Batalla entre dos pr¨ªncipes
Los hermanos Gesine y Jonathan litigan a cuenta de la fabulosa herencia de los Doria Pamphilj
Todo iba bien entre los aristocr¨¢ticos hermanos Gesine y Jonathan Doria Pamphilj hasta hace tres a?os. Pese a que son muy diferentes, sus relaciones siempre hab¨ªan sido buenas, hasta el punto de compartir, durante temporadas, la misma residencia en el centro de Roma: el magn¨ªfico palacio Doria, donde se expone el retrato del Papa Inocencio X, que Vel¨¢zquez pint¨® durante su estancia romana en 1650 y que tanto obsesion¨® al artista contempor¨¢neo Francis Bacon.
Sin embargo, Gesine y Jonathan libran ahora una batalla judicial en la que media una fabulosa herencia. La disputa sucede en Italia, y en ella est¨¢n involucrados dos pr¨ªncipes, hermanos de adopci¨®n, y miembros de una familia de rancia nobleza, los Doria Pamphilj. Jonathan es homosexual, est¨¢ casado, y tiene dos hijos nacidos de sendas madres de alquiler.
Gesine, de 46 a?os, y su hermano, de 45, herederos de una de las colecciones privadas de arte m¨¢s envidiadas del mundo, esperan con ansiedad la resoluci¨®n del juez que debe dirimir si los hijos de Jonathan tienen derecho a heredar la parte de su padre. En la base del litigio, que debe resolverse en primera instancia judicial el d¨ªa 21, est¨¢ la condici¨®n de los dos hijos del pr¨ªncipe: Emily, de tres a?os, y Filippo Andrea, de dos, que son tambi¨¦n hijos del brasile?o Elson Edeno Braga, la pareja de Jonathan. Ambos ni?os nacieron gracias a dos madres de alquiler -una estadounidense y otra ucrania- y a la donaci¨®n de dos ¨®vulos por parte de dos mujeres. La princesa Gesine ha llevado el caso a la justicia italiana porque la ley no reconoce este tipo de paternidad. En Italia, el procedimiento de alquilar un ¨²tero no es legal y conlleva una pena de c¨¢rcel y una multa que oscila entre los 600.000 euros y el mill¨®n de euros.
Las malas lenguas dicen que Gesine intenta, al denunciar a su hermano, tutelar los derechos de sus cuatro hijas -Anna, Elisa, Orietta e Irene- de entre 5 y 15 a?os, fruto de su matrimonio con el di¨¢cono y experto en arte Massimiliano Floridi. Otros alegan que el ¨²nico objetivo de la princesa es proteger el patrimonio de los Doria Pamphilj, calculado en unos mil millones de euros.
El imponente palacio, considerado la residencia privada m¨¢s importante de Roma, fue construido en el siglo XV y desde 1647 pertenece a los Pamphilj, una familia de nobles romanos que se uni¨® en 1763 a los Doria, ricos mercaderes y arist¨®cratas genoveses. Aparte de las pisadas de los turistas que visitan la casa -parcialmente abierta al p¨²blico- en la madera de los pasillos, como ha recordado alguna vez el alegre y gordezuelo pr¨ªncipe Jonathan, todav¨ªa se notan las marcas de los patines que ¨¦ste sol¨ªa usar de ni?o para corretear entre las obras de Caravaggio, Tiziano, Bernini, Brueghel el Viejo, Tintoretto, Parmiggianino y Rafael que forman la colecci¨®n, compuesta por 650 piezas.
La historia de Jonathan y Gesine es como una loter¨ªa doble. Ambos eran hu¨¦rfanos ingleses, se llamaban Archibald y Mary, y coincidieron en el mismo orfanato cuando los pr¨ªncipes Orietta Doria Pamphili y su marido ingl¨¦s, Frank Progson, decidieron tener descendencia en los a?os sesenta. Los ni?os, que no ten¨ªan relaci¨®n biol¨®gica, fueron adoptados y as¨ª se convirtieron en hermanos y pasaron a disfrutar de las comodidades de un palacio de 100 habitaciones.
