Un paseo por las cloacas
Cuatro de cada diez habitantes del planeta carecen de lavabos, 'toilettes' o simples letrinas. Y no todos viven en pa¨ªses empobrecidos. Lo cuenta Rose George en 'La mayor necesidad'
Dos mil seiscientos millones de personas viven sin saneamiento. No me refiero a que no dispongan de retrete en sus casas y tengan que usar uno p¨²blico con sus filas y sus tarifas. Ni a que tengan un excusado en el exterior de su vivienda, o una caseta destartalada que desagua en un sumidero inmundo o en una pocilga. Todo eso se consideran instalaciones sanitarias, aunque no de las saludables. Quienes disponen de esta clase de instalaciones son los afortunados. Me refiero a que cuatro de cada diez habitantes del planeta no tienen acceso a ninguna letrina, inodoro, cubo ni cub¨ªculo. Nada. Por el contrario, defecan junto a las v¨ªas del tren y en los bosques; evacuan en bolsas de pl¨¢stico y las arrojan por la ventana a los angostos callejones de los barrios de chabolas.
En la ¨²ltima d¨¦cada han muerto m¨¢s ni?os por diarrea que personas en conflictos armados desde la II Guerra Mundial
El peaje patol¨®gico que se cobra este proceso es apabullante. Un gramo de heces puede contener diez millones de virus, un mill¨®n de bacterias, mil quistes par¨¢sitos y cien huevos de lombriz. (...) Los ni?os son los que m¨¢s sufren. La diarrea -que casi en un 90% de los casos es consecuencia de agua o alimentos contaminados por heces- mata a un ni?o cada quince segundos. En la ¨²ltima d¨¦cada han muerto m¨¢s ni?os por diarrea que personas en conflictos armados desde la II Guerra Mundial.
(...) Hoy d¨ªa, el estilo de vida moderno ofrece a casi todo el mundo uno o varios instrumentos m¨¢gicos de eliminaci¨®n de residuos corporales que hacen desaparecer los excrementos y constituyen una barrera entre los seres humanos y sus desechos, potencialmente t¨®xicos. Todas las ciudades cuentan con una red de alcantarillado que se lleva los residuos a Dios sabe d¨®nde, para que una unidad de eliminaci¨®n m¨¢s grande haga con ellos lo que tenga que hacer, sin que nadie tenga que verlo ni, esperemos, olerlo. El saneamiento es el fundamento de las modernas ciudades, lo que permite que tanta gente pueda compartir un espacio tan reducido sin sufrir las consecuencias que tan bien conocen, pues inutilizan sus intestinos y acaban con la vida de sus hijos, esos que tienen que defecar en bolsas de pl¨¢stico.
(...) M¨¢s de dos millones de personas -principalmente ni?os- mueren de una dolencia que para la mayor¨ªa de occidentales es una simple molestia provocada por un plato en mal estado en un restaurante de comida r¨¢pida. Los m¨¦dicos hablan de enfermedades relacionadas con el agua, pero la expresi¨®n es un eufemismo: en realidad son enfermedades relacionadas con la mierda. En 2007, el British Medical Journal pidi¨® a sus lectores que eligiesen el mayor hito m¨¦dico de los ¨²ltimos doscientos a?os. Las opciones de la encuesta eran amplias: los antibi¨®ticos, la penicilina, la anestesia, la p¨ªldora anticonceptiva. El vencedor de la votaci¨®n fue el saneamiento. En el Londres decimon¨®nico, con su deficiente alcantarillado, la mitad de los ni?os mor¨ªa prematuramente. Tras la introducci¨®n de los retretes, las cloacas y el lavado de manos con jab¨®n, la mortalidad infantil se redujo a una quinta parte, la mayor reducci¨®n en toda la historia de Gran Breta?a.
