"Millennium IV"
Salander y Blomkvist protagonizan 200 p¨¢ginas in¨¦ditas dejadas por Stieg Larsson, ambientadas en Canad¨¢ y en la mexicana Ciudad Ju¨¢rez. Pero la agria disputa familiar por la millonaria herencia del escritor impide la aparici¨®n de lo que podr¨ªa ser su cuarta novela
Cerca del C¨ªrculo Polar ?rtico, en Ume?, al norte de Suecia, dos hombres muy criticados llevan una existencia sencilla y tranquila. Erland y Joakim, el padre y el hermano del fallecido escritor Stieg Larsson, herederos de una fortuna estimada en unos 20 millones de euros -ellos dicen no saberlo: "no miramos las cuentas"-, viven en la misma casa, usan el mismo coche y pasean por las tardes en esta fr¨ªa y solitaria ciudad, igual que lo hac¨ªan cuando no ten¨ªan un euro en el banco y las facturas se acumulaban en el buz¨®n. No han querido tocar a¨²n el dinero, como si esa fortuna estuviese maldita.
El padre, un sindicalista jubilado, y el hermano, contable en una asesor¨ªa, protagonizan uno de los conflictos m¨¢s tr¨¢gicos de la historia reciente de Suecia: son los hombres que no han querido compartir el legado que dej¨® Stieg Larsson con la que durante 32 a?os fue pareja del famoso escritor, Eva Gabrielsson. Ella, por no haber estado casada con Stieg, no ha visto ni un c¨¦ntimo de las gigantescas ganancias de las novelas de la trilog¨ªa Millennium, que salieron a la venta unos meses despu¨¦s de que el coraz¨®n de Stieg Larsson explotase en 2004 en la redacci¨®n de la revista en la que trabajaba. Nunca conoci¨® su propio ¨¦xito.
Unos 20 millones de euros separan al padre y al hermano del escritor, de un lado, de quien fuera su mujer
Erland, el padre: "Yo estaba muy orgulloso de mi hijo". Eva, la mujer: "Stieg se sent¨ªa un extra?o en esa familia"
Padre y hermano tienen los derechos sobre la obra de Larsson; Eva conserva el port¨¢til donde est¨¢ la cuarta novela
El escritor que ha vendido 21 millones de libros era trotskista, antinazi y comprometido con las causas sociales
Es mediod¨ªa y no se ve ni un alma en este barrio residencial de las afueras de Ume?. Erland Larsson, el padre, abre la puerta de su casa, un sencillo pero coqueto apartamento. En la puerta hay que dejar los zapatos. Dentro, Erland, con aspecto de viejo gru?¨®n, dice sentado en el sof¨¢ que apenas ha gastado nada del dinero heredado, que a sus 74 a?os no lo necesita, sobre todo ¨¦l, porque no le gusta viajar y no le interesan los lujos. "Yo estoy dispuesto a darle parte de la herencia a Eva, no hay ning¨²n problema", se?ala con vehemencia, "?pero ella no quiere!". M¨¢s tarde, en Estocolmo, Eva contar¨¢ a este peri¨®dico que no es una cuesti¨®n de dinero, pues lo que quiere tener es el control del legado literario de Stieg y que no se prostituya su obra. Algo impensable para Erland: "Ella no est¨¢ preparada mentalmente para algo as¨ª".
Erland insin¨²a que Gabrielsson, arquitecta de profesi¨®n, miente habitualmente. Eva, afirma, se ha negado siempre a buscar una soluci¨®n. Dice que, a trav¨¦s de un amigo, le hizo llegar en enero un cheque en blanco a Gabrielsson para acabar con la disputa, que se alarga ya cinco a?os, desde la muerte repentina del escritor. Ella no quiso firmar nada. "No puedo hacer m¨¢s, no quiere coger el dinero", a¨²lla Erland. Le han dicho muchas veces que no tiene coraz¨®n, que es un desalmado, un avaro, y eso le ha hecho mucho da?o. "Ella tiene una historia dram¨¢tica que presentar, la pobre mujer maltratada por unos monstruos. Y lo est¨¢ explotando, pero esa no es la realidad", se defiende. A cada rato Erland recuerda que tiene que ir en un par de horas al taller para poner las ruedas de nieve en su coche. Teme que el invierno, implacable aqu¨ª, se eche encima y deje helada la carretera.
