Retrat¨¢ndose con Mister Marshall
Del 'Maine' a Aznar en las Azores, pasando por Franco y Eisenhower, y Fraga en Palomares, la compleja historia de las relaciones entre Espa?a y EE UU se ilustra con fotos memorables. Ahora posan Obama y ZP
Si el Ricardo III de Shakespeare ofrec¨ªa su reino a cambio de un caballo, Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar sacrific¨® el suyo -el Gobierno del PP en Espa?a- por una foto: aquella que conseguir¨ªa en julio de 2002, en la localidad canadiense de Kananaskis. Se le ve en ella feliz, hondamente feliz, poniendo los pies encima de una mesa y fumando un puro; a su lado, tambi¨¦n con los pies sobre la mesa, est¨¢ George W. Bush, 43? presidente de Estados Unidos.
Menos de un a?o despu¨¦s, en marzo de 2003, esa foto desembocar¨ªa en otra igualmente notoria: la del tr¨ªo de las Azores. Junto a Bush y Tony Blair, Aznar situaba a Espa?a en primera l¨ªnea de la inminente guerra de Irak. La operaci¨®n ten¨ªa, no obstante, un serio inconveniente: si Bush ya era entonces impopular en Espa?a, la guerra de Irak lo era a¨²n m¨¢s. Ah¨ª empez¨® a gestarse la derrota del PP en 2004.
El Rey tuvo que emplearse a fondo para que Clinton posara con Aznar en la Casa Blanca y el 'Fortuna'
Tras fotografiarse con Eisenhower, Franco dijo: "Ahora s¨ª que he ganado la guerra"
La obsesi¨®n de Aznar por hacerse una foto que probara su compadreo con el inquilino de la Casa Blanca ha marcado las relaciones entre Espa?a y EE UU incluso despu¨¦s de que dejara La Moncloa. Entre 2004 y 2008 la pol¨ªtica exterior de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero fue juzgada en gran medida por su falta de sinton¨ªa personal y pol¨ªtica con Bush, en otras palabras, por la ausencia de una foto que probara que era coleguita del texano. Poco importaba que en ese per¨ªodo las relaciones entre Espa?a y EE UU fueran de business as usual, que incluso aumentaran los intercambios entre ambos pa¨ªses. Y tampoco importaba que Espa?a se hubiera reconciliado con Francia, Alemania, Brasil, M¨¦xico, Chile, Marruecos y otros pa¨ªses enfadados por el activismo de Aznar en Irak. Bush no invitaba a Zapatero a La Casa Blanca (de hecho, Zapatero tampoco solicitaba esa cita), y, para la derecha, eso probaba que Espa?a no pesaba nada en el mundo.
Tras la man¨ªa de Aznar por retratarse con el presidente norteamericano hab¨ªa una visi¨®n pol¨ªtica. Cre¨ªa que el siglo XXI iba a ser unipolar, con EE UU como ¨²nica potencia imperial, y que su misi¨®n hist¨®rica consist¨ªa en situar a Espa?a, junto a Israel y Reino Unido, en el grupito de los ¨ªntimos de Washington. Pero se equivoc¨®: la guerra de Irak demostr¨® los l¨ªmites del poder estadounidense y abri¨® las puertas a un siglo XXI multipolar. Y, adem¨¢s, la mayor¨ªa de los espa?oles no desea una relaci¨®n de vasallaje con el amigo americano.
Nadie le puede negar a Aznar una gran tenacidad. En mayo de 1998, Jon Lee Anderson public¨® en The New Yorker un reportaje sobre el rey de Espa?a, en el que Richard Gardner, ex embajador de EE UU en Madrid, contaba c¨®mo don Juan Carlos tuvo que multiplicarse para que Aznar fuera recibido por Bill Clinton en la Casa Blanca en abril de 1997. M¨¢s tarde, el Rey invit¨® al matrimonio Clinton a viajar a Mallorca dos d¨ªas antes de de una cumbre de la OTAN en Madrid. Se trataba de navegar juntos en el yate Fortuna. Pues bien, Gardner desvelaba c¨®mo Aznar maniobr¨® hasta conseguir subirse al yate, pese a la poca gracia que el asunto le hac¨ªa a los Clinton.
Pero Aznar termin¨® aprendiendo spanglish, poniendo los pies sobre la mesa de Bush y desmelen¨¢ndose en las Azores. Hizo realidad su particular sue?o americano.
La fotograf¨ªa no se hab¨ªa inventado aun cuando, m¨¢s por incordiar a Inglaterra que por otra cosa, Espa?a tom¨® el partido de los independentistas durante la Revoluci¨®n Americana (1775-1783). Pero s¨ª registr¨® el segundo gran momento de las relaciones entre ambos pa¨ªses: el hundimiento del Maine en el puerto de La Habana en 1898. EE UU declar¨® la guerra a Espa?a y la gan¨® en un santiam¨¦n; en el paladar colectivo espa?ol a¨²n queda el regusto amargo de semejante p¨¦rdida de Cuba.
Tampoco fue feliz el tercer gran encuentro (o desencuentro) entre los dos pa¨ªses. A diferencia de los franceses e italianos, de los alemanes y japoneses, los espa?oles no le deben su democracia a la sangre derramada por soldados norteamericanos. Washington, con el dem¨®crata Roosevelt, sigui¨® a Par¨ªs y Londres en la pol¨ªtica de abandonar a su suerte a la II Rep¨²blica espa?ola a fin de no irritar a Hitler. Luego, ya con el republicano Eisenhower, adopt¨® a Franco como un socio de tercera en la Guerra Fr¨ªa. En 1953 Franco cedi¨® a EE UU cuatro bases militares, as¨ª que, como se?ala el historiador Misael Arturo L¨®pez Zapico, "los soldados estadounidenses llegaron a Espa?a con 10 a?os de retraso, y no como libertadores sino para apuntalar la dictadura". Esto tambi¨¦n tiene su peso.
