Crisis en forma de lluvia
Edward Prescott, premio Nobel de Econom¨ªa, ha declarado, en un acto de la Confederaci¨®n de Empresarios de Andaluc¨ªa, que el presidente Rodr¨ªguez Zapatero hace todo lo contrario de lo que deber¨ªa hacer. Sin poderlo remediar, he recordado a un compa?ero de colegio que, cada vez que yo contestaba con un disparate a las preguntas del profesor, me consolaba susurrando que me hab¨ªa portado como un verdadero premio Nobel.
Todas las crisis tienen efectos llamativos. Miguel de Unamuno pas¨® buena parte de su vida reclamando la modernizaci¨®n de Espa?a. Luego entr¨® en crisis, abandon¨® su apoyo militante a la raz¨®n, despreci¨® las industrias europeas y decidi¨® ampararse en la fe. Don Quijote y san Ignacio de Loyola ocuparon el prestigio perdido por las infraestructuras.
Yo tambi¨¦n viv¨ª, pero en sentido contrario, un momento de crisis por culpa de la voluntad de perfecci¨®n. De ni?o particip¨¦ en una congregaci¨®n religiosa que encargaba tareas caritativas para los fines de semana. Cantar y tocar la guitarra en los asilos o dar compa?¨ªa a los enfermos estaba bien. El problema empez¨® cuando quisieron hacer de m¨ª un santo. Se trataba de poner la estampita del padre fundador en la cabeza de un disminuido ps¨ªquico, hermano de otro amigo del colegio, con el convencimiento de que iba a producirse un milagro. Pero el milagro no se produjo, yo hice el rid¨ªculo, el padre del ni?o estuvo a punto de tirarme por la ventana, porque pens¨® que me estaba riendo de su hijo, y mi compa?ero de pupitre me consol¨® muerto de risa. Te has portado como un premio Nobel.
Perd¨ª, entonces, la fe en la Iglesia. Ahora, con esta crisis, he perdido la fe en los economistas, padres de la nueva iglesia del dinero, que hacen declaraciones, vaticinan, rectifican, vuelven a vaticinar, y no aciertan nunca. Se nos vino la crisis encima sin que se dieran cuenta de nada, y -lo que es peor- por hacer caso de sus consejos. Sin duda de un modo injusto, enseguida he recordado que Edward Prescott trabaja para el Banco de la Reserva Federal de Minneapolis.
La crisis ha demostrado que esto de la econom¨ªa se parece m¨¢s a una religi¨®n que a una ciencia y nunca llueve a gusto de todos. Mientras unos economistas trabajan para que haya cada vez m¨¢s pobreza en el mundo y no se mueran 400.000 mil ni?os de hambre cada a?o, otros economistas se preocupan de que los bancos y los especuladores no dejen de ganar dinero. El campesino se alegra por la misma lluvia dominical que enfurece al turista o al seguidor de un equipo de f¨²tbol. M¨¢s que de aciertos o de errores, se trata de intereses distintos.
?Se est¨¢ equivocando Zapatero, es decir, el Gobierno de Espa?a, en todo? ?En todo, todo, todo? Bueno yo creo que se equivoca en no hacer una pol¨ªtica fiscal m¨¢s socialdem¨®crata, en no actuar sobre ese para¨ªso encubierto que son las Sociedades de Inversi¨®n de Capital Variable, en no definir la subida del IVA sobre el consumo de lujo, o en englobar del mismo modo, dentro del concepto flexible de clase media, a los que ganan 30.000 euros al a?o y a los que ganan 200.000. Pero no creo que se equivoque cuando evita una reforma laboral, porque ya es demasiado precaria la situaci¨®n de los trabajadores, o cuando no asume reformas estructurales a favor de una lluvia neoliberal que caer¨ªa sobre mojado. Tampoco se equivoca al no ponerse nervioso porque el PIB espa?ol caiga un 0,7 en el 2010 y se quede a un punto porcentual del PIB alem¨¢n. En 2009, Alemania est¨¢ a 1,5 del porcentaje espa?ol, y all¨ª no se vive como una cat¨¢strofe, ni aqu¨ª como un triunfo. Entre los que suben un poco y los que caen todav¨ªa, no hay mucha diferencia.
Lo que s¨ª ha ca¨ªdo es el prestigio de los economistas del sistema. Se han equivocado en todo. O sus aciertos van contra nosotros.
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