Los alimentos, un lujo en Padang
La escasez desatada por el terremoto de Sumatra provoca un incremento de entre el 50% y el 100% de los precios de los v¨ªveres en la ciudad indonesia
Comer arroz se ha convertido en un lujo para las familias humildes de Padang. La escasez de alimentos provocada por el terremoto se ha traducido en un incremento de los precios entre el 50% y el 100% de productos b¨¢sicos como el arroz, los fideos, los huevos y las verduras, seg¨²n aseguraban ayer los propietarios de los puestos del mercado central de esta ciudad de la costa oeste de Sumatra (Indonesia). La mayor¨ªa de las tiendas empezaron a abrir entre el domingo y ayer, tras reparar la destrucci¨®n provocada por el se¨ªsmo y comprobar que la electricidad se ha restablecido. Pero muchos comerciantes han perdido dinero y las perspectivas no son nada buenas, lo que amenaza con complicar, a¨²n m¨¢s, la recuperaci¨®n de esta zona de Indonesia, pa¨ªs donde un 40% de los ciudadanos son pobres. Mientras, los equipos de rescate han dado por suspendida la b¨²squeda de supervivientes en Padang cinco d¨ªas despu¨¦s del terremoto.
Los socorristas han suspendido la b¨²squeda de supervivientes
El Gobierno calcula que reconstruir las infraestructuras costar¨¢ 430 millones
Las operaciones se centran ahora en zonas cercanas a Padang, como Pariaman, donde la destrucci¨®n parece haber sido mayor (ayer lleg¨® un equipo de la Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n y Desarrollo). Hasta ahora, las cifras oficiales hablan de un millar de muertos y m¨¢s de 3.000 desaparecidos, pero pocos creen que se pueda rescatar con vida a nadie. La Embajada de Espa?a en Indonesia ha logrado contactar con los espa?oles Mireia Mata Ginesta y Jaume Mata Prat, despu¨¦s de que su familia perdiera la comunicaci¨®n con ellos tras el se¨ªsmo.
La normalidad vuelve, poco a poco, a las calles. Algunos ni?os han regresado a clase, muchas tiendas han reabierto y la actividad de los edificios oficiales que han sobrevivido a la cat¨¢strofe ha empezado a reanudarse.
Pero el impacto del terremoto en la fr¨¢gil econom¨ªa de esta zona tambi¨¦n est¨¢ siendo devastador. En la casa de Erniwaty no comen arroz desde el 30 de septiembre, cuando se produjo la cat¨¢strofe. "Lo he cambiado por los fideos; tambi¨¦n han subido, pero son m¨¢s baratos", cuenta esta mujer de 50 a?os que vive con su hija y su nieta cerca del r¨ªo de Padang (900.000 habitantes).
Un kilo de arroz de calidad media cuesta ahora 6.000 rupias indonesias (50 c¨¦ntimos de euro), frente a las 5.000 de antes, explica Junaidi (como muchos en Indonesia, s¨®lo utiliza un nombre), de 40 a?os, propietario de un puesto en el mercado tradicional de la ciudad. "Con el terremoto es m¨¢s dif¨ªcil encontrar arroz: las reservas se han reducido y, adem¨¢s, las comunicaciones por carretera siguen siendo malas", cuenta.
En la tienda de enfrente, Alsampurna, de 34 a?os, explica que los fideos y el aceite para cocinar han subido un 50%. Otros comerciantes aseguran que tambi¨¦n se han encarecido los huevos (80%), las verduras (hasta un 100%) y el pimiento rojo picante (75%).
El mercado ha vuelto a abrir. Pero basta echar un vistazo a los suelos llenos de escombros, agua estancada y a los techos medio ca¨ªdos sobre las tiendas para darse cuenta de que deber¨ªa seguir cerrado. Ni siquiera ser¨ªa necesario un nuevo temblor para que el edificio se viniera abajo.
Salir adelante va ser duro. Un 40% de los 240 millones de ciudadanos de Indonesia -el pa¨ªs con mayor poblaci¨®n musulmana del mundo, adem¨¢s de uno de los m¨¢s corruptos- vive con menos de dos d¨®lares diarios, seg¨²n el Banco Mundial. La renta por habitante es de unos 2.200 d¨®lares (1.500 euros) anuales, superior a Filipinas y Sri Lanka, pero la costa oeste de Sumatra es m¨¢s pobre que la media del pa¨ªs. Muchos de los que han perdido aqu¨ª sus casas ser¨¢n incapaces de levantarlas de nuevo sin ayudas. El Gobierno calcula que reconstruir o reparar los edificios y las infraestructuras b¨¢sicas afectadas tendr¨¢ un coste de unos 600 millones de d¨®lares (430 millones de euros).
Muchas empresas a¨²n siguen cerradas, como el concesionario de motos Suzuki del centro de Padang, totalmente aplastado bajo los escombros; el Centro de Congresos; la tienda de accesorios del autom¨®vil Dadone; la sucursal del Banco de Indonesia y del BII Bank, y muchos otros. Cada d¨ªa que pasa supone una p¨¦rdida de dinero para la empresa, pero tambi¨¦n para el trabajador (los derechos laborales en Indonesia no suelen ser muy favorables para los empleados: si no se trabaja, no se cobra). Hay un elevado n¨²mero de edificios p¨²blicos, que te¨®ricamente deber¨ªan ser m¨¢s seguros, destruidos: una veintena.
"Ahora va a ser a¨²n m¨¢s dif¨ªcil encontrar trabajo", asegura Marisa, una estudiante de idiomas de 22 a?os que vive en Pondok, el barrio chino de Padang. Su madre, Rosalinda, cose ropa y ahora no vende nada. "La gente no tiene casa, ni apenas para comer, ?c¨®mo me van a comprar un vestido?", se pregunta. ?ste es el barrio m¨¢s pobre de la ciudad y el m¨¢s afectado. En ¨¦l viven descendientes de inmigrantes chinos que llegaron a Indonesia hace m¨¢s de 200 a?os. Siempre han tenido problemas con el nacionalismo que impera en el pa¨ªs, y que a veces bordea la xenofobia. La gran mayor¨ªa de habitantes de Pondok son cristianos (de ah¨ª posiblemente los nombres de Rosalinda y Marisa), otro motivo de fricci¨®n con los musulmanes indonesios. El comerciante Oen Kei Soe lo tiene claro: "Aqu¨ª no ha venido nadie del Gobierno para ayudar porque somos chinos".
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