En El amigo americano. De Franco a Aznar una adhesi¨®n inquebrantable, el periodista Carlos Elordi comenta una foto en blanco y negro tomada en diciembre de 1959: la del abrazo entusiasta de Franco a un Eisenhower reci¨¦n llegado a Madrid. Y recuerda que se le atribuy¨® al dictador esta frase: "Ahora s¨ª que puede decir que he ganado la guerra". Del per¨ªodo que seguir¨ªa la historia ha retenido otra instant¨¢nea: esa de 1966 en la que Fraga se ba?a en las aguas de Palomares donde hab¨ªa ca¨ªdo una bomba nuclear estadounidense. Y una gran pel¨ªcula: Bienvenido, Mister Marshall.
Tras el restablecimiento de la democracia, Espa?a, con Adolfo Su¨¢rez y sobre todo con Felipe Gonz¨¢lez, comenz¨® a construir una nueva relaci¨®n con EE UU: socios, aliados y amigos, s¨ª, pero cada cual con su voz y sus intereses propios. Gonz¨¢lez gan¨® su arriesgada apuesta por el s¨ª en el refer¨¦ndum sobre la OTAN. A cambio obtuvo que EE UU redujera su presencia militar en suelo espa?ol. No sin arduas negociaciones, las bases de Torrej¨®n y Zaragoza pasaron a manos espa?olas en 1988. Reagan, que en 1985 se fotografi¨® con Gonz¨¢lez en Madrid, ocupaba entonces la Casa Blanca.
Gonz¨¢lez colabor¨® con el primer Bush en la Guerra del Golfo de 1990 y la Conferencia de Paz para Oriente Medio celebrada en Madrid en 1991, y de esos tiempos muchos espa?oles recuerdan la imagen de Marta S¨¢nchez cantando para la entusiasmada mariner¨ªa de la fragata Numancia en aguas del Golfo. Pero asimismo se constituy¨® en socio activo de la construcci¨®n europea y mantuvo una distintiva posici¨®n propia en Am¨¦rica Latina. Luego, aunque no coincidi¨® mucho tiempo con Clinton, qued¨® claro que el pol¨ªtico de Arkansas le ten¨ªa una gran simpat¨ªa. Ambos firmaron en Espa?a la Nueva Agenda Transatl¨¢ntica.
As¨ª que Joaqu¨ªn Roy, director del Centro de la Uni¨®n Europea de la Universidad de Miami, piensa que la "rareza" en la contempor¨¢nea relaci¨®n hispano-estadounidense la puso Aznar con su "calentura atlantista". Cierto es que ten¨ªa muchas cosas en com¨²n con Bush: el culto al capitalismo, el patrioterismo belicoso, la sobredimensi¨®n del terrorismo, el escepticismo ante el cambio clim¨¢tico... Hasta tal punto que la derecha republicana y neocon de EE UU consider¨® al PP aznarista como uno de sus grandes socios europeos.
Pero los republicanos perdieron en EE UU las legislativas de 2006 y las presidenciales de 2008. Corroborando su capacidad para empezar de nuevo, el gigante norteamericano llev¨® a la presidencia al dem¨®crata Barack Obama. Y este martes le llega a Zapatero el momento de fotografiarse en la Casa Blanca con su inquilino. Por primera vez en sus m¨¢s de cinco a?os de Gobierno. Tras su rechazo a arrodillarse ante Bush tambi¨¦n hab¨ªa otra visi¨®n pol¨ªtica.
Zapatero ya se ha visto con el flamante premio Nobel de la Paz en foros multilaterales, incluidas cumbres del G-20. Pero en la primera ocasi¨®n, en Praga, la pasada primavera, las filtraciones sobre un cambio de Gobierno de Espa?a relegaron a segundo plano la imagen en la que Obama, con su mismo lenguaje corporal, le manifestaba gran simpat¨ªa. Y en la ¨²ltima, en Nueva York, las pol¨¦micas sobre si deb¨ªan o no publicarse las fotos en las que sal¨ªan las hijas del presidente espa?ol y sobre sus trajes g¨®ticos acallaron todo lo dem¨¢s.
Zapatero y Obama tambi¨¦n tienen cosas en com¨²n: ideas que los norteamericanos llaman liberales y los europeos socialdem¨®cratas, una visi¨®n del mundo en la que el di¨¢logo, el multilateralismo, la ayuda al desarrollo y la lucha contra el cambio clim¨¢tico toman el lugar que en tiempos de Bush y Aznar ten¨ªan el ordeno y mando, el unilateralismo, la guerra preventiva y la sacralizaci¨®n del mercado. De modo que tienen una buena oportunidad para cooperar en temas como la lucha inteligente contra el yihadismo, el nacimiento de un Estado palestino, la ayuda a la democracia y la justicia social en Am¨¦rica Latina, el futuro de los 45 millones de hispanos de EE UU y la promoci¨®n de las energ¨ªas renovales.
Esta nueva etapa ser¨¢ inmortalizada en otra foto para el ¨¢lbum hispano-estadounidense, la del mi¨¦rcoles en la Casa Blanca. Es curioso: qui¨¦n le hubiera dicho a Franco que Mr. Marshall terminar¨ªa siendo negro.
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