Stieg Larsson trabajaba como periodista en la revista Expo, especializada en temas de inmigraci¨®n y de racismo, y a la vez escrib¨ªa las novelas. Dorm¨ªa muy poco, un par de horas, fumaba cada d¨ªa tres cajetillas de Marlboro Light y tomaba una veintena de caf¨¦s. Le encantaba la comida basura. Viv¨ªa en un apartamento de 56 metros con Eva. Manejaba poco dinero y el que ten¨ªa lo gastaba en la revista. Apenas le daba importancia a las cosas materiales. Se pasaba las noches escribiendo en su MacBook blanco, al igual que hac¨ªa cuando era ni?o, pero esta vez de una forma m¨¢s silenciosa. El d¨ªa que muri¨® de un ataque al coraz¨®n, el 9 de noviembre de 2004, Stieg Larsson dej¨® tres libros terminados en la editorial Norstedsts. Eso es lo que hab¨ªa firmado con la compa?¨ªa. En su cabeza ten¨ªa pensada una saga de siete libros.
En el port¨¢til blanco, actualmente en manos de Eva, el celebrado autor de Millennium dej¨® el equivalente a unas 200 p¨¢ginas escritas de un cuarto libro. Una novela inacabada, cuya mera existencia ha enfrentado ferozmente a Eva y a los Larsson. Apenas un d¨ªa despu¨¦s de que Stieg fuera enterrado, en un lugar que muy poca gente conoce y que se guarda en secreto, el padre fue al piso de la pareja y recogi¨® un inventario de las pertenencias de su hijo. Entre ellas figuraba el manuscrito de la cuarta entrega. Dice Erland que lo tuvo entre sus manos, pero lo dej¨® all¨ª. Nunca m¨¢s se supo de esas p¨¢ginas. Se supone que contin¨²an en el port¨¢til que Eva se niega a entregar a la familia, pues ella asegura que, en realidad, el ordenador pertenece a la revista. Erland y Joakim aseguran que no quieren ir a juicio para recuperarlo; le ofrecieron un pacto. Intercambiar el texto p¨®stumo de Stieg por la parte del piso que heredaron, donde vive Eva. Ella lo tom¨® como un chantaje.
Stieg Larsson era un tipo muy acostumbrado a hablar de lo que escrib¨ªa con sus ¨ªntimos. Los testimonios que ha reunido este peri¨®dico entre amigos y compa?eros de trabajo de Stieg apuntan que la cuarta entrega comienza en Canad¨¢. Los dos personajes principales de la trilog¨ªa ya conocida: Mikael Blomkvist, el mujeriego periodista de investigaci¨®n, y Lisbeth Salander, la hacker antisocial, siguen siendo los protagonistas. La trama despu¨¦s se desplaza a M¨¦xico, concretamente a Ciudad Ju¨¢rez, escenario del asesinato de miles de mujeres. Muertes que nunca se resuelven. Stieg, un hombre que aborrec¨ªa las injusticias, como muchos de los personajes de sus novelas, estaba obsesionado con esas matanzas en M¨¦xico. Tambi¨¦n, en este nuevo tomo, se podr¨ªan cerrar historias que en los anteriores libros se quedaron al borde del precipicio, sin respuestas, como la de Camila, la hermana gemela de Lisbeth. En el nuevo libro, ella tiene un papel relevante.
?Llegar¨¢ esta nueva novela a ver la luz? El caso es que la familia tiene los derechos, pero el manuscrito est¨¢ en poder de Eva Gabrielsson. Los Larsson dicen haber renunciado al libro, que nunca podr¨¢ ser publicado sin su consentimiento. Joakim y Erland dicen que ya es suficiente, han peleado, est¨¢n agotados y no han conseguido nada: "Nunca habr¨¢ cuarto libro. Con tres basta. Esta historia se acab¨®".
