Esposado con un cad¨¢ver pol¨ªtico
Despu¨¦s de mantenerse parapetado durante largo tiempo a la espera de la ocasi¨®n propicia para saltar finalmente al descampado, el presidente del PP se vio forzado la semana pasada a celebrar una rueda de prensa -con la revolucionaria novedad de permitir preguntas de los periodistas- con el prop¨®sito de ponerle las peras al cuarto a Ricardo Costa y anunciar su cese como secretario regional valenciano y portavoz del grupo popular en la C¨¢mara auton¨®mica.
Tan ingenuo como insolente, el hasta hace pocos d¨ªas chico de los recados para todo del presidente de la Generalitat hab¨ªa confiado en doblar el brazo de la direcci¨®n nacional con la protecci¨®n solidaria de su padrino pol¨ªtico y con la amenaza latente de revelar informaci¨®n reservada sobre la financiaci¨®n del PP. Pero Rajoy lo degoll¨® sin llegar a escuchar -a diferencia de Abraham con Isaac- la voz misericordiosa enviada desde lo m¨¢s alto. Las implicaciones del cruel sacrificio ofrecido a los dioses de la tribu s¨®lo podr¨¢n conocerse a medio plazo. Depender¨¢n de que la v¨ªctima se resigne a su suerte, como los acusados de los juicios de Mosc¨² recreados por Victor Serge en la apasionante novela El caso Tul¨¢yev (Alfaguara, 2007), o reaccione como los personajes de la ¨²ltima pel¨ªcula de Quentin Tarantino dando rienda suelta a su sed de venganza. Costa empieza a recoger la compasi¨®n que suelen merecer los vencidos en combate desigual y la simpat¨ªa del respetable p¨²blico que a?ora sus desternillantes comparecencias televisivas.
El compromiso de Rajoy con Camps le debilita frente a sus adversarios dentro del PP
En cualquier caso, el pago al contado ya abonado en su conferencia de prensa por Rajoy para continuar al frente del PP ha sido muy elevado; la idea de esposarse con un cad¨¢ver pol¨ªtico y tirar luego las llaves por el retrete no s¨®lo es desagradable sino tambi¨¦n arriesgada. El presidente del PP separ¨® tajantemente a Francisco Camps del caso de Ricardo Costa ("no hay nada m¨¢s injusto que tratar igual a los diferentes"), le exoner¨® de cualquier responsabilidad en la trama Correa (una vez "archivado" el sumario de los trajes "no hay ning¨²n elemento nuevo que le afecte") y prolong¨® en el tiempo su "nivel de confianza" ("no me ha mentido" y "mi deseo es que siga siendo presidente y candidato en 2011").
Sin embargo, la terquedad de los hechos ofrece un mal soporte a los argumentos de Rajoy para justificar su necr¨®filo encadenamiento. Sobrevolando la figura procesal de la abstenci¨®n y de la recusaci¨®n, el voto de desempate del sobreseimiento dictado el pasado 1 de agosto a favor de Francisco Camps (acusado de un delito de cohecho impropio al aceptar regalos de la trama Correa) por el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) fue obra de su presidente, Juan Luis de la R¨²a, un magistrado "m¨¢s que amigo" del presidente de la Generalitat, seg¨²n declar¨® el propio interesado. El pol¨¦mico y turbio auto del TSJCV ha sido recurrido en casaci¨®n ante el Supremo por la fiscal¨ªa con un convincente escrito.
Tal y como estableci¨® el magistrado instructor del sumario (sin que la Sala del TSJCV le haya rectificado), Francisco Camps minti¨® paladinamente cuando afirm¨® que hab¨ªa pagado de su bolsillo los trajes regalados por la trama Correa. Tambi¨¦n lo hizo cuando neg¨® su vinculaci¨®n con el jefe de la organizaci¨®n pol¨ªtico-mafiosa en Valencia, su "amiguito del alma" seg¨²n una conversaci¨®n intervenida judicialmente. ?Alguien comprar¨ªa a ese compulsivo embustero un coche usado o simplemente un caballo de cart¨®n?
Impugnado como presidente del PP primero por Esperanza Aguirre y m¨¢s tarde por Juan Costa (hermano de Ricardo) tras perder las ¨²ltimas elecciones, Rajoy logr¨® salir victorioso en el Congreso de Valencia de junio de 2008 gracias a una coalici¨®n de barones regionales encabezada por Camps. Ahora le aguardan dos a?os y medio de confabulaciones, emboscadas e intrigas en el seno del PP, dirigidas a serrarle el suelo bajo su sill¨®n presidencial y a sustituirle como candidato para el Palacio de la Moncloa en 2012. Sean cuales sean las obstrucciones e incidencias de los sumarios en curso, Camps no ser¨¢ ya para Rajoy un eficaz auxiliar sino un maloliente estorbo en esas batallas. Los c¨®digos cuya infracci¨®n el cuerpo electoral castiga no son ¨²nicamente las normas penales sino tambi¨¦n las pol¨ªticas, ¨¦ticas y est¨¦ticas: todas las ha incumplido Camps con creces.
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