Bienvenido a la casa de mu?ecas
Muchos colegas le se?alan como "el George Lucas de la televisi¨®n". Joss Whedon es uno de los pocos guionistas de tercera generaci¨®n reconocidos en la industria estadounidense. Su abuelo escrib¨ªa en exitosos shows de los a?os cincuenta, su padre fue un fijo en Las chicas de oro, y ¨¦l estren¨® su verbo nada menos que en Roseanne. J. J. Abrams (creador de Lost) o Tim Kring (H¨¦roes) veneran el suelo que pisa? por m¨¢s que haya impreso su huella en producciones con resultados irregulares: desde Speed y Toy story hasta Alien resurrection o Titan A. E.
Su halo de talento incomprendido tambi¨¦n recorre las productoras. Tras gestar Buffy, cazavampiros, que se mantuvo siete temporadas en antena y gener¨® tal culto que sus fans a¨²n convocan convenciones dedicadas al "Buffyverso", el af¨¢n experimental le llev¨® al desastre. Firefly, una fantas¨ªa que mezclaba la ¨®pera espacial con el western futurista, result¨® ser un producto demasiado especializado. Mientras los devotos aumentaban la fe en su genio, los estudios cancelaban su emisi¨®n sin dejarle siquiera rematar la primera temporada.
Un chasco que a punto ha estado de sufrir tambi¨¦n con su regreso a la tele tras un retiro voluntario del medio de cinco a?os. S¨®lo que esta vez la movilizaci¨®n en Internet ha funcionado y Dollhouse tendr¨¢ una segunda temporada. "Me temo que los responsables de la cadena no obtuvieron en primera instancia lo que esperaban: m¨¢s acci¨®n. Yo lo que quer¨ªa era profundizar en las emociones de los personajes. Su respuesta fue: 'No tenemos tiempo para historias contemplativas", asevera.
El tour de force se salda a favor de Whedon. Las aventuras de Echo (Eliza Dushku), la agente involuntaria programada para satisfacer las necesidades de clientes ricos (desde misiones mortales hasta, s¨ª, caprichos sexuales), perder¨ªan inter¨¦s de no ser por la naturaleza defectuosa de la propia protagonista. Ella y el resto de bellos t¨ªteres humanos que pueblan Dollhouse, un limbo id¨ªlico oculto en alg¨²n b¨²nker, son sometidos a sesiones de memorizaci¨®n de habilidades antes de cada misi¨®n para luego ser borrados y reducidos a atletas cuasi lobotomizados. "Busca las met¨¢foras que quieras", r¨ªe Whedon al escuchar teor¨ªas. "S¨ª, hay algo sobre la ausencia de personalidad que asola la industria del entretenimiento, pero no ser¨¦ yo quien reduzca la serie a una lectura tan literal".
A Whedon, entre otras cosas, hay que atribuirle el m¨¦rito de enfrentarse al tab¨² de la sangre en los noventa, cuando la sombra del sida a¨²n lo imped¨ªa, con Buffy. Hoy, series como True blood o The vampire diaries (la ¨²ltima sensaci¨®n en EE UU) certifican que ten¨ªa raz¨®n. "Pero me equivoqu¨¦ en una cosa", puntualiza. "En un principio Buffy iba sobre los monstruos de la adolescencia contados con monstruos de verdad. Cuando introduje el factor rom¨¢ntico pens¨¦: '?De veras la gente querr¨¢ ver esto?'. Me pareci¨® lo m¨¢s hortera que hab¨ªa escrito nunca". Asegura que hoy las emisoras por cable andan a la carrera por encontrar el pr¨®ximo tab¨² a derribar. ?Cu¨¢l cree que ser¨¢ el siguiente? "En alguna parte nos espera una tierna, dulce y rom¨¢ntica historia sobre zoofilia". Al tiempo.
Fox estrena un episodio nuevo de Dollhouse cada jueves, a las 22.20.
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