El gubernamental desprecio por la libertad
Entre los muchos s¨ªntomas de enloquecimiento que en los ¨²ltimos tiempos presenta el Gobierno de Zapatero (en Espa?a deber¨ªan prohibirse las segundas legislaturas, porque en ellas todos los Presidentes pierden el norte, cuando no el juicio, como Aznar), hay uno al que se presta poca atenci¨®n y que a m¨ª me parece de los m¨¢s graves, por lo que significa y deja traslucir: nada menos que el m¨¢s absoluto desprecio por la democracia.
Como saben, hace unos a?os el Gobierno y el Parlamento aprobaron una ley antitabaco que puso considerables restricciones a los fumadores, a los que ni siquiera se permiti¨® disponer de un espacio cerrado, en sus trabajos, para echarse un pitillo de vez en cuando. A los bares y restaurantes se los oblig¨® a separar tajantemente las ¨¢reas de fumadores y de no fumadores si sus locales sobrepasaban los cien metros cuadrados, lo cual les supuso a muchos hosteleros costosas obras y reformas. En cuanto a los de menos de cien metros, se dej¨®, l¨®gicamente, que los due?os decidieran si los suyos eran espacios libres de humo o no, es decir, se les concedi¨® cierto grado de libertad. Ahora Zapatero planea acabar con esa libertad, y promulgar una nueva ley que proh¨ªba fumar en todos los bares y restaurantes sin excepci¨®n y sin que, absurda e injustamente, los propietarios puedan opinar ni decidir al respecto. As¨ª, la libertad que Zapatero y su entonces Ministra de Sanidad Salgado otorgaron en su momento para elegir, ha resultado ser una libertad de quita y pon, falsa y condicionada. Como el uso que la mayor¨ªa de los hosteleros hicieron de esa libertad no fue del agrado del Gobierno (que deseaba que prohibieran fumar), entonces se les retira sin m¨¢s.
"Lo que nuestro trivial Gobierno no se para nunca a pensar es si una ley es en s¨ª justa o no"
No s¨¦ si ustedes se dan cuenta de la gravedad del asunto y de lo antidemocr¨¢tica que resulta la actitud zapateril o gubernamental. Denota el mismo desprecio por la voluntad de los individuos que si se les dijera: "Miren, estamos en un sistema democr¨¢tico y por lo tanto ustedes pueden votar y elegir a sus representantes cada cuatro a?os. Ahora bien, si no eligen como nosotros esperamos y deseamos (esto es, si no nos votan a nosotros), entonces cambiaremos las leyes, suprimiremos ese derecho y no les permitiremos acudir m¨¢s a las urnas, ya que en ellas no depositan el papel que nos gusta. Ustedes dispon¨ªan de esa libertad, pero s¨®lo en la medida en que nos complacieran con ella, en que supieran interpretar nuestros deseos y los satisficieran. Si no es as¨ª, se acab¨® tal libertad". ?Verdad que ante semejante mensaje la ciudadan¨ªa se rebelar¨ªa (o eso espero; con las cada vez m¨¢s amplias tragaderas de la gente, y su mayor indiferencia ante las injusticias y la corrupci¨®n, ya no lo s¨¦)? Pues lo que se proponen Zapatero y la actual Ministra de Sanidad Jim¨¦nez es, a escala reducida, el mismo atentado contra la democracia y las libertades.
La principal raz¨®n que estos pol¨ªticos aducen para el endurecimiento de esa ley antitabaco es que Espa?a debe amoldarse a lo que rige en los pa¨ªses "de nuestro entorno". Que yo sepa, los Estados Unidos, el hist¨¦rico e hip¨®crita propulsor de estas campa?as, no es precisamente de nuestro entorno. Pero lo que nuestro trivial y adocenado Gobierno no se para nunca a pensar, mostrando su incre¨ªble falta de personalidad, es si una ley es en s¨ª justa o no, independientemente de las injusticias cometidas "en nuestro entorno". Los no fumadores fundamentalistas se quejan de que no pueden entrar en muchos bares, por lo que exigen que sean los fumadores los que a partir de 2010 no puedan entrar. Seg¨²n esa argumentaci¨®n, podr¨ªan exigir que no hubiera locales topless aquellos que no quieran ver tetas sobre un mostrador, o que no haya billares los que detesten su ambiente, o discotecas los que no soporten el ruido, o casinos los que ven con malos ojos el juego o temen caer en ¨¦l. La gente, simplemente, se abstiene de entrar o de llevar ni?os a ciertos sitios, pero no exige que esos sitios dejen de existir, como se pretende ahora con los espacios en que se puede fumar.
Yo no tengo coche, y me gustar¨ªa que cuantos lo tienen dejaran de utilizarlo y de atentar contra mi salud en mucha mayor medida de lo que lo hacen los fumadores, pero no se me ocurre pedir que no se circule en autom¨®viles particulares y que se use s¨®lo el transporte p¨²blico o la bici. En cuanto a los Gobiernos, su grado de hipocres¨ªa salta a la vista si se recuerda que casi todos ellos, mientras dicen proteger la salud de la gente con sus leyes antitabaco, se dedican a vender armamento por doquier y al por mayor, incluido el de Zapatero. Por lo dem¨¢s, es f¨¢cil prever lo que traer¨¢ la nueva ley, y que ya ha ocurrido en Italia: los bares y restaurantes instalar¨¢n m¨¢s terrazas (para beneficio y recaudaci¨®n de los Ayuntamientos), en las que en invierno pondr¨¢n calefactores, para que la gente se siente en ellas a fumar. En un pa¨ªs tan bullanguero, ruidoso y vociferante como el nuestro, lo m¨¢s probable es que los no fumadores fundamentalistas pasen a ser insomnes perpetuos. Al esc¨