He sido yo
Fui yo, confieso, soy culpable, pertenezco a ese 14% de espa?oles que no apoyamos la candidatura ol¨ªmpica madrile?a. Soy, me temo, a¨²n m¨¢s culpable que otros, por mi doble condici¨®n de madrile?o y periodista; pues los periodistas, raza ingrata y maldita, apechug¨¢bamos esta vez con un grado superior de responsabilidad c¨ªvica como portavoces, portamanos y portaletras de la causa mayoritaria y solidaria, obligados a cantar las excelencias capitalinas frente a la feroz competencia internacional y a hacer patentes los m¨²ltiples defectos de otras urbes seleccionadas. Minutos antes de que los venales y orondos compromisarios del COI infartaran la corazonada madrile?a con un humillante marcador (66 votos a 32), escuch¨¦ a una entusiasta convidada de piedra de la delegaci¨®n espa?ola denunciar las carencias hoteleras y las deficiencias en materia de seguridad de la populosa R¨ªo de Janeiro. "Me r¨ªo de Janeiro" lleg¨® a decir, en un alarde de presunto ingenio, otro miembro de la nutrida y variopinta representaci¨®n patria, por una vez todos de acuerdo en una misma cosa, en una de esas causas perdidas que tan grandes nos hacen, reedici¨®n reducida de la Armada Invencible. "No envi¨¦ a nuestra escuadra a luchar contra los elementos del COI", pudo decir Gallard¨®n, perdido en un mar de l¨¢grimas, desarmada y vencida su flamante flota por los cocodrilos ol¨ªmpicos, crecidos en las profundidades de un inmenso fondo de reptiles, cori¨¢ceos saurios, voraces y regalones, que optaron por las doradas arenas de Copacabana. "Nos lo han dado por Copacabana. Porque es un lugar m¨¢gico, con chicas hermosas, con una arena muy fina, con terrazas para ver la noche...". Lo dec¨ªa Omar Echeime, un brasile?o en Madrid, concentrado en la plaza de Oriente con un pu?ado de compatriotas, mientras a su alrededor se desbandaba, presa de la resaca, una multitud descorazonada y silenciosa. "Creo que a los dem¨¢s pa¨ªses les gusta mucho Brasil. Por eso que vosotros llam¨¢is buen rollito. Porque siempre estamos de fiesta. Nuestros Juegos ser¨¢n una juerga muy larga". Con esta frase, tambi¨¦n publicada en estas p¨¢ginas, condensaban los hermanos Tiago y Andr¨¦s, tambi¨¦n presentes en la concentraci¨®n de la plaza, las m¨¢s que probables motivaciones de los delegados del COI para votar a R¨ªo de Janeiro. Moraleja: para el 2020 presenten las candidaturas de Marbella y Benidorm y presten especial atenci¨®n a la competici¨®n de voley-playa.
Llora Gallard¨®n como alcalde lo que no pudo defender como almirante de la 'acorazonada'
Los aros ol¨ªmpicos se desvanec¨ªan como volutas de humo en el enrarecido cielo de Madrid; en primera fila, Francisco Granados, el consejero mal aconsejado, se mord¨ªa las u?as con sa?a. Finalizaba en sus inicios la tregua ol¨ªmpica, periodo de presumible exaltaci¨®n y concordia, d¨ªas de "buen rollito", que muy bien podr¨ªan haber desviado la atenci¨®n del p¨²blico de las argucias, minucias, de los desmandados esp¨ªas de Gam¨®n, campeones de persecuci¨®n por parejas.
Conseguir la nominaci¨®n ol¨ªmpica de Madrid era tarea de titanes, y ya se sabe que los titanes fueron definitivamente vencidos por la selecci¨®n titular de los dioses ol¨ªmpicos (a destacar la gran actuaci¨®n de Zeus en el centro del campo). Derrota mitol¨®gica, hist¨®rica y b¨ªblica como debe ser, como siempre fueron nuestras m¨¢s grandes y celebradas derrotas. La dimensi¨®n b¨ªblica del asunto la introduce la vana pretensi¨®n de parar la rotaci¨®n continental, anunciada por todas las casandras, profetisas y profetas a los que nadie crey¨®, aves de mal ag¨¹ero y pico retorcido, entre las que me cuento; nunca puse mi pluma al servicio de la noble causa, ni mis columnas sirvieron para apuntalar el fabuloso mamotreto madrile?o. Los trompeteros de Josu¨¦ (Gallard¨®n) no consiguieron derribar las murallas de Jeric¨®, la ciudadela resisti¨® sus embates, las coloreadas manos que por millares clamaron a los cielos se despintaron al un¨ªsono despu¨¦s del fulminante veredicto. Ni todas las danzas, las murgas y los desfiles de los fan¨¢ticos de la ¨²ltima corazonada valieron nada frente a los cimbreantes bailes de una sola garota de Ipanema. Los compromisarios prefirieron irse de vacaciones a R¨ªo, y a¨²n habr¨¢ quien se lo reproche.
Llora Gallard¨®n como alcalde lo que no pudo defender como almirante de la acorazonada. "No es justo. Somos los mejores", se quejaba Paz Gonz¨¢lez, concejal de Obras Interminables del Ayuntamiento. Pero entre la bruma de las l¨¢grimas que no le dejan ver este sol de injusticia, el alcalde de Madrid vislumbra un destello de esperanza, eco de otra batalla: los tribunales han desbaratado, de momento, la conjura de Aguirre por el control de Caja Madrid, igualando la pugna entre tirios y troyanos.
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