Miserias y secretos del imperio Berlusconi
El abogado David Mills cre¨® la Fininvest B para Berlusconi, la 'caja negra' de su 'holding'. Cuando las cosas se pusieron feas, Mills minti¨® a la justicia a cambio de 600.000 d¨®lares. Un d¨ªa se delat¨® y dio lugar a un proceso que pone al descubierto las trampas del 'Il Cavaliere'
Donald David Mills Mackenzie no es s¨®lo un buen abogado. Es un tipo fiel. Conoce todos los para¨ªsos fiscales del planeta y se mueve como pez en el agua en el l¨ªquido submundo de los fondos de inversi¨®n, las sociedades interpuestas, las cajas chinas, los testaferros gibraltare?os y las operaciones ilegales. Una vez dijo la verdad, y eso le conden¨®. Fue en una carta escrita en 2004 a su asesor fiscal, Bob Drennan. Mills le cont¨® que hab¨ªa recibido 600.000 d¨®lares de Silvio Berlusconi por testificar a su favor en dos procesos judiciales. La carta estaba encabezada con un informal "dear Bob", y en ella Mills dec¨ªa: "Todos sab¨ªan que mi testimonio (no he mentido pero he superado curvas peligrosas, por usar un eufemismo) salv¨® a Mr B. de un mar de problemas en el cual se habr¨ªa ahogado si yo hubiese dicho todo lo que sab¨ªa. En 1999 me dijeron que recibir¨ªa el dinero. Los 600.000 d¨®lares fueron ingresados en un hedge fund. A mi disposici¨®n".
La sociedad All Iberian permiti¨® a Berlusconi burlar la ley antimonopolio y pagar a Bettino Craxi
Mills creo "al menos" entre 30 y 50 empresas a nombre del grupo de Berlusconi y las agrup¨® en una lista A y otra B.
Desgraciadamente para ¨¦l y para Berlusconi (pero menos), Drennan denunci¨® a Mills a la Oficina de Grandes Fraudes del fisco ingl¨¦s, y la confesi¨®n acab¨® sobre la mesa de los magistrados milaneses. Mills les confirm¨® el 18 de julio de 2004 que era todo verdad, pero s¨®lo unos meses despu¨¦s (en noviembre) intent¨® retractarse y acus¨® a otro cliente suyo (el armador italiano Diego Attanasio) de haberle dado el dinero. Los fiscales no le creyeron: Berlusconi y Mills acabaron imputados.
Cinco a?os despu¨¦s, en febrero pasado, tras un proceso lento y complicad¨ªsimo, plagado de pericias econ¨®micas, argucias dilatorias de la defensa, citaciones a una treintena de testigos (entre ellos, VIP como Flavio Briatore), aplazamientos y comisiones rogatorias a Suiza, Londres, Liechtenstein, Guernsey, Gibraltar y Espa?a, el abogado brit¨¢nico fue condenado en primer grado a cuatro a?os y seis meses de prisi¨®n por corrupci¨®n en sede judicial.
El juicio a Berlusconi qued¨® suspendido por efecto del Laudo Alfano, que su Gobierno promulg¨® a toda prisa a los 25 d¨ªas de volver al poder, y que esta semana ha sido declarado inconstitucional. As¨ª, la ley, disfrazada por los abogados de Berlusconi como una generosa inmunidad para los cuatro altos cargos del Estado, cumpli¨® su ¨²nico objetivo real: evit¨® que Berlusconi fuera juzgado y condenado por corromper a su abogado David Mills. Ahora, derribado el muro de la inmunidad por el Tribunal Constitucional, el caso Mills cobra nueva vida y puede convertirse en una de las principales amenazas para Berlusconi. En paralelo, el viernes arranc¨® en Mil¨¢n la vista del recurso presentado por Mills, en el que Berlusconi ha sido citado como testigo de la defensa.
