1944: Operaci¨®n Reconquista de Espa?a
Un superviviente relata el descabellado intento de derrocar a Franco en 1944
Ma?ana se cumplir¨¢n 65 a?os de una misi¨®n tan descabellada que ha pasado casi desapercibida. Recibi¨® el ambicioso nombre de Operaci¨®n Reconquista de Espa?a, reuni¨® a cerca de 4.000 hombres muy motivados y mal preparados y consisti¨® en el intento de invasi¨®n del pa¨ªs desde Francia para derrocar a Franco y devolverle el Gobierno a Juan Negr¨ªn. Fue un desastre. Murieron m¨¢s de 50 maquis y al menos 30 miembros de las fuerzas franquistas. Y nunca m¨¢s volver¨ªa a intentarse. Santiago Carrillo cuenta en sus memorias que ¨¦l mismo dio la orden de asumir el fracaso y retirarse.
El grueso de los guerrilleros lo compon¨ªan militantes del Partido Comunista que hab¨ªan luchado en la Guerra Civil y que, tras huir a Francia, se hab¨ªan unido a la lucha contra los nazis. "El PC esperaba que los aliados de la Segunda Guerra Mundial les ayudaran a derribar a Franco, pero no fue as¨ª", cuenta el ex militar e historiador Fernando Mart¨ªn Ba?os, autor de una tesis sobre la operaci¨®n (Hasta su total aniquilaci¨®n. Editorial Almena). "Esperaban que se les uniera la poblaci¨®n y se sublevase contra Franco", a?ade el historiador Juli¨¢n Casanova, "pero hab¨ªan pasado cinco a?os de terror y muy poca gente estaba dispuesta a hacer heroicidades".
C¨¦sar tard¨® 64 a?os en comunicar a la familia de su amigo que hab¨ªa muerto
La madre de Joaqu¨ªn pensaba que su hijo hab¨ªa perdido la memoria
La operaci¨®n dur¨® una semana. "Ha estado tanto tiempo silenciada porque ni a Franco le interes¨® que se supiera ni al PC asumir un fracaso tan grande", explica Mart¨ªn Ba?os.
Entre aquellos 4.000 hombres que ven¨ªan de perder la Guerra Civil hab¨ªa tambi¨¦n despistados. Es el caso de C¨¦sar Rodr¨ªguez y Joaqu¨ªn Su¨¢rez Le¨®n, dos j¨®venes que no llegaban a los 20 a?os y que acabaron en 1944 disparando una ametralladora en un pueblecito de Lleida despu¨¦s de haber escapado de la f¨¢brica alemana de armamento nazi a la que hab¨ªan ido a trabajar para enviar dinero a casa.
"Hac¨ªamos los tanques Tigre para los nazis, pero pas¨¢bamos tanta hambre, tanto fr¨ªo y tanto miedo con los bombardeos que decidimos escaparnos y regresar a Espa?a. Tuvimos la suerte de que bombardearon el tren en el que ¨ªbamos y nos libramos del control. Luego seguimos a pie, hasta que llegamos a Dijon (Francia)", cuenta C¨¦sar, de 84 a?os, desde Almu?¨¦car (Granada).
All¨ª encontraron a una chica "muy guapa y de lo m¨¢s simp¨¢tica" que les llev¨® a su casa y les dio de comer. "Nunca pens¨¦ que ella era un enlace de las Fuerzas Francesas del Interior", confiesa C¨¦sar. "Nos hicimos novios y ella lo arregl¨® todo para incorporarnos a estas fuerzas llamadas maquis".
Fue el principio de aquella aventura descabellada. Joaqu¨ªn y C¨¦sar fueron conducidos a una brigada de guerrilleros espa?oles que los encerraron en un cuarto y les observaron con suspicacia. "Pensamos que nos iban a fusilar", recuerda C¨¦sar. Cuando s¨®lo les propusieron unirse a su lucha, respiraron aliviados y aceptaron. Su primera tarea consisti¨® en "buscar a los nazis que trataban de escapar para Espa?a y hacerlos prisioneros". En sus memorias, C¨¦sar describe as¨ª aquellos d¨ªas: "Pas¨¢bamos el tiempo haciendo recorridos en busca de alemanes. Los aviones americanos les persegu¨ªan ametrall¨¢ndolos en su retirada y ellos incendiaban casas de campesinos en su huida. Era dantesco".
Hasta que una ma?ana les reuni¨® un oficial para hablarles de la Operaci¨®n Reconquista. "Nos dijo que ¨¦ramos la salvaci¨®n de la patria, que los espa?oles estaban hartos del fascismo y que nos recibir¨ªan como h¨¦roes. Aquella arenga nos lleg¨® al alma. Ahora lo pienso y me r¨ªo. No es que no nos neg¨¢ramos, ?es que no hicimos una pregunta! Mandaban la brigada dos hermanos muy valientes pero sin idea de t¨¢cticas militares", cuenta C¨¦sar. Recibi¨® una ametralladora "de las que los americanos lanzaban en paraca¨ªdas" y dos cintas de balas. "Eso eran cinco minutos de disparos", aclara. 300 segundos de munici¨®n para reconquistar Espa?a.
