Unidos a toda Costa
La madre de Juan y Ricardo Costa ejerce de gur¨² pol¨ªtico de la familia - Fabra auspici¨® la carrera de los hermanos, del que ahora se han distanciado
El lugar donde los Costa se reunieron el lunes 12 de octubre, la v¨ªspera de que el PP valenciano debatiera la destituci¨®n de su secretario general, Ricardo Costa, fue la casa materna, en Castell¨®n. Mar¨ªa Dolores Climent, ejerc¨ªa as¨ª, una vez m¨¢s, su matriarcado, desde el mismo lugar en el que sus hijos comenzaron a beber y comer pol¨ªtica.
En el clan Costa nunca hubo disidentes. Su vida ha girado en torno al PP. La ¨²nica que se ha mantenido al margen de cargos p¨²blicos es Maril¨®, la mediana de los hermanos Juan y Ricardo. Pero tampoco ella hizo movimientos lev¨®giros y lo m¨¢s a la izquierda que se ha situado la familia fue con la candidatura del padre por Coalici¨®n Democr¨¢tica, en 1979. Al margen de este desliz, los a?os en el clan se dividen entre los que han estado en la oposici¨®n y los muchos que han ocupado en distintos Gobiernos.
El 'clan Costa' lleg¨® a situarse en la administraci¨®n local, auton¨®mica y central
Muchos en el partido no creen que ¨¦ste sea el final pol¨ªtico de ambos
Fabra mantiene con los hermanos una relaci¨®n de conveniencia
Ricardo aprovech¨® la influencia de Juan para ganarse un puesto con Camps
El momento cumbre lleg¨® en 1996. Juan Costa Galindo era delegado de Hacienda en Castell¨®n; la madre, Marisa Ribes, concejal en el Ayuntamiento de la misma ciudad; Juan Costa Climent, secretario de Estado de Hacienda; y Ricardo, el diputado auton¨®mico m¨¢s joven de las Cortes valencianas. Un mismo apellido en todas las Administraciones.
Ahora, una sombra se cierne sobre lo m¨¢s destacado del clan Costa. Juan cay¨® en desgracia cuando se postul¨® como alternativa al actual presidente del PP, Mariano Rajoy, y Ricardo es, de momento, la ¨²nica v¨ªctima pol¨ªtica de la rama valenciana del caso G¨¹rtel. Pero son muchos los que piensan que ¨¦ste no es su final.
La madre de los Costa "hace campa?a todos los d¨ªas", tal como reconocen sus propios hijos, en quienes cal¨® esa manera de entender la vida. Juan Costa (1965) empez¨® en 1993 su mete¨®rica carrera. Tres a?os despu¨¦s ya era secretario de Estado de Hacienda y, en 2003, fue Ministro de Ciencia y Tecnolog¨ªa. Tras su paso por el Fondo Monetario Internacional, al que lleg¨® de la mano de su mentor, Rodrigo Rato, Rajoy le encomend¨® coordinar el programa electoral y dej¨® un sueldo de cerca de un mill¨®n de euros en Ernst&Young para volver a la palestra. Ahora es diputado raso.
Ricardo naci¨® en 1972, con el h¨¢ndicap de crecer bajo la sombra de Juan y ser testigo del incondicional apoyo de sus progenitores al mayor de la familia. Se fue haciendo hueco desde Nuevas Generaciones, y en 1995 ya era diputado auton¨®mico. Entonces, decidi¨® aprovecharse de la condici¨®n que durante a?os le hab¨ªa sometido. A trav¨¦s de la influencia que su hermano ten¨ªa en Madrid, se granje¨® la amistad del entonces presidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana. Y, a?os despu¨¦s, fue esa misma condici¨®n por la que se le acerc¨® Francisco Camps, que hab¨ªa de lograr el apoyo de G¨¦nova para hacerse cargo del partido en Valencia.
La relaci¨®n de la familia Costa con el presidente del PP de Castell¨®n, Carlos Fabra, procede de la amistad de ¨¦ste con el progenitor. Esta uni¨®n, a la que se sum¨® el activismo pol¨ªtico de la matriarca, situ¨® a los hijos, Juan y Ricardo, en una buena catapulta para acceder a cargos p¨²blicos.
Carlos Fabra fue quien dio salida a la carrera pol¨ªtica de ambos pero, una vez en Madrid, Juan Costa empez¨® a volar solo y a aprender a situarse dentro del partido y de los ¨®rganos del Gobierno, mucho m¨¢s all¨¢ de donde pod¨ªan llegar los largos tent¨¢culos de Fabra. En cualquier caso, ¨¦ste nunca ha perdido la oportunidad de aprovechar la situaci¨®n del mayor de los hermanos como alarde de poder.
