo prohibi¨® y M¨ªguez lo sac¨® en Par¨ªs en la editorial Ruedo Ib¨¦rico.
Aunque su curiosidad intelectual era universal, M¨ªguez ten¨ªa debilidad por el Tercer Mundo. Marruecos fue, muy a principios de los setenta, su primer destino como corresponsal de La Vanguardia. Para ese diario cubri¨® tambi¨¦n la etapa del Gobierno de Salvador Allende en Chile y el golpe de Estado militar. A finales de 1973, la Junta Militar le expuls¨® del pa¨ªs.
Al a?o siguiente se instal¨® en Lisboa, donde las Fuerzas Armadas hab¨ªan puesto fin a 42 a?os de dictadura salazarista. All¨ª se lanz¨® incluso a la aventura de abrir una librer¨ªa espa?ola, copia local del Ruedo Ib¨¦rico parisino.
Poco despu¨¦s de la muerte de Franco se anim¨® a volver a una Espa?a en plena ebullici¨®n period¨ªstica. Se sum¨® al proyecto de EL PA?S. En 1976 fue el primer jefe de su secci¨®n internacional.
Pero M¨ªguez era demasiado inquieto. Se resist¨ªa a ver el mundo a trav¨¦s de cr¨®nicas escritas por otros. Necesitaba volver sobre el terreno. Regres¨® entonces a La Vanguardia, desde donde sigui¨®, hasta mediados de los noventa, la pol¨ªtica exterior espa?ola.
Aunque nunca escribi¨® sobre ETA, padeci¨® uno de sus embates. Su mujer, francesa, y sus suegros fueron maniatados y sacados a la fuerza en 1984, junto con su hijo, de su chal¨¦ de Zumaya por unos encapuchados que le prendieron fuego. Fue una represalia tras la concesi¨®n por Francia de la extradici¨®n de un etarra a Espa?a.
Le conoc¨ª en Rabat, en noviembre de 1977, tras una rueda de prensa en la que Hassan II se mof¨® del PSOE. Era un novato en periodismo al que M¨ªguez ayud¨® con pedagog¨ªa a comprender muchas claves. M¨¢s all¨¢ del gran profesional, era un compa?ero sol¨ªcito y generoso que no viajaba, por ejemplo, a Argel sin llevar papel higi¨¦nico y dent¨ªfrico, que all¨ª escaseaban, para Manuel Ostos, entonces corresponsal de EL PA?S.
Tras la Transici¨®n, en la que muchos periodistas hicieron pi?a en pro de una misma causa, cada uno volvi¨® a su casilla ideol¨®gica. M¨ªguez era liberal. Muri¨® casi con las botas puestas, escribiendo columnas en publicaciones digitales conservadoras.
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