El env¨¦s de la trama fiscal
La subida de impuestos no se explica por la necesidad de pagar los costes de la crisis. Es una confesi¨®n de debilidad de la estructura financiera p¨²blica y encubre el temor a dificultades para financiar la deuda
Despu¨¦s de 10 a?os de continuas y complacientes rebajas fiscales, inauguradas con exaltaci¨®n ideol¨®gica tan propia del PP de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y prolongadas durante la primera legislatura de Rodr¨ªguez Zapatero, el Gobierno socialista ha decidido volver a la senda pol¨ªticamente pedregosa de las subidas de impuestos. Las normas de cortes¨ªa pol¨ªtica exigen que un viraje fiscal de 180 grados rinda explicaciones minuciosas para que la ciudadan¨ªa comprenda por qu¨¦ se sube el IVA o la tributaci¨®n sobre el capital y en qu¨¦ se van a gastar los ingresos que se extraigan de los contribuyentes. Ya puestos, tambi¨¦n podr¨ªan haber tranquilizado a la ciudadan¨ªa argumentando por qu¨¦ una exacci¨®n de 100.000 millones de euros de los bolsillos de los consumidores no tendr¨¢ malas consecuencias para la actividad econ¨®mica; los manuales de econom¨ªa son puntillosos al respecto y desaconsejan subidas de impuestos en periodos recesivos. Y, por fin, deber¨ªan haberse ahorrado la incorrecci¨®n de proclamar que ser¨¢n las rentas m¨¢s altas las que m¨¢s contribuyan al esfuerzo que se pide. Es inveros¨ªmil y parece de mal gusto contradecir las evidencias. Pero el presidente del Gobierno y sus ministros han vuelto a mostrar esa refinada discapacidad expositiva tan suya, pr¨®xima al balbuceo mental, en la que se confunden, cual pasta indiscernible, las obligaciones con los deseos y las descripciones con las aclaraciones. Seis a?os de gobierno despu¨¦s, el aparato pol¨ªtico del Gobierno todav¨ªa no distingue entre medidas de protecci¨®n social y medidas anticrisis y sigue creyendo que enumerar los cambios fiscales equivale a probar su necesidad.
El endeudamiento superar¨¢ el 75% del PIB a finales de 2012, incluso con la subida recaudatoria
Si hay que convencer a los mercados, lo mejor es un plan de sostenibilidad a medio plazo
Ante la afasia del Gobierno, no hay otro remedio que deducir las causas del viraje fiscal. Aunque el ministro Jos¨¦ Blanco lo repite con frecuencia, la respuesta no est¨¢ en que el Gobierno necesite recaudar m¨¢s "para los parados y la inversi¨®n productiva". El presidente del Gobierno, Rodr¨ªguez Zapatero, recorri¨® el mismo camino cuando relacion¨® con muy escasa sutileza los 10.000 millones que reportar¨¢n el cambio fiscal con los 15.000 millones que costar¨¢ en 2010 la asistencia a los desempleados. Existen mecanismos de financiaci¨®n de las obligaciones p¨²blicas que, al precio actual del dinero, resultan hoy poco onerosos. Tampoco parece una reacci¨®n directa al crecimiento desmedido del d¨¦ficit p¨²blico, a pesar del v¨¦rtigo que produce contabilizar un 10% de PIB en n¨²meros rojos. Una simple comparaci¨®n del volumen de d¨¦ficit (en torno a los 100.000 millones de euros este a?o) con la previsi¨®n de aumento de ingresos obtenida por la subida fiscal (unos 10.000 millones de euros) basta para dudar que el objetivo inmediato sea cerrar la brecha de las cuentas p¨²blicas en 2009 ni en 2010 ni en a?os sucesivos. Es como arrojar un metro cuadrado de papel secante al Ebro con la esperanza de desecarlo.
Pero, aunque en primera instancia el Gobierno no espere equilibrar el Presupuesto, el examen de un d¨¦ficit tan abrumador s¨ª sugiere pistas para explicar las prisas por subir la fiscalidad. De los 100.000 millones mencionados, aproximadamente el 60% son imputables a los costes de la crisis: desempleo y disminuci¨®n de los ingresos. Si se acepta grosso modo esa proporci¨®n, resultar¨ªa que si, por alg¨²n milagro, ma?ana cesara la recesi¨®n, el desempleo retornase a tasas del 8% y la actividad econ¨®mica creciera a tasas del 2% o m¨¢s, todav¨ªa restar¨ªa un d¨¦ficit de entre tres y cuatro puntos de PIB. Una proyecci¨®n de d¨¦ficit permanente que no obedece a la crisis y que no se disolver¨¢ por m¨¢s que se le conmine con invocaciones a la solidaridad o se auspicie una recuperaci¨®n econ¨®mica a partir de mediados de 2010.
