El dilema del socialismo europeo
La crisis de tantos partidos socialdem¨®cratas se debe en gran medida a que adoptaron esquemas neoliberales en los noventa y mutilaron su propia identidad. La Tercera V¨ªa de Blair s¨®lo era 'tatcherismo' sonriente
Los partidos socialistas europeos atraviesan una crisis extremadamente profunda. Si dejamos de lado el caso de los pa¨ªses n¨®rdicos, donde, en su conjunto, la tradici¨®n socialista es muy particular y la conflictividad social menos aguda, o incluso de los partidos socialdem¨®cratas de los pa¨ªses del Este europeo, demasiado recientes todav¨ªa para poder ser juzgados, constatamos, con la excepci¨®n notable de Espa?a, que en todos los otros lugares -Francia, Gran Breta?a, Alemania, Italia- los partidos socialistas est¨¢n de capa ca¨ªda.
En Francia, la crisis comenz¨® a principios del a?o 2000 con el fracaso estrepitoso del experimento de la "izquierda plural". La aplicaci¨®n de una pol¨ªtica de recuperaci¨®n econ¨®mica en 1997 hab¨ªa sido seguida a partir de 1999 de una pol¨ªtica de adaptaci¨®n liberal contraria al programa inicial. Simb¨®licamente, este cambio se encarn¨® en la c¨¦lebre frase del entonces l¨ªder socialista Lionel Jospin -"no puedo hacer nada"- en el momento en que la empresa multinacional Michelin anunci¨® superbeneficios y, a la vez, dejaba en el paro a miles de trabajadores debido a las deslocalizaciones. Ah¨ª es donde el Partido Socialista Franc¨¦s perdi¨® al pueblo.
El PS franc¨¦s perdi¨® al pueblo al decir Jospin que no pod¨ªa hacer nada ante los despidos de Michelin
El SPD alem¨¢n, al que se le escapan votos por la izquierda, elige como l¨ªder a un centrista
Pero hay algo a¨²n m¨¢s grave: el Partido Socialista Franc¨¦s no ha visto venir la crisis de la globalizaci¨®n liberal; ha sido sorprendido y desconcertado por la estrategia de Nicolas Sarkozy, quien ha congregado alrededor de un ¨²nico gran partido liberal-conservador a gentes de derechas, de extrema derecha, de centro y de la izquierda social-liberal. Por ¨²ltimo, el PS es incapaz de cerrar filas en torno a un candidato cre¨ªble, puesto que ninguno de los/as aspirantes que pelean por las pr¨®ximas elecciones presidenciales tiene ni la personalidad, ni la profundidad de visi¨®n necesarias para derrotar a Nicolas Sarkozy. Esta situaci¨®n engendra la apat¨ªa de las clases populares, la desorientaci¨®n de las clases medias y el aumento de la abstenci¨®n electoral.
En Gran Breta?a, el fracaso del blairismo ha quedado simbolizado por la propia marcha de Tony Blair. La famosa Tercera V¨ªa no ha sido en los hechos m¨¢s que una adaptaci¨®n sonriente y biempensante del tatcherismo basado en el desmantelamiento de los servicios p¨²blicos y la privatizaci¨®n generalizada. Hoy, el Partido Laborista est¨¢ en ca¨ªda libre. Durante su ¨²ltimo congreso, Gordon Brown propuso un Welfare State (Estado del bienestar) centrado en un "nuevo modelo econ¨®mico, social y pol¨ªtico" y basado en la "regulaci¨®n del mercado". Pero en ninguna parte del programa se especificaba c¨®mo financiar este Welfare State y, menos a¨²n, c¨®mo convencer a las clases medias que quieren a la vez m¨¢s Estado del bienestar y menos impuestos.
Al no estar en el euro, Gran Breta?a tiene sin duda mayor libertad para gestionar una deuda p¨²blica del 80% y un d¨¦ficit presupuestario del 12,4%; pero el desempleo (3 millones de personas) aumentar¨¢ y no vemos c¨®mo podr¨ªamos contenerlo sin incentivos fiscales, y, por tanto, sin un endeudamiento creciente.
En Italia, la descomposici¨®n de la izquierda socialista se ha producido bajo la forma de un agujero negro que se la ha tragado. La alianza en el seno del PD de los ex comunistas y de una parte de la Democracia Cristiana ha llevado a dos desenlaces fatales: de un lado, a la desa-parici¨®n del socialismo pol¨ªtico e ideol¨®gico del terreno pol¨ªtico italiano; del otro, a la apertura desde hace casi 10 a?os de una amplia avenida electoral para el populismo reaccionario de Silvio Berlusconi. La crisis actual del berlusconismo, en lugar de beneficiar a la izquierda, pone sobre todo en evidencia su impotencia.