La ¨²ltima vez que los Larsson y Eva estuvieron frente a frente fue en unas oficinas de Ume?, muy cerca de donde viven ahora el padre y el hermano de Stieg. Era enero de 2008 y Erland no estaba presente. S¨®lo Joakim, su abogado, y Eva con el suyo. El encuentro dur¨® dos horas. Hubo insultos. Result¨® desagradable. Al final, acordaron que la familia iba a presentar una propuesta sobre el manejo conjunto de los derechos literarios. Nunca se realiz¨® aquella propuesta. Desde entonces no han parado de echarse cosas en cara unos y otros.
Larsson retrata una Suecia muy diferente a la del clich¨¦. Una Suecia subterr¨¢nea, de bajos fondos, de polic¨ªa corrupta, empresarios sin escr¨²pulos y tipos que emplean una violencia desmedida. Sobre todo contra las mujeres. En Suecia, un pa¨ªs con nueve millones de habitantes, se han vendido cuatro millones (21 millones en todo el mundo) de ejemplares de la trilog¨ªa Millennium: Los hombres que no amaban a las mujeres, La chica que so?aba con una cerilla y un bid¨®n de gasolina y La reina en el palacio de las corrientes de aire. Y el drama de la herencia, donde la familia Larsson ha quedado retratada como despiadada y miserable, ha hecho tambalearse la moral de este pa¨ªs de apariencia sosegada.
En un momento dado, Erland coge su abrigo y se marcha al taller a cambiar unas ruedas. Joakim Larsson propone un viaje en coche de una hora por las calles de esta ciudad, famosa por los j¨®venes y reivindicativos ecologistas que aqu¨ª viven. En ese tiempo, veremos a una mujer re¨ªrse sola en una acera llena de escarcha, a un hombre desplomarse en mitad de un paso de cebra y que al ir a ayudarle no quiera que se llame a la ambulancia; o al empleado de una tienda iran¨ª, que cumple un turno de 24 horas. Se ver¨¢ que alrededor de la ciudad hay una f¨¢brica de tractores, una universidad completamente a oscuras y un aeropuerto. Apenas se ver¨¢ a gente, salvo alguien por el carril bici, un operario con un quitanieves y poco m¨¢s. Cinco grados bajo cero fuera del coche. Las horas de sol, que en esta ¨¦poca del a?o apenas son cuatro horas al d¨ªa, ser¨¢ engullido violentamente por el horizonte.
En Ume?, para evitar que se propague un incendio que devore la ciudad, como ya ha ocurrido en cinco ocasiones anteriores durante su historia, hay una distancia considerable entre casa y casa. Eso agrava la sensaci¨®n de soledad. En medio se plantan abedules: la ciudad donde viven los Larsson est¨¢ llena de estos ¨¢rboles.
C¨®mo no: en Hagmarksvagen, en el barrio de Haga, hay abedules a un lado y otro de la calle. Los Larsson han vivido aqu¨ª casi toda la vida. Cambiaron cuatro veces de casa pero siempre en este barrio. Antes de instalarse aqu¨ª, Erland trabaj¨® desde los 50 en una empresa que le traslad¨® de ciudad en varias ocasiones, siempre con los bolsillos vac¨ªos. Cuando Stieg ten¨ªa un a?o, su padre le mand¨® con los abuelos a una ciudad a 200 kil¨®metros de Ume?. El padre alega que en esa ¨¦poca viv¨ªa con la madre de Stieg (fallecida en 1992) en un apartamento de un dormitorio sin ba?o, y no quer¨ªa darle a su hijo ese tipo de vida. Cuando Stieg cumpli¨® los ocho a?os, muri¨® el abuelo y el chico volvi¨® con sus padres y su hermano Joakim a este barrio.
Los hermanos compartieron habitaci¨®n. Joakim lo recuerda fumando desde adolescente y aporreando una m¨¢quina de escribir que le regalaron a los 12 a?os. Escrib¨ªa durante noches enteras. No dejaba dormir a nadie y lo mandaron al garaje. M¨¢s tarde, Stieg lav¨® platos en restaurantes de la ciudad y trabaj¨® en una f¨¢brica de papel. Viaj¨® dos veces a ?frica con el dinero que iba ahorrando. El joven Larsson, trotskista, muy comprometido con las causas sociales, fervoroso antinazi, fue uno de los impulsores de las protestas contra la guerra de Vietnam en la ciudad. Durante una de las manifestaciones conoci¨® a Eva.