El menor, Ricardo, entendi¨® que poco o nada pod¨ªa hacer en Castell¨®n, con el todopoderoso Fabra dominando el partido. Aunque tambi¨¦n puso tierra de por medio, siempre hubo de contar con el benepl¨¢cito de su presidente provincial, al que ambos respaldaron cuando comenzaron a caerle las imputaciones ante la posible comisi¨®n de varios presuntos delitos contra la Administraci¨®n P¨²blica y fraude fiscal.
Pero la distancia derriti¨® el cari?o y la relaci¨®n entre Carlos Fabra y Juan Costa, mantenida por conveniencia, acab¨® rompi¨¦ndose por una cuesti¨®n personal en la que fue protagonista la mayor de las hijas de Fabra, Andrea, hoy diputada y casada con el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Juan Jos¨¦ G¨¹emes.
Las diferencias entre Fabra y Ricardo tambi¨¦n se incrementaron hasta el punto de que, hace poco m¨¢s de un a?o, el presidente del PP de Castell¨®n pidi¨® su cabeza por la "actitud" del secretario general del PPCV, seg¨²n plasm¨® en una carta, firmada por varios dirigentes y representantes del PP de la provincia, que entreg¨® al propio Francisco Camps.
Pese a todo, unos y otros no han dejado de soltarse piropos, aunque siempre desde un punto de vista interesado, ya que, al fin y al cabo, unos y otros miran hacia la esfera m¨¢s alta del partido y confluyen en la posibilidad del relevo de Mariano Rajoy. Los Costa, por la afrenta hacia el peque?o y los deseos del mayor de seguir su carrera pol¨ªtica. Fabra, por posicionar a su hija y su yerno en lo m¨¢s alto del PP, junto a Esperanza Aguirre, a favor de quien ya desafi¨® el apoyo incondicional de todo el PP valenciano hacia Rajoy. Pero Fabra s¨®lo est¨¢ con los que ganan y el amago en favor de Aguirre s¨®lo dur¨® el tiempo en el que plane¨®, p¨²blicamente, la opci¨®n del asalto a la c¨²pula del PP. Al igual que s¨®lo plantea dudas sobre Camps ante su fragilidad. Igual que un d¨ªa era de Zaplana y al d¨ªa siguiente fue de Camps. Porque Carlos Fabra lo tiene claro: Madrid necesita a Valencia y Valencia a Castell¨®n. Tanto para el control del partido, como para acceder al Gobierno.
La vida pol¨ªtica de los hermanos Costa se ha cruzado dos veces en poco m¨¢s de un a?o. La primera, cuando Juan flirte¨® con presentar una candidatura alternativa a la de Mariano Rajoy y Ricardo le neg¨® su aval manteniendo la tesis oficialista de su presidente, Francisco Camps. No hubo fraternidad que valiera.
La segunda, cuando Camps conden¨® a Ricardo por sus vinculaciones con el caso G¨¹rtel y Juan sali¨® en su defensa, exigiendo explicaciones a la direcci¨®n nacional. Ricardo aleg¨® que cuando accedi¨® a la secretar¨ªa general del partido en la Comunidad Valenciana ya exist¨ªa la relaci¨®n con las empresas de la trama corrupta ahora investigadas y que nunca recibi¨® la orden de dejar de contratar con el grupo de Correa. Y eso que conoc¨ªa bien a quienes tomaron el relevo de las firmas de Correa para organizar los actos y eventos del PP nacional. Rajoy opt¨® por Free Handicap, la firma Elena S¨¢nchez, que en 2005 se convirti¨® en su cu?ada, mujer de Juan.
No todos piensan que, en este segundo caso, fueran los lazos de sangre los que movieran el apoyo fraterno, sino que Juan vio la posibilidad de que Rajoy saliera tocado del envite del PP valenciano y que realmente utiliz¨®, con Ricardo, su ¨²ltima carta para asaltar la direcci¨®n del partido.
Ahora, los Costa esperan. La sombra parece pasajera y que estar¨¢ presente durante el tiempo que dure la recomposici¨®n hasta volver a saltar a la palestra, en cuanto la oportunidad se presente n¨ªtida. A buen seguro, contar¨¢ con el benepl¨¢cito de la matriarca porque "esto no se ha acabado", tal como dijo uno de ellos en un corrillo esta misma semana.
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