En la silla del dentista
Las individualidades le permiten al Bar?a ganar al Dinamo pese a su juego irregular e impreciso
No es f¨¢cil jugar contra equipos como el Dinamo de Kiev, siempre imprevisibles, nada corrientes, capaces de lo mejor y lo peor, generalmente indescifrables. Al Bar?a, al menos, le provocan cierta urticaria, sobre todo en situaciones de ventaja, como era el caso de anoche en el Camp Nou. A los azulgrana les llev¨® una hora y cuarto resolver el partido, muy bien defendido por Shovkovskiy y mal jugado por los azulgrana, incluso con Iniesta de titular. Aunque el portero ucranio fall¨® en el gol de Messi despu¨¦s de un remate mordido del argentino, Shovkovskiy estuvo soberbio a sus 34 a?os hasta que al final apareci¨® Pedro y sentenci¨® con un tiro cruzado muy celebrado por la hinchada, que se revolv¨ªa impaciente en su asiento.
BARCELONA 2 - DINAMO KIEV 0
Barcelona: Vald¨¦s; Alves, Puyol, Piqu¨¦, Abidal; Xavi, Tour¨¦ (Busquets, m. 68), Keita; Messi, Ibrahimovic (Jeffren, m. 85) e Iniesta (Pedro, m. 46). No utilizados: Pinto; M¨¢rquez, Maxwell y Gai Assulin.
Dinamo de Kiev: Shovkovski; Eremenko, Khacherldi, Leandro Almeida, Magr?o (Bet?o, m. 72); Yussuf (Ghione, m. 46), Vukojevic; Gusev (Ninkovic , m. 85), Shevchenko, Yarmolenko; y Milevski. No utilizados: Bogush; Diakhate, Mikhalik y Kravets.
Goles: 1-0. M. 26. Messi recibe de Iniesta y remata al primer palo con la zurda. 2-0. M. 76. Pedro dispara ajustado al poste tras un pase de Ibrahimovic.
?rbitro: Bjorn Kuipers (Holanda). Mostr¨® la tarjeta amarilla a Magr?o y Almeida.
Camp Nou: 68.221 espectadores.
A falta de f¨²tbol de equipo, se impusieron las individualidades en un encuentro muy complicado y peligroso para el Barcelona, excesivamente irregular, sin encanto, falto de sencillez y sorprendentemente desenchufado. Al Bar?a se le piden muchas cosas y ofreci¨® m¨¢s bien pocas, aunque tuvo a bien responder a la petici¨®n de su entrenador: no se pod¨ªa fallar y los azulgrana tomaron el liderato en un momento crucial del calendario. Ibrahimovic estuvo especialmente l¨²cido, muy por encima de la mayor¨ªa de sus compa?eros, tambi¨¦n de Messi, m¨¢s descontrolado e impreciso que de costumbre.
Al Barcelona de poco le sirvi¨® la condici¨®n de local y la concesi¨®n de poder jugar con la misma pelota que en la final de Roma en calidad de campe¨®n. El equipo extra?¨® tanto el bal¨®n como la cancha y durante un buen rato estuvo expuesto al remate del Dinamo, un equipo poderoso f¨ªsicamente, r¨¢pido en la transici¨®n y muy dif¨ªcil de combatir si toma ventaja en el marcador. Los muchachos de Gazzaev alcanzaban con relativa frecuencia el ¨¢rea del equipo azulgrana, por una vez excesivamente destensado, poco sincronizado, vulnerable. A bal¨®n parado y a la contra, de manera alterna o continuada, el Dinamo combati¨® con entereza a un Bar?a descolocado y tan generoso que en c¨®rner por ejemplo regal¨® hasta tres remates.
Ning¨²n futbolista reflej¨® mejor el desconcierto que Messi. Perd¨ªa reiteradamente el cuero, no hab¨ªa manera que combinara con Alves y todos sus disparos eran f¨¢cilmente bloqueados por los centrales. Justo cuando la hinchada empezaba a mosquearse con Messi, temerosa de que no fuera su mejor d¨ªa, el argentino se perfil¨® como extremo derecho para recibir la asistencia de Iniesta y ajustar el tiro junto al poste derecho del portero, que por una vez estuvo torpe y lento. El gol redimi¨® el inter¨¦s de Xavi e Iniesta por alimentar a los delanteros y, sobre todo, el partidazo de Ibrahimovic, extraordinario como solista, excelente en la recepci¨®n y en las maniobras para los jugadores de la segunda l¨ªnea.
A los azulgrana, poco precisos, les sobraba barroquismo. El Bar?a era un equipo irreconocible, individualmente muy interesante, despreciable colectivamente. Messi e Ibrahimovic exig¨ªan cada dos por tres a Shovkovskiy de la misma manera que el ¨¢rea peque?a de Vald¨¦s parec¨ªa una feria de tiro. Hab¨ªa serias dudas de si el partido se jugaba en el Camp Nou o el Bernab¨¦u por la importancia de las ¨¢reas y la ausencia de medios. No hab¨ªa control ni fluidez en el Barcelona, m¨¢s disperso, estirado y ret¨®rico que nunca.
El Bar?a tard¨® demasiado en rematar el partido y a la afici¨®n le pudo m¨¢s la tensi¨®n que el divertimiento. La salida de Pedro por el reaparecido Iniesta ayud¨® a abrir la cancha y a esponjar el juego. Los azulgrana tuvieron mayor posesi¨®n de bal¨®n y al Dinamo le cost¨® m¨¢s tirar el contragolpe, obligado a defender con mayor atenci¨®n, incapaz por otra parte de superar la l¨ªnea que tir¨® Puyol, un coloso. Nadie defiende como el capit¨¢n en los partidos tontos y tramposos. La pierna fuerte del central y los desmarques de Messi fueron la mejor noticia para el Bar?a, que gan¨® gobierno y perdi¨® llegada. Tuvo menos remate, pero a cambio fue m¨¢s selectivo. Pedro la puso al lado contrario del omnipresente Shovkovskiy tras un alargue de Ibrahimovic y el partido por fin se acab¨®. Fue una mala noche. Igual que cuando a uno le sientan en la silla del dentista: cost¨® sacar la muela.
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