El contradictor vocacional
Sables y utop¨ªas recoge una selecci¨®n de art¨ªculos, cartas, ensayos y conferencias de Mario Vagas Llosa sobre Am¨¦rica Latina. Se trata de escritos publicados a lo largo de cuatro d¨¦cadas, aunque en algunos casos de dif¨ªcil acceso. Pero esta circunstancia no convierte el volumen en un a?adido redundante de la obra de Vargas Llosa, sino que la confecci¨®n de los cap¨ªtulos y la ordenaci¨®n de los textos dentro de ellos consiguen un efecto inesperado y sorprendente: el conjunto no s¨®lo se deja abordar como un ensayo unitario, sino que despierta la curiosidad de los razonamientos bien trabados y desencadena el magnetismo voraz de las mejores intrigas. Una de las razones s¨®lo cabe achacarla a la honestidad intelectual de Vargas Llosa: aunque los textos se refieren a la realidad latinoamericana y son tan diversos como ¨¦sta en su intenci¨®n y sus temas, la trayectoria pol¨ªtica de la que van dando noticia en filigrana no es s¨®lo la de un continente, sino tambi¨¦n la del propio autor. Algo que no hubiera sido posible si, ampar¨¢ndose en sus posiciones actuales, Vargas Llosa hubiera excluido los escritos m¨¢s lejanos en los que dio el apoyo, aunque con l¨²cidas reservas, a algunos de los reg¨ªmenes de los que hoy abomina, como el castrismo.
Sables y utop¨ªas
Mario Vargas Llosa
Aguilar. Madrid, 2009
480 p¨¢ginas. 21 euros
La libertad de creaci¨®n se convierte en la medida desde la que juzgar los reg¨ªmenes pol¨ªticos
El volumen se cierra con una evocaci¨®n, muchas veces emocionada, de algunos de los m¨¢s originales escritores y artistas de Am¨¦rica Latina, como Borges, Cort¨¢zar, Paz, Donoso, Cabrera Infante, Lezama Lima, Botero, Frida Kahlo o Fernando de Szyslo. Tambi¨¦n con una entusiasta rese?a de Cien a?os de soledad. Esta incursi¨®n en el arte y las letras latinoamericanas no obedece, en absoluto, a una concesi¨®n obligada del ensayista Vargas Llosa al autor de novelas capitales del siglo XX, como Conversaci¨®n en La Catedral. Antes por el contrario, es en ese cap¨ªtulo, en esa evocaci¨®n de algunos de sus amigos, donde probablemente hay que buscar el origen de sus actitudes c¨ªvicas. La minuciosa atenci¨®n que presta el creador de ficciones a la manera original en que otros autores entienden la literatura y el arte se prolonga, necesariamente, en la que dedica el ensayista, el intelectual comprometido, a la realidad de Am¨¦rica Latina. A tal punto que la libertad de creaci¨®n que admira en ellos se convierte en la medida desde la que juzgar los reg¨ªmenes pol¨ªticos. Seg¨²n queda patente en Sables y utop¨ªas -un t¨ªtulo con el que Vargas Llosa ilustra la falsedad de la opci¨®n entre las quimeras revolucionarias y las asonadas militares a las que se ha enfrentado el continente-, su ruptura con los l¨ªderes o los reg¨ªmenes que inicialmente salud¨® con entusiasmo tiene siempre el mismo pre¨¢mbulo: la decepci¨®n que le provoca la persecuci¨®n de los escritores y las cortapisas a la circulaci¨®n de la informaci¨®n y la expresi¨®n de las ideas.