Joakim es un hombre melanc¨®lico. Le gusta pescar, pasear solo, ba?arse en el lago... cosas sencillas. Su mujer muri¨® de c¨¢ncer hace dos a?os. Tiene una hija, de 28 a?os, que trabaja de enfermera en el hospital universitario de la ciudad y un hijo, de 25, auxiliar en un asilo de ancianos. Dice que ser rico de repente no le ha cambiado en nada la vida. Sus ¨²ltimos a?os han estado marcados por la tragedia. Muchos de los que quer¨ªa han muerto: la madre, la mujer, el hermano. "Estamos solos. La ¨²nica familia que me queda es mi padre y Eva. Es muy triste que est¨¦ pasando esto. Deber¨ªamos estar unidos", reflexiona parado en un sem¨¢foro. Est¨¢ en verde hace rato y los conductores de los coches que siguen al suyo se ponen a pitar.
Al rato, de nuevo en el apartamento, Erland vuelve muy satisfecho con las nuevas ruedas que le han puesto en el coche. Con el manuscrito original del tercer libro en la mano, de nuevo en su casa, muestra fotos, premios, el cuarto donde sol¨ªa dormir Stieg. Igual cuenta que un d¨ªa se enfad¨® mucho Eva con ¨¦l porque le dio su tel¨¦fono a unas amigas de la infancia que relata un viaje que hicieron ambos y en el que un zorro se cruz¨® en el camino. "?Usted cree que yo no quer¨ªa a mi hijo, como se ha dicho muchas veces por ah¨ª? Estaba muy orgulloso de ¨¦l, nos ve¨ªamos cada mucho tiempo, es cierto, pero es que viv¨ªamos en sitios muy alejados", explica. Stieg y Eva, que tambi¨¦n es de esta zona del pa¨ªs, se fueron muy jovencitos, apenas con 20 a?os, a Estocolmo, a 700 kil¨®metros, en busca de un futuro mejor. Eva ofrece una versi¨®n mucho m¨¢s dura: asegura que Stieg apenas ten¨ªa relaci¨®n con la familia y que muchos amigos ¨ªntimos del escritor incluso se asombraron al saber que ten¨ªa un hermano. Le marc¨® mucho el vivir los primeros a?os de vida con los abuelos y se sent¨ªa, seg¨²n Eva, "un extra?o en esa familia que le acogi¨® a los ocho a?os".
Por una avenida principal de la isla de Kungsholmen, una de las 14 que forman la ciudad de Estocolmo, aparece fumando Eva Gabrielsson. Stieg y ella no se casaron por temor a aparecer en los registros p¨²blicos y que esto ayudase a los extremistas de la derecha a encontrar al escritor. Tampoco tuvieron hijos. La ley sueca premia la sangre por encima de todo en las herencias. Esas circunstancias legales le han dejado a ella sin nada. Sentada en una cafeter¨ªa, Gabrielsson insiste en que es ella la que debe manejar el legado literario de Stieg Larsson, no ya por dinero, sino por cuidar la obra todo lo posible. "En Millenium tambi¨¦n est¨¢ mi trabajo, mi vida. Es una cuesti¨®n de justicia", afirma.
Eva ha recibido el apoyo de muchos amigos por "las mentiras" que dicen los Larsson de ella. Anders Jacobsson, m¨¦dico, y Svanten Brand¨¦n, psiquiatra, aparecen como personajes en los libros, pero pidieron a la editorial que quitasen su nombre a los personajes. Incluso Jacobsson habl¨® con los Larsson para tratar de llegar a un acuerdo, pero no fue posible. Eva asegura que va a seguir luchando por lo que considera suyo, por lo que cree que Stieg har¨ªa con la herencia. "Es tan diferente Stieg a su familia... ellos son gente con una mentalidad cerrada que no quieren viajar. ?l era lo contrario, un ser universal".
