Romanticismo a carboncillo
La Juan March re¨²ne en una muestra ¨²nica dibujos y acuarelas de Caspar David Friedrich - Su iconograf¨ªa defini¨® el movimiento cultural del siglo XIX
Para Caspar David Friedrich (1774-1840), impregnar de romanticismo el mundo consist¨ªa en potenciar sus cualidades: conceder a lo cotidiano un sentido profundo, un aura misteriosa a lo ordinario, la dignidad de lo desconocido a lo familiar y un destello de infinitud a lo finito. Los 70 dibujos y acuarelas que a partir de ma?ana se exponen en las renovadas salas de exposiciones de la madrile?a Fundaci¨®n Juan March logran exactamente eso.
Y conservan intacta la capacidad de sobrecoger de los ¨®leos con los que el artista alem¨¢n fij¨® la "noche estrellada" del Romanticismo. En la distancia corta de los dibujos y las acuarelas, Friedrich puebla sus mundos de vegetaci¨®n, arquitecturas, de ruinas, de objetos de trabajo de los campesinos y pescadores del norte de Europa. La presencia humana es escasa. Y, de cuando en cuando, surgen siluetas de, en una hermosa pirueta, inspiraci¨®n casi japonesa.
En el paisaje, "es el alma del artista" lo que debe reflejarse, dec¨ªa el pintor
Cada uno de los papeles expuestos iba acompa?ado de breves anotaciones
Friedrich sosten¨ªa que la tarea del pintor de paisajes no se pod¨ªa limitar a la fiel representaci¨®n del aire, el agua, las piedras o los ¨¢rboles. "Es el alma y los sentimientos del artista lo que se tiene que reflejar", dec¨ªa. Si se hace caso a esa idea, las caba?as vac¨ªas, los riscos pelados, los troncos de ¨¢rboles muertos o la ropa tendida junto a los casta?os hablan de un Friedrich profundamente solitario.
Tiene algo de acontecimiento ¨²nico esta exposici¨®n peque?a, exquisita. En Espa?a, su obra fue objeto de una gran muestra en el Prado hace una d¨¦cada. Predominaron all¨ª las pinturas de gran formato. Ahora se fija el foco en una faceta desconocida del artista. La comisaria Christina Grummt ha querido mostrar c¨®mo todas esas turbulencias, ese tumulto del alma rom¨¢ntica que despu¨¦s aparece en la pintura, est¨¢ ya en el germen de los dibujos, pese a que ¨¦stos trascienden la funci¨®n de bocetos preparatorios de los ¨®leos.
Su minuciosidad y delicadeza explican los motivos por los que este artista es el maestro m¨¢s c¨¦lebre de un movimiento, el Romanticismo, apasionado tambi¨¦n en los detalles. Son dibujos y acuarelas recopiladas entre un sinf¨ªn de hojas sueltas y cuadernos, a partir de la visi¨®n de esa naturaleza poderosa que defini¨® el movimiento a caballo entre los siglos XVIII y XIX.
Recopilados, formaban un dep¨®sito de dibujos pict¨®ricos, un tesoro desperdigado. Cada uno de los papeles expuestos iba acompa?ado de breves anotaciones hechas con l¨¢piz en las que precisaba la fecha y las circunstancias de ese d¨ªa concreto (la temperatura, los vientos, indicaciones sobre el lugar, su estado de ¨¢nimo y asuntos acaecidos...). As¨ª ocurre en el millar largo de dibujos que se conserva. En cambio, casi nunca firm¨® ni fech¨® sus ¨®leos. Es como si la pintura fuera el mundo de lo p¨²blico y el dibujo, un refugio para lo privado.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.