Por lo que se refiere a los juicios pol¨ªticos, no es en la firme condena de los espadones donde Vargas Llosa se distancia de los intelectuales de izquierda, dentro y fuera de Am¨¦rica Latina. Es en el repudio de los reg¨ªmenes y de los movimientos revolucionarios que, invocando la inexcusable necesidad de la justicia social, que el propio Vargas Llosa reconoce, niegan las libertades del individuo o se sirven de m¨¦todos que desprecian la vida humana. La visi¨®n de Am¨¦rica Latina contra la que carga Vargas Llosa una y otra vez en Sables y utop¨ªas es aquella que la convierte en encrucijada de dos fantas¨ªas sim¨¦tricas. Una, la de los propios latinoamericanos que buscan en las utop¨ªas europeas del siglo XIX -a las que ahora hay que sumar, adem¨¢s, las utop¨ªas indigenistas- el remedio para los males del continente, y otra, la de los propios europeos, que encuentran en Am¨¦rica Latina una especie de territorio virgen para realizar los sue?os que son inviables o que fracasaron en sus propios pa¨ªses. Vargas Llosa reivindica, en ¨²ltimo extremo, el derecho del continente a no oficiar de simple teatro, de simple retorta, para los experimentos sociales. Como afirma en el art¨ªculo que dio lugar a su sonada pol¨¦mica con G¨¹nter Grass, recogido en el volumen, los latinoamericanos no son seres aparte, incapacitados por ning¨²n condicionante gen¨¦tico, hist¨®rico o social para vivir en democracia.
Vargas Llosa se define a s¨ª mismo como "contradictor por temperamento y vocaci¨®n", una actitud a la que debe, sin duda, las mejores p¨¢ginas de esta selecci¨®n y de toda su obra, como tambi¨¦n al hecho de que sus posiciones se apoyen, seg¨²n ¨¦l mismo confiesa, en la observaci¨®n y no la ideolog¨ªa. En ning¨²n momento a lo largo de Sables y utop¨ªas se desdice de este punto de partida, salvo, quiz¨¢, en los ensayos m¨¢s te¨®ricos que incluye el volumen, como 'El liberalismo entre dos milenios' y 'Confesiones de un liberal'. Y es en el primero de ellos donde tal vez se aprecia con mayor nitidez una cierta renuncia, una sutil concesi¨®n a la ideolog¨ªa, cuando habla de "la desconfianza tenaz hacia la libertad como soluci¨®n para los problemas humanos" que experimentan "sectores de izquierda, de centro y de derecha". Aunque parezca lo contrario, flaco favor se presta a la libertad consider¨¢ndola como soluci¨®n, puesto que se corre el riesgo de convertir en pragm¨¢tico, en utilitario, el compromiso con ella, dependiendo de que, en efecto, sea eficaz o no para resolver los problemas. Entendida, en cambio, como condici¨®n, como requisito inexcusable de cualquier r¨¦gimen pol¨ªtico, su defensa se convierte en un innegociable imperativo moral, desde el que es posible la condena de las dictaduras, de todas las dictaduras, seg¨²n defiende con toda raz¨®n Vargas Llosa, incluso de las raras que han conseguido resolver alguna vez los problemas humanos o, al menos, algunos de ellos.
Es probable que la concepci¨®n de la libertad como soluci¨®n, y no como condici¨®n, sea la causa remota de que, en ocasiones, Vargas Llosa incurra al hablar de la izquierda, sobre todo de la izquierda europea, en aquello mismo de lo que se defiende con incontestables argumentos en su pol¨¦mica con Mario Benedetti, tambi¨¦n incluida en Sables y utop¨ªas. Como Vargas Llosa al ser atacado por condenar atinadamente la dictadura de Cuba o la deriva autoritaria del chavismo, muchos intelectuales de izquierda en Europa deben "dedicar mucho tiempo, tinta y paciencia a aclarar" lo que no son, "y a rectificar las tergiversaciones y caricaturas" que se les atribuyen, tambi¨¦n por parte de Vargas Llosa. Por ejemplo, la de ser tildados de antiamericanos por oponerse a la guerra de Irak o de antisemitas por criticar los castigos colectivos que Israel inflige a los palestinos, o, incluso, de verse afiliados a la fuerza entre los admiradores de las extravagancias indumentarias, y no s¨®lo, de Evo Morales.
Sables y utop¨ªas ofrece, en suma, el inmenso placer de coincidir en muchas ocasiones con los juicios de uno de los escritores m¨¢s importantes de nuestro tiempo. Pero tambi¨¦n el placer, a¨²n mayor, de contradecirlo. Seguramente por una vocaci¨®n y un temperamento aprendido, entre otros, de Vargas Llosa.
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