"Cruzamos el Pirineo con un petate que pesaba unos 50 kilos. Nos dijeron que estaba prohibido tirar una sola bala, que si quer¨ªamos deshacernos de algo de peso, tir¨¢ramos la ropa o la comida. Y as¨ª lo hicimos", cuenta C¨¦sar. En sus memorias a?ade: "Con el tiempo y mirando mapas vi la odisea en la que nos metieron. En la despedida con estos famosos oficiales se cant¨® la Internacional con el pu?o en alto. Fue donde supe que ¨¦ramos comunistas".
Semanarios como Lucha llevaban tiempo arengando a sus guerrilleros a levantarse contra "Franco y los falangistas recalcitrantes" con textos ingenuos en los que se le¨ªa: "Los unos y los otros (...) Muchos espa?oles han sido enga?ados y creyendo defender a la verdadera patria han luchado al lado de Franco. Tienen tiempo a rectificar". As¨ª que cuando llegaron a Alins (Lleida) los franquistas les estaban esperando.
La noche antes de entrar en combate, C¨¦sar y Joaqu¨ªn se prometieron que si alguno de los dos mor¨ªa, el otro avisar¨ªa a la familia. Joaqu¨ªn fue la primera v¨ªctima en Alins. "Iba en el primer pelot¨®n. Cuando lo vi, ten¨ªa tres balazos y las vendas en las manos pues se ve que hab¨ªa intentado taponarse las heridas", cuenta C¨¦sar. En sus memorias escribi¨®: "En esos momentos no s¨¦ si tuve tristeza. Era como una pel¨ªcula todo lo que nos estaba pasando". Lograron tomar aquel pueblo durante unas horas. "Los franquistas debieron pensar que ¨¦ramos m¨¢s y pidieron refuerzos. Hicimos salir al alcalde y sali¨® llorando de miedo. Mataron una vaca y un carnero para que comi¨¦ramos, y justo cuando estaba lista la comida, empezaron a llover los tiros".
C¨¦sar huy¨® en el caballo de un general franquista. Al llegar a Tor, un pueblo cercano, vio que sus compa?eros hab¨ªan incendiado un cuartel de la Guardia Civil con los agentes dentro. "Hab¨ªa muertos de los nuestros con granadas en los correajes y los aldeanos nos pidieron que se las quit¨¢ramos porque les daba miedo tocarlos", recuerda. Con otro compa?ero intentaron deshacer el camino andado por la monta?a. Y empez¨® a nevar. "Al que le d¨¦ sue?o y cierre los ojos, muere", le dijo otro guerrillero. "Al regresar al punto de partida, en Francia, nos recibieron como cobardes". C¨¦sar durmi¨® 24 horas seguidas. Al despertar "ech¨¦ en falta a Joaqu¨ªn".
"Nunca cumpl¨ª mi promesa", cuenta con remordimientos. Ha subrayado esta frase en sus memorias. El miedo y los a?os de huida que todav¨ªa le esperaban le impidieron contactar con la familia de su amigo. Hasta que en mayo de este a?o, casi 65 a?os despu¨¦s, y gracias a un amigo investigador, Jes¨²s Eduardo S¨¢nchez, localizaron en el Archivo General de la Administraci¨®n las cartas que la madre de Joaqu¨ªn, desesperada al no saber de su hijo, hab¨ªa escrito al Consulado alem¨¢n, e incluso al Papa. Y su direcci¨®n. "Mi abuela, la madre de Joaqu¨ªn, muri¨® hace 29 a?os. Casi se volvi¨® loca de buscarle y aquella pena nos la pas¨® a todos", cuenta Irene Cuevas, sin poder contener las l¨¢grimas. "Joaqu¨ªn se hab¨ªa ido a Alemania para mandar dinero a casa. Falsific¨® la firma de sus padres porque era menor y cuando mi abuela le ve¨ªa los papeles para irse se los romp¨ªa. Todo el dinero que le envi¨® a mi abuela sigue en la misma cuenta. Ella nunca quiso tocarlo por si ¨¦l volv¨ªa. Y pensar que este hombre sab¨ªa que Joaqu¨ªn estaba muerto...", se lamenta.
Conmocionados por la noticia, las tres hermanas de Joaqu¨ªn y sus sobrinos acudieron recientemente a la iglesia de Alins, el lugar donde C¨¦sar les dijo que estaba enterrado Joaqu¨ªn. "Pero los restos fueron trasladados al cementerio municipal hace tiempo y ahora es muy dif¨ªcil averiguar si est¨¢ all¨ª", cuenta Irene. "Mi abuela muri¨® con la esperanza de que segu¨ªa vivo. Estaba convencida de que hab¨ªa perdido la memoria y vagaba por ah¨ª sin saber qui¨¦n era. Cuando ve¨ªa a un mendigo por la calle, lo segu¨ªa para ver si era su hijo. Si lo hubi¨¦ramos sabido antes, ?nos habr¨ªa ahorrado tanto sufrimiento!".
A sus 84 a?os, a C¨¦sar le pesa no haber cumplido su promesa. Perdi¨® la direcci¨®n de Joaqu¨ªn tras arrojar al mar la documentaci¨®n que llevaba antes de ser interrogado por la polic¨ªa secreta. Despu¨¦s, se fue a Venezuela, donde levant¨® tres constructoras y regres¨® a Espa?a con 82 a?os y miedo a los secuestros. "No supe por d¨®nde buscar. Tuve miedo. Pero nunca dej¨¦ de pensar en ¨¦l".
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