No encaja su persona con el relato funesto que hacen de ella. A punto de irse y perderse de noche por las calles de Estolcomo, dice que ha enterrado a todos los que ella quer¨ªa, a sus padres y Stieg. No sabe que un d¨ªa antes Joakim Larsson dec¨ªa lo mismo dentro de su coche y parado en un sem¨¢foro.
En medio del conflicto est¨¢ la revista Expo, fundada por Stieg. La publicaci¨®n ha recibido un donativo de 500.000 euros de la familia y un premio, de 20.000 euros, con el nombre del escritor, por su labor social. Eso les ha valido las cr¨ªticas de Eva, que considera que la revista no deber¨ªa posicionarse a favor de nadie, por ahora. Daniel Poohl, un periodista de 26 a?os que tuvo como mentor a Stieg, afirma en la redacci¨®n -mesas blancas con ordenadores Mac, libros contra el racismo y el nazismo- que recibir ese dinero ha colocado a la redacci¨®n en una situaci¨®n muy comprometida. Habla apenas a un metro de donde se derrumb¨® el escritor al sufrir el infarto. Nadie ocupa su silla.
De esta redacci¨®n, a las cinco de la ma?ana, Stieg Larsson sali¨® una noche de diciembre de 2000. Apag¨® las luces, cerr¨® la puerta y baj¨® en ascensor. En St G?ransgatan par¨® un taxi conducido por un chico de aspecto ¨¢rabe. El escritor le pregunt¨® de d¨®nde era; al contestar el conductor que era kurdo, Stieg sac¨® en la conversaci¨®n el nombre de Kurdo Baksi, uno de sus mejores amigos personales. Al taxista se le torci¨® el gesto. "Es buena gente", coment¨®, "pero la CIA le propuso un plan para matar al hijo mayor de Sadam Hussein y ¨¦l no quiso". Al d¨ªa siguiente, muy exaltado, Stieg cont¨® la an¨¦cdota delante de muchos amigos, entre ellos Baksi. "Eres una gran persona", le dijo. "Si alguien hubiese asesinado a 200.000 suecos, como hizo Sadam con tu pueblo, quiz¨¢ yo s¨ª hubiese participado en el plan". Baksi, hijo de un guerrillero del Kurdist¨¢n exiliado en Suecia, no paraba de re¨ªr y decirle que eso era una leyenda, que a los kurdos les encanta este tipo de historias.
La an¨¦cdota la recuerda ahora el propio Kurdo Baksi en la isla de S?derman, antes reducto obrero, hoy refugio de bohemios y artistas. Tambi¨¦n es el lugar donde Larsson situ¨® a Lisbeth y Mikael, los protagonistas de Millenium, apenas a unos cientos de metros uno de otro. Kurdo resalta con el periplo de Larsson su cabezoner¨ªa y su tenacidad. Si cre¨ªa en algo, iba hasta el final. A veces eso, como periodista, le jugaba malas pasadas. Baksi disfruta adem¨¢s diciendo que Larsson era un tipo con clase, "de izquierdas, pero con clase", que cog¨ªa el vaso de whisky como un se?orito ingl¨¦s y fumaba de la forma m¨¢s elegante que ha visto jam¨¢s. Baksi financi¨® Expo cuando iba a quebrar y Stieg nunca lo olvid¨®. Ahora ha perdido la relaci¨®n con Gabrielsson porque va a sacar un libro hablando sobre su amigo. Ella cree que en realidad lo que hace es traficar con su vida privada. Pero esa es otra historia.
Este escritor so?ador e idealista nunca vio el ¨¦xito que ha tenido. Y una familia golpeada tantas veces por la muerte no se pone de acuerdo para guardar la memoria de un tipo con tantos lectores. "Stieg estar¨ªa muy dolido si viese esta locura", coinciden varios amigos. En uno de los libros que escribi¨® antes de la trilog¨ªa Millennium y de los que no se llegaron a vender ni siquiera cincuenta copias, escribi¨® que abominaba de las injusticias. No imaginaba siquiera la que estaba a punto de cometerse en su propia casa.
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