Se?oras, por favor, desn¨²dense
Los desfiles de Par¨ªs se apuntan al juego de hacer visible la lencer¨ªa
Exhiban sus sujetadores, desempolven las enaguas y saquen a pasear sus camisones. Se?oras, por favor, desn¨²dense. La semana de la moda de Par¨ªs, de pronto, se convirti¨® en una boutique de ropa interior. El festival del encaje empez¨® el jueves por la noche en los salones de Nina Ricci de Avenue Montaigne. Fue el descocado y alegre final de una historia que, a menudo, ha estado ribeteada por el drama.
En la intimidad, ante apenas un centenar de periodistas, se presentaba la primera colecci¨®n de Peter Copping, de 42 a?os, para la firma, propiedad del grupo catal¨¢n Puig desde 1998. El dise?ador brit¨¢nico, que ha sido la mano derecha de Marc Jacobs en Louis Vuitton durante una d¨¦cada, sustituye en el cargo a Oliver Theyskens. Un belga de g¨®ticas maneras que se despidi¨® en marzo con un desfile oscurantista y melodram¨¢tico. Adem¨¢s de su indiscutible talento, Theyskens cuenta en su haber con la protecci¨®n de la directora de Vogue en EE UU, Anna Wintour.
Datos necesarios para comprender cu¨¢n ardua puede ser la tarea de sucederle. Wintour, en todo caso, acudi¨® al desfile de Copping. Y dicen que le gust¨®. Es dif¨ªcil ponerle pegas a su p¨ªcaro acercamiento al legado de Nina Ricci. Su ultra femenina propuesta parece hecha a la medida de la etiqueta. Las blondas, encajes, lazos y tules en tonos maquillaje, melocot¨®n, lavanda y tierno amarillo son los ingredientes principales del pastel de Copping. La guinda, negro, azul marino y un ¨²nico acorde en verde menta. A algunos le sonar¨¢ empalagoso, pero el brit¨¢nico no se disculpa por su dulzura. Al contrario, alega que las colecciones suaves siempre se vendieron en Vuitton mejor que las agresivas y sexuales. De cualquier forma, el resultado final de su propuesta no est¨¢ exento de insinuaci¨®n. El humor y la iron¨ªa alejan la colecci¨®n de la ?o?er¨ªa de cortesana y la hacen v¨¢lida para la vida (y la mujer) moderna.
M¨¢s pretencioso fue el acercamiento de John Galliano a la cuesti¨®n corsetera en Christian Dior. Continuando con la idea de su ¨²ltima colecci¨®n de alta costura, el dise?ador combin¨® chaquetas muy estructuradas en tejidos masculinos con m¨ªnimas combinaciones o coulottes. Tras el desfile, Galliano cit¨® El expreso de Shangai, de Von Sternberg, como referencia. El gui?o al cine negro explicaba la puesta en escena: sirenas y sombras armadas anticiparon la salida de la primera modelo. El homenaje a Lauren Bacall y la mujer fatal, el pelo ondulado y los labios encarnados. En la ropa, todo ello se traduc¨ªa en un tedioso estudio sobre las posibilidades de la gabardina, que se hac¨ªa y rehac¨ªa.
Se vio convertida en chaqueta corta, en prenda de noche y reencarnada en la silueta New Look, creada por Dior en 1947. La mezcla de gabardina y lencer¨ªa enfatizaba el af¨¢n exhibicionista. John Galliano defend¨ªa su apuesta por vestidos y faldas cortas con el argumento de que le gustan las piernas de las mujeres y matizaba que, en muchos casos, la ropa interior que se revelaba no era la aut¨¦ntica, sino un juego ¨®ptico dibujado en el forro de los vestidos. Tal vez, para compensar la escasa vocaci¨®n pr¨¢ctica de la colecci¨®n, el bolso estrella de la temporada es un malet¨ªn de gran capacidad. Que eso sea suficiente para convencer de sus bondades a la mujer trabajadora es otra cuesti¨®n.
En este juego de desnudos, nadie es tan elegante como Alber Elbaz. Su colecci¨®n para Lanvin fue, una vez m¨¢s, un prodigio de refinamiento y belleza. No es exagerado afirmar que Elbaz hace los vestidos m¨¢s hermosos de nuestro tiempo. Simple y absolutamente preciosos. Tambi¨¦n ¨¦l tom¨® la ruta de los tonos carne, las gasas y los volantes, pero la recorri¨® de una forma totalmente original. Suspendidos sobre el cuerpo, los tejidos parec¨ªan haberse detenido en medio de la ca¨ªda, como una s¨¢bana sobre el cuerpo del amante. Sugiriendo la intimidad y el romance, pero sin expresarlo abiertamente.
Elbaz combin¨® este ejercicio de caricias con un exuberante trabajo de bordados. Muy lineales, como la gran ara?a que decoraba el hangar: tanto las piezas como los motivos eran largos y finos. Una secuencia final en vivos colores remat¨® golosamente el desfile y dej¨® un rastro de optimismo y alegr¨ªa. La sonrisa con la que salieron los invitados no era s¨®lo cosa de los c¨®cteles tropicales que amenizaron la espera.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.