"Bailaba hasta que el Ej¨¦rcito cambi¨® mi movimiento"
?Le gusta pasar miedo? "Me gusta vencer al miedo", replica Michal Rovner, menuda, delgada, nervuda, mientras cruza por el centro de una calle, esquivando por poco a una furgoneta, camino del mes¨®n donde se ha concertado la cita. Rezagado y desde el otro lado del asfalto, el periodista piensa que ¨¦ste va a ser uno de esos encuentros para los que conviene haber dormido bien la noche anterior.
Rovner ha elegido un peque?o restaurante muy cercano a la galer¨ªa Ivorypress Art+Books, donde expone su obra por primera vez en Espa?a. Esta artista pl¨¢stica israel¨ª, una de las m¨¢s reconocidas de mundo, se encuentra a sus anchas en el local, una mezcla de ambiente familiar, trato muy amable, comidas contundentes... y mucho ruido. La grabadora tendr¨¢ el d¨ªa libre, pero los o¨ªdos trabajar¨¢n doble turno. Rovner come aqu¨ª casi todos los d¨ªas desde que est¨¢ en Madrid montando su exposici¨®n Frequency.
La artista ha unido piedras de israel¨ªes y palestinos para sus creaciones
La energ¨ªa que despliega s¨®lo es comparable a su curiosidad. Ataca con ganas el rabo de toro a la vez que prueba el plato de su interlocutor, llama a su asistente para pedirle un dato, muestra la foto en el m¨®vil de su perro, Tom¨¢s, dibuja en el cuaderno del periodista y hace el experimento de levantarse para pedir a dos comensales que bajen la voz. "This is Spain", le responden, pero le hacen caso. Hay que subrayar que Rovner tiene una relaci¨®n especial con las piedras, tanto en su creaci¨®n art¨ªstica como en su casa de Israel, donde se esparcen por el terreno que posee. No es de extra?ar ver c¨®mo maneja entonces la materia org¨¢nica.
Entre toda esta vor¨¢gine -en la televisi¨®n deciden si Madrid alberga o no los Juegos Ol¨ªmpicos de 2016-, relata c¨®mo ha viajado hasta Kazajist¨¢n para filmar y grabar el fuego que sale de las bocas de los pozos petrol¨ªferos. El sonido lo ha puesto en manos de un m¨²sico alem¨¢n, Heiner Goebbels, que ha creado una banda sonora que se proyecta junto a las im¨¢genes en el interior una habitaci¨®n negra. El resultado no puede dejar indiferente a nadie. "El espectador puede experimentar un nuevo punto de vista, pero es importante recordar que puede cambiar los puntos de vista".
Como tampoco han dejado indiferentes algunas de sus m¨¢s importantes creaciones, entre ellas Makom, realizada en piedras de casas pertenecientes a hogares de israel¨ªes y palestinos que, juntas, forman una unidad.
?Descansa? S¨ª, se va a la cama pronto a leer -varios libros a la vez, claro; David Grossman es uno de sus autores favoritos- y se levanta antes del amanecer. "De hecho, despierto al perro". De joven se dedic¨® a la danza, pero tras su paso por el servicio militar obligatorio -dos a?os para las mujeres en Israel- su profesor le dijo que hab¨ªa cambiado su forma de moverse, que ya no era la misma. "Y por dentro tampoco", a?ade. La uniformidad fue una experiencia muy dura para alguien que adora los matices.
Mientras come mel¨®n explica que el deporte que m¨¢s practica es correr por los aeropuertos. "Siempre llego tarde". Aunque luego sonr¨ªe de medio lado y dice una palabra: "pilates".
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