La juez que se encarg¨® del proceso es Nicoletta Gandus, de 56 a?os, origen jud¨ªo, miembro de la asociaci¨®n Magistratura Democr¨¢tica, acusadora irrefutable. En extrema s¨ªntesis, como le gusta decir, su sentencia confirma un hecho b¨¢sico: que Mills recibi¨® "de Carlo Bernasconi, empleado de Fininvest, por indicaci¨®n de Silvio Berlusconi, la suma de 600.000 d¨®lares por declarar en falso o callar en todo o en parte el verdadero papel de Berlusconi en la estructura llamada Fininvest B Group, creada por Mills y utilizada para actividades ilegales y operaciones secretas del Grupo Fininvest".
La juez demostr¨® que Mills recibi¨® el soborno de Berlusconi y que, en combinaci¨®n con los abogados de ¨¦ste, los hizo pasar como una parte de la ingente masa de 10 millones de d¨®lares pertenecientes al armador Diego Attanasio; los centrifug¨® despu¨¦s a trav¨¦s de cuentas en Londres, Suiza, Gibraltar y otros lugares, por medio de numerosas operaciones e inversiones de acciones, hasta ponerlos a su disposici¨®n, el 29 de febrero de 2000, convertidos en 2.802 unidades del fondo Torrey Global Offsgor Fund por un valor nominal de 600.000 d¨®lares.
La jueza, presidenta de la secci¨®n d¨¦cima del Tribunal Penal de Mil¨¢n, razon¨® su sentencia en un texto de 400 p¨¢ginas. Su relato revela una minuciosidad casi enfermiza, y es a la vez un ejemplo de escritura sobria y de ah¨ªnco investigador. Contiene elementos de novela negra y fragmentos dignos del mejor periodismo de precisi¨®n, sin ahorrar reflexiones filos¨®ficas y gui?os humor¨ªsticos. La sensaci¨®n que deja su lectura es que Berlusconi ten¨ªa muy buenas razones para forzar a su mayor¨ªa parlamentaria y al presidente de la Rep¨²blica a firmar su escudo salva-procesos. Ahora, Berlusconi ser¨¢ juzgado por un nuevo colegio judicial, pero el proceso deber¨¢ empezar de cero, con lo cual, aunque fuera condenado, muy probablemente el delito de soborno habr¨¢ prescrito.
"Lo m¨¢s impresionante de la sentencia es que lejos de basarse en declaraciones, se basa en hechos", explica el periodista Peter Gomez. "Hay documentos internos de Fininvest firmados por directivos del grupo que evidencian la absoluta irregularidad de los balances extranjeros y demuestran que Berlusconi robaba dinero de las compraventas de derechos televisivos para met¨¦rselo en el bolsillo y ponerlo en cuentas secretas que pertenec¨ªan a sociedades off shore de su propiedad".
Mills fue el arma trascendental de ese presunto robo. Seg¨²n los jueces, ¨¦l fue el arquitecto de Fininvest B, la estructura paralela de Fininvest, una gigantesca caja oculta asentada en para¨ªsos fiscales a trav¨¦s de 64 sociedades distintas, opacas y ficticias. Un armario oscuro y lleno de cajas chinas encubiertas por Mills, al que la jueza Gandus retrata como un sofisticado trilero capaz de esconder el dinero en cualquier garito lejano, ora las islas Caim¨¢n, ora Gibraltar, Suiza o Liechtenstein.
No parece aventurado afirmar que la abogada de Veronica Lario, a¨²n esposa de Berlusconi, aportar¨¢ la sentencia del caso que Berlusconi ha calificado como farsa para su proceso de divorcio, si de verdad quiere cuantificar la fortuna real del Cavaliere y de los hijos que tuvo en su primer matrimonio.
Cerca de la mitad de los 400 folios detallan la contabilidad paralela que Mills cre¨® para Berlusconi, sus hijos Marina y Piersilvio y el grupo Fininvest. La otra mitad sigue el "tortuoso recorrido" de los 600.000 d¨®lares del soborno a trav¨¦s de decenas de transferencias a cuentas numeradas.
La relaci¨®n entre Mills y Fininvest se inici¨®, seg¨²n la sentencia, hacia 1981. El abogado Berruti, un empleado de Berlusconi, pidi¨® asistencia a Mills sobre la doble imposici¨®n de derechos cinematogr¨¢ficos; enseguida, Mills empez¨® a crear sociedades, en Reino Unido y las islas del Canal y las islas V¨ªrgenes, siempre en contacto con otros directivos de Fininvest. "Una vez constituidas, esas sociedades eran controladas por fiduciarios, formalmente responsables, pero a menudo pasivos", explica Gandus. Mills cre¨® al menos "entre 30 y 50 empresas" a nombre del grupo de Berlusconi, y en la contabilidad de CMM las agrup¨® en una lista A y una lista B.