En Alemania, el SPD est¨¢ en crisis desde que Oskar Lafontaine se neg¨® a apoyar en el a?o 2000 la orientaci¨®n liberal que preconizaba Gerhard Schr?der. El SPD acab¨® perdiendo las elecciones y aceptando un Gobierno de coalici¨®n con la CDU. Acostumbrado a establecer alianzas con la derecha, no ha sabido esta vez sacarle provecho porque ha demostrado ser incapaz de ofrecer un discurso propio y cre¨ªble sobre la crisis econ¨®mica. El caso es que, de momento, es el partido socialista europeo que mayores p¨¦rdidas ha sufrido. Adem¨¢s de su divisi¨®n por la creaci¨®n en la izquierda de Die Linke, ha perdido 10 millones de votos desde 1998, en beneficio tanto de Die Linke como de los Verdes, los Liberales y la CDU.
El SPD alem¨¢n comparte hoy con el PS franc¨¦s la misma crisis de liderazgo, y la elecci¨®n reciente de Sigmar Gabriel, con fama de centrista sin color ideol¨®gico, est¨¢ lejos de concitar unanimidad.
Este breve resumen permite despejar algunas tendencias de fondo.
En primer lugar, los partidos socialistas occidentales aceptaron en los a?os noventa adaptarse a la globalizaci¨®n liberal (bautizada como tercera v¨ªa o cultura de gobierno) no s¨®lo sin ofrecer un proyecto alternativo a su electorado central (clases medias y clases populares), sino tambi¨¦n sin sacar todas las consecuencias ideol¨®gicas de esta elecci¨®n.
Con ello, han ganado sin duda en eficacia gubernativa, pero han mutilado gravemente su propia identidad. De ah¨ª la paradoja actual: son arrastrados por la crisis del liberalismo mientras que la derecha liberal no duda en aplicar las recetas tradicionales del Welfare State para hacer frente al temporal. Dicho de otra manera, la derecha se muestra m¨¢s pragm¨¢tica que la izquierda, la cual, despu¨¦s de haber perdido su identidad socialista, ha cre¨ªdo plenamente en las virtudes del social-liberalismo.
En segundo lugar, en todas partes de Europa occidental, los partidos socialistas no saben c¨®mo reaccionar ante la tendencia a la "derechizaci¨®n" de la sociedad, que es el resultado de la inestabilidad creada por la desregularizaci¨®n econ¨®mica y social de estos ¨²ltimos a?os y que se encarna en una fuerte demanda de seguridad (social, econ¨®mica e identitaria), y en una vuelta a los nacionalismos. Estas dos tendencias de fondo, que podemos observar en todas partes, expresan en realidad una grave crisis de identidad de la socialdemocracia: ya no tiene ning¨²n proyecto espec¨ªfico. As¨ª que la victoria del liberalismo en estos ¨²ltimos 15 a?os no s¨®lo ha sido econ¨®mica; ha sido tambi¨¦n y, sobre todo, ideol¨®gica y cultural.
La izquierda ya no tiene ni conceptos, ni m¨¦todos, ni visi¨®n para entender el mundo y actuar. Tiene cada vez m¨¢s dificultades para diferenciarse cualitativamente de la derecha. Adem¨¢s, esta falta de proyecto no puede ser enmascarada por una ret¨®rica de defensa de los "valores". Porque si la izquierda sigue creyendo en sus "valores" (de solidaridad, igualdad, libertad y tolerancia), tambi¨¦n sabemos desde hace mucho tiempo que los invoca tanto m¨¢s f¨¢cilmente en la oposici¨®n cuanto que, a menudo, se olvida de ellos cuando est¨¢ en el gobierno.
Los partidos socialistas est¨¢n enfrentados de este modo a un dilema tr¨¢gico: o se inventan un nuevo programa o perecer¨¢n lentamente. ?Qu¨¦ hacer ante la crisis de la mundializaci¨®n liberal? ?Qu¨¦ hacer ante el rechazo del que es objeto la Europa liberal? ?Qu¨¦ hacer ante el escepticismo y el alejamiento de las clases populares y medias? El proyecto de un nuevo Welfare State europeo, m¨¢s necesario que nunca, depende de las respuestas que los partidos socialistas sean capaces de dar a estas preguntas.
Sami Na?r es profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla. Traducci¨®n de M. Sampons.
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