(...) En la primavera de 2007, la ciudad de Galway, en la costa occidental de Irlanda, celebr¨® como todos los a?os su desfile de las artes. La ciudad gasta fama de centro cultural: tiene una buena universidad y parques muy agradables con unos bancos estupendos, en uno de los cuales me sent¨¦ una tarde, toda embobada, mientras una mano sigilosa me robaba la mochila, para acto seguido escuchar el griter¨ªo de una horda de lugare?os que, procedentes de un pub cercano, sal¨ªan inmediatamente en pos del ladr¨®n, tanta era la bondad de aquellos hombres rebosantes de cerveza Guinness. Tengo buenos recuerdos de Galway, pero me alegr¨¦ de no haber estado all¨ª esa primavera de 2007, porque la gran novedad del desfile de las artes fue un hombre embutido en un disfraz peludo de color verde, con muchos brazos y un solo ojo. Le hab¨ªan puesto de nombre Cripto, y cualquiera que hubiese pasado por la ciudad durante los cinco meses anteriores no habr¨ªa necesitado m¨¢s pistas, porque Cripto era el culpable de que una urbe de rica vida cultural y rango internacional como Galway estuviese padeciendo condiciones propias de los peores poblados chabolistas del planeta. (...) La cosa hab¨ªa empezado a comienzos de marzo, cuando surgieron las primeras noticias sobre dolores estomacales y diarreas persistentes. Hubo hospitalizaciones entre los m¨¢s vulnerables -los ancianos, los ni?os, los inmunodeficientes-, y bastante perplejidad en cuanto a las causas. Algo hab¨ªa contaminado el suministro de agua potable del lago Corrib. (...) Las primeras pruebas revelaron que casi todas las infecciones se deb¨ªan al Cryptosporidium hominis, que se transmite de un ser humano a otro. Un programa de investigaci¨®n de la radio p¨²blica irlandesa descubri¨® que las aguas residuales que se vert¨ªan en el lago procedentes del alcantarillado de la peque?a ciudad ribere?a de Oughterard presentaban un nivel de criptosporidios seiscientas veces superior al permitido en la vecina Irlanda del Norte.
(...) Mil¨¢n, la capital cultural de Italia, cuenta con un teatro de ¨®pera de prestigio mundial, La Scala, y es una meca de la alta costura, pero hasta fechas vergonzosamente recientes no era capaz de hacer otra cosa con sus aguas residuales que verterlas tal cual al sufrido r¨ªo Lambro. El Ayuntamiento por fin construy¨® una estaci¨®n depuradora, probablemente en respuesta a la amenaza por parte de la Uni¨®n Europea de imponerle una multa de quince millones de d¨®lares diarios por infringir una ley de eliminaci¨®n de residuos. El incidente resulta parad¨®jico, habida cuenta de que Bruselas, la pr¨®spera y poderosa sede administrativa de la UE, no se decidi¨® a construir su depuradora de aguas negras hasta 2003. Hasta entonces, los residuos producidos por ese sinf¨ªn de diplom¨¢ticos, bur¨®cratas e inteligentes y competentes funcionarios se vert¨ªan en un r¨ªo, sin que todos esos inteligentes y competentes individuos dijesen ni mu. En Estados Unidos -donde, por cierto, 1,7 millones de personas carecen de instalaciones sanitarias-, una contaminaci¨®n por criptosporidio en el suministro de agua de Milwaukee hizo caer enfermas a 400.000 personas y caus¨® m¨¢s de cien muertes. Fue la mayor epidemia por agua contaminada de la historia de Estados Unidos y tuvo lugar en 1993, m¨¢s de un siglo despu¨¦s de que los fundadores de las ciudades estadounidenses instalasen tuber¨ªas para proporcionar agua limpia a sus conciudadanos y cloacas y plantas de tratamiento para llevarse sus residuos.
(...) El 90% de las aguas residuales de los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo va a parar, sin tratamiento alguno, a mares, r¨ªos y lagos; pero una cantidad sorprendente tambi¨¦n procede de ciudades provistas de alcantarillado y plantas de tratamiento. En el mundo occidental, el saneamiento depende de las tuber¨ªas... y de la presunci¨®n de inocencia. A pesar de la tecnolog¨ªa, de los ingenieros y de lo ingenioso de los modernos sistemas sanitarios; a pesar del rutilante progreso y de los inodoros de cisterna, los seres humanos, aun los m¨¢s ricos y mejor equipados, no saben qu¨¦ hacer con sus aguas fecales, salvo llev¨¢rselas a otra parte y confiar en que nadie se entere de que se vierten sin tratar en alguna fuente de agua potable. Y lo cierto es que nadie se entera.
La mayor necesidad. Un paseo por las cloacas del mundo. Rose George. Ediciones Turner. Precio: 22 euros.
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