As¨ª pues, tan importante como el voluminoso d¨¦ficit actual, parte del cual es atribuible a los estabilizadores autom¨¢ticos, es la sospecha de que la estructura financiera del Estado adolece de una acusada debilidad. Obs¨¦rvese que con tasas de crecimiento medio del 3%, el sector p¨²blico espa?ol presenta un d¨¦ficit medio del 0,28% del PIB durante los ¨²ltimos 10 a?os; sin contar con la Seguridad Social, el d¨¦ficit medio durante el periodo ser¨ªa del 1,15% del PIB. Es decir, la maquinaria financiera p¨²blica genera con gran esfuerzo super¨¢vit muy peque?os en periodos de elevado crecimiento econ¨®mico, mientras que produce d¨¦ficit muy altos en tiempos de desaceleraci¨®n econ¨®mica. Los ingresos p¨²blicos durante el ¨²ltimo decenio se han disparado gracias a la burbuja inmobiliaria; pero como esos ingresos, de naturaleza excepcional, se consideraron a todos efectos como perennes y el gasto se acomod¨® al flujo de recaudaci¨®n excepcional, el resultado actual es una tendencia de las cuentas p¨²blicas al desequilibrio sostenido mientras no se ajusten los gastos a la cruda realidad de que los ingresos de 10 a?os de prosperidad no son un recurso permanente. Algo que a corto plazo no parece posible, porque la tasa de paro se mantendr¨¢ por encima del 15% durante dos a?os al menos y el flujo de ingresos no ofrecer¨¢ aumentos sustanciales hasta que la actividad econ¨®mica empiece a crecer por encima del 2%.
Este bucle indeseable tendr¨¢ consecuencias sobre la deuda p¨²blica. As¨ª como otros pa¨ªses europeos, con estructuras financieras s¨®lidas, pueden recomponer el equilibrio presupuestario con tasas moderadas de crecimiento, la econom¨ªa espa?ola, sin la muleta de la construcci¨®n y con una ca¨ªda continua de afiliados en la Seguridad Social, sufrir¨¢ un d¨¦ficit elevado varios a?os. Ese d¨¦ficit empujar¨¢ la deuda p¨²blica hasta situarse por encima del 75% del PIB a finales de 2012, incluso en un escenario de recuperaci¨®n econ¨®mica gradual. La financiaci¨®n de esa deuda puede convertirse en un problema, no s¨®lo por su aumento y por la previsible elevaci¨®n de la prima de riesgo para financiarla, sino adem¨¢s por la subida imparable del porcentaje de deuda a corto que vencer¨¢ cada a?o. Una proyecci¨®n moderada indica que ese porcentaje, que en 2009 ser¨¢ del 13,5% del total, pasar¨¢ a ser casi el 50% en 2012.
A pesar de las actuales complacencias de Moody's o Standard & Poor's -complacencias que, por cierto, se sostienen en un ¨²nico punto de apoyo, el margen que tiene Espa?a para subir impuestos hasta aproximarlos a la media europea-, la probabilidad m¨¢s elevada en estos momentos es que el pa¨ªs que no ejecute con presteza un ajuste fiscal, recibir¨¢ una rebaja en las calificaciones de su deuda. En Espa?a, ese ajuste s¨®lo es pol¨ªticamente realizable -atendiendo a la pol¨ªtica econ¨®mica vigente y al desbordamiento de los estabilizadores autom¨¢ticos- mediante crecimientos de ingresos.
Es muy probable que tras la subida de impuestos se encuentre el temor del Gobierno a una crisis de la deuda p¨²blica. Crisis que no debe entenderse como un colapso catastr¨®fico, sino como un encarecimiento excesivo que asfixie la recuperaci¨®n de la econom¨ªa a partir de finales de 2011. En la medida que los ahorradores de los pa¨ªses con super¨¢vit se muestren m¨¢s reacios a invertir en aquellos pa¨ªses con d¨¦ficit persistentes que no muestran se?ales de ajuste, el coste del servicio de la deuda aumentar¨¢ y se convertir¨¢ en un pesado lastre para la esperada recuperaci¨®n de la econom¨ªa. As¨ª que la esmirriada subida impositiva podr¨ªa leerse como un mensaje tr¨¦mulo a los inversores de que Espa?a har¨¢ lo que sea necesario para estabilizar sus cuentas p¨²blicas. Sin ella, quieren decir el presidente y su equipo econ¨®mico, el d¨¦ficit quiz¨¢ hubiera llegado al 12% en 2010 y la deuda p¨²blica al 80%.
No es f¨¢cil que los mercados financieros confundan el entrecortado esfuerzo recaudatorio -la tibieza encubre siempre impotencia- con una estrategia firme y clara de contenci¨®n del d¨¦ficit y de la deuda a medio y largo plazo. De entrada, ya es complicado aceptar que el d¨¦ficit p¨²blico baje al 5,4% del PIB en 2010, incluso contando con los 10.000 millones de aumento de presi¨®n fiscal y admitiendo con cierto optimismo que el coste del desempleo tender¨¢ a estabilizarse. Si se trata de convencer a los mercados al tiempo que se mantiene el gasto social, nada mejor que un plan de sostenibilidad financiera del Estado a medio plazo, que incluya una reforma estructural del gasto p¨²blico y que lleve a pie de p¨¢gina la firma de las comunidades aut¨®nomas. No parece que Rodr¨ªguez Zapatero y Salgado est¨¦n en eso. Parafraseando a Henry James, podr¨ªa decirse que el Gobierno est¨¢ empe?ado en cultivar la imprecisi¨®n reg¨¢ndola con sus propias l¨¢grimas.
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