Curiosamente, Berlusconi sigue sosteniendo en p¨²blico que ni siquiera conoce a Mills, aunque hay documentados al menos dos encuentros personales entre ambos. El propio Mills escribi¨® que hab¨ªa visto a Berlusconi en su casa de Arcore en el verano de 1995, y en otra carta incluida en el proceso refiere varias conversaciones telef¨®nicas con su cliente.
La sentencia explica que Mills era un abogado-testaferro dispuesto a atribuirse empresas, pagar comisiones y "contaminar pruebas" para proteger a Berlusconi.
El 30 octubre de 2006, Gandus dispuso el env¨ªo a juicio de Berlusconi y Mills, acusados de pactar el falso testimonio del segundo en dos procesos: el caso Arces, visto en 1997 y que analizaba la corrupci¨®n de Fininvest a varios funcionarios de la Guardia de Finanzas (polic¨ªa fiscal); y el proceso All Iberian, que le juzg¨® en 1998 por los delitos de balance falso y financiaci¨®n ilegal de partidos pol¨ªticos.
La jueza recuerda que en el primer juicio, Mills declar¨® que era abogado en Londres, responsable del estudio CMM Limited. La CMM se dedicaba a "constituir sociedades sea en Inglaterra sea a trav¨¦s de agentes y fiduciarios en otros pa¨ªses, en particular en para¨ªsos fiscales". Entre estas sociedades estaba All Iberian, que fue constituida en 1989 para la comercializaci¨®n de pel¨ªculas. Ten¨ªa sede en Guernsey (una isla en el Canal de la Mancha), y estaba a nombre de Foscale, consejero delegado de Fininvest, "una persona f¨ªsica s¨ªmbolo de Fininvest".
All Iberian dio nombre a un segundo proceso contra Berlusconi y sus colaboradores. M¨¢s que para vender filmes, All Iberian serv¨ªa como caja negra de donde sal¨ªan los pagos y comisiones ocultos de Berlusconi, era la tesorer¨ªa B. Adem¨¢s, fue una de las dos sociedades que permitieron a Berlusconi burlar la ley antimonopolio, la llamada ley Mammi. De All Iberian parti¨® tambi¨¦n la remesa de 10.000 millones de liras que acab¨® en la cuenta corriente del ex primer ministro italiano Bettino Craxi. Mills era su administrador ¨²nico.
En el proceso, Mills omiti¨® que Berlusconi era el due?o de esas sociedades offshore, que hab¨ªa hablado con ¨¦l sobre All Iberian y sobre la financiaci¨®n ilegal de 10.000 millones de liras enviadas por Berlusconi a Craxi, y que minti¨® sobre un pago de 1,5 millones de libras que recibi¨® en 1996 de Berlusconi al afirmar que era una plusval¨ªa de Horizon.
Horizon era otra sociedad que tambi¨¦n puso Mills a su nombre. Situada en Luxemburgo, y cotizada en Bolsa, su prop¨®sito era evitar que las autoridades italianas supieran qui¨¦n la controlaba. La ley Mammi negaba la titularidad de licencias de televisi¨®n a quien tuviese ya el control de empresas editoras y period¨ªsticas. Fue aprobada en 1990, y en 1991 Mills discuti¨® con directivos de Berlusconi la forma de evitar sus efectos, "que habr¨ªan podido quitar tres redes televisivas a Fininvest".
Seg¨²n la sentencia, Mills minti¨® o call¨® en el proceso All Iberian al menos en tres ocasiones: 1. Negando que ingres¨® ingentes remesas de dinero (cercanas a 50 millones de euros) en otras dos sociedades off shore (Century One y Universal One) a cuenta de ficticias ventas de derechos televisivos de Fininvest. 2. Omitiendo decir que los propietarios de esas sociedades eran Marina y Silvio Berlusconi. 3. Omitiendo que Paolo del Bue ten¨ªa relaci¨®n directa con la familia Berlusconi.