Jonathan siempre fue m¨¢s provocador que su hermana. El pr¨ªncipe ha desfilado, al frente de la carroza de los padres, en el D¨ªa del Orgullo Gay de G¨¦nova, donde vive, sin importarle el feroz machismo de la sociedad italiana y de su aristocracia. Y tiene un car¨¢cter decidido. Hace pocos meses, cuando el Papa Benedicto XVI acudi¨® de visita al Ayuntamiento de Roma, Jonathan descubri¨® que alguien hab¨ªa colgado banderas de Italia, del Vaticano y de la Uni¨®n Europea en los m¨¢stiles de las ventanas de su palacio. Inmediatamente, pidi¨® explicaciones al Ayuntamiento, que tuvo que disculparse por no haberle pedido autorizaci¨®n. "Como propietario de un palacio privado, estoy indignado porque la administraci¨®n ciudadana ha violado mi derecho de expresi¨®n y mis derechos civiles y democr¨¢ticos". Jonathan record¨® que el asunto de las banderas era "un tema muy delicado" en su familia. Su abuelo, Filippo Andrea VI, primer alcalde de Roma despu¨¦s de la liberaci¨®n del fascismo en 1944, se neg¨® siempre a colgar banderas del r¨¦gimen con ocasi¨®n de las fiestas pol¨ªticas y acab¨® pagando el reto con el destierro.
Jonathan, educado en Londres, con pasaporte brit¨¢nico, se uni¨® civilmente a su pareja brasile?a hace pocos a?os -un matrimonio que es papel mojado en Italia- y busc¨® una soluci¨®n para tener descendencia fuera del pa¨ªs, donde tampoco est¨¢ regulada la adopci¨®n por parejas homosexuales.
Cuando Jonathan se empe?¨® en tener descendencia, Gesine le aconsej¨® que recurriera a la adopci¨®n, algo que habr¨ªa podido hacer f¨¢cilmente puesto que la legislaci¨®n brit¨¢nica lo permite. Sin embargo, el pr¨ªncipe opt¨® por la f¨®rmula Michael Jackson, y la princesa decidi¨® que fuera un tribunal el que determinara sobre la paternidad de sus sobrinos. Su postura es clara: "Los padres tienen derecho a los ni?os, pero los ni?os tienen derecho a unos padres". Y, en su opini¨®n, no est¨¢ claro qui¨¦nes son sus padres, o mejor dicho, sus madres.
En Italia, los donantes de semen o de ¨®vulos no tienen ning¨²n derecho sobre los descendientes pero s¨ª podr¨ªan tenerlo las madres que han gestado y dado a luz a Emily y Filippo Andrea. Demasiadas personas ajenas a la familia para reclamar un legado cedido a Gesine y Jonathan con la petici¨®n de que no se dispersara. A la espera del veredicto, Jonathan prefiere no hacer comentarios. Sigue con su vida, alejado de la gesti¨®n de la colecci¨®n de arte, que recae en su hermana, aunque ¨¦l puso su voz en la audio-gu¨ªa que se alquila en el museo. Ajenos al arte y a la fama, sus reto?os se juegan ahora la herencia y el apellido.
Gesine es una mujer cat¨®lica y alejada de los saraos de la alta sociedad, y pasa m¨¢s tiempo en su casa de campo de Guarcino, a 100 kil¨®metros de la capital, que en Roma. Cuentan los que la conocen que ha heredado de su madre la sencillez. Es f¨¢cil verla haciendo la compra en el supermercado, y todav¨ªa hoy, en la gu¨ªa de tel¨¦fonos aparece el n¨²mero particular de la princesa Orietta, fallecida en 2000, y que sol¨ªa contestar personalmente a las llamadas para responder: "No, la princesa no est¨¢".
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