Berlusconi, por tanto, "cometi¨® un delito para ocultar otros, a su vez cometidos para esconder otros m¨¢s antiguos, probados en su d¨ªa por los jueces, pero de los que se libr¨® finalmente gracias a prescripciones o a nuevas leyes a la medida aprobadas por ¨¦l mismo desde el Gobierno", recuerda Marco Travaglio. En su explicaci¨®n de los antecedentes del proceso, la jueza Gandus hace recuento de las dificultades para imputar a Mills y Berlusconi; por ejemplo, la persecuci¨®n al escurridizo Flavio Briatore, que se resist¨ªa a testificar, o la pertinaz oposici¨®n de las autoridades de Gibraltar a aceptar una rogatoria para interrogar al socio principal de Mills, Benjamin Marrache, "un abogado gibraltare?o con despachos en Espa?a, Reino Unido y otros sitios".
El delito se habr¨ªa consumado entre Mil¨¢n, Londres y Ginebra, y concluy¨® el 2 de febrero de 1988. La primera audiencia de las 47 que se celebraron en total se fij¨® para el 13 marzo de 2007. Ese d¨ªa, Gandus declar¨® en rebeld¨ªa a ambos acusados, ya que no se presentaron. Berlusconi estaba representado por sus abogados Piero Longo y Ghedini (que ahora ha defendido el laudo), y a Mills le defend¨ªa Federico Cecconi.
Tildar de farsa a este proceso es una calumnia. Desde 2004, los fiscales de Mil¨¢n intervinieron miles de documentos en cinco pa¨ªses. Documentos procedentes de los discos duros del ordenador de Mills, papeles recogidos en su casa y su despacho, en la sociedad de intermediaci¨®n Struie, en Fininvest y en un sinf¨ªn de empresas ficticias y fiduciarias. Gandus puso a trabajar a los mejores t¨¦cnicos y peritos.
En 1995, Mills escribi¨® a sus socios del estudio Withers una nota para tratar de calmarlos por el esc¨¢ndalo medi¨¢tico que suscit¨® la noticia de que Craxi hab¨ªa recibido dinero de Fininvest a trav¨¦s de All Iberian. "Cuando habl¨¦ con Silvio Berlusconi el jueves, ¨¦l insisti¨® sobre el hecho de que las acusaciones tienen motivos pol¨ªticos. Son bombas pol¨ªticas en Italia porque los jueces de Manos Limpias en Mil¨¢n est¨¢n en condiciones de afirmar que detr¨¢s del pago a Craxi est¨¢ Berlusconi", sosten¨ªa Mills.
M¨¢s abajo, Mills reconoce que ha hablado sobre el asunto con Berlusconi m¨¢s de una vez, y achaca el pago a Craxi de los 10.000 millones de liras a Tarak Ben Ammar, due?o de la sociedad Accent Investment and Financing, y socio hoy de Berlusconi y de Gaddafi en la empresa luxemburguesa dedicada a la producci¨®n de cine Quinta Communications.
Gandus considera "intr¨ªnsecamente il¨®gico y al l¨ªmite de lo risible" la versi¨®n de la defensa de Berlusconi y Mills negando el soborno. Seg¨²n la jueza, fue Bernasconi y no Attanasio quien se los dio a Mills. El relato es suculento: "Es normal que Mills conociera a Bernasconi a causa de la actividad que ambos realizaban para Fininvest. ?ste siempre lo califica como amigo (siempre m¨¢s querido y m¨¢s ¨ªntimo, en la progresi¨®n de sus 12 declaraciones). M¨¢s de diez a?os de discreta actividad para Fininvest habr¨ªan debido inducir al experto y famoso abogado a evitar a toda costa el riesgo de la posible asociaci¨®n del nombre del donante al de Berlusconi, asociaci¨®n que habr¨ªa puesto, como ha puesto, a todos en una situaci¨®n mucho m¨¢s peligrosa y tambi¨¦n, desde el inicio y no por poco tiempo, en el centro de la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n, no s¨®lo en Italia, sino en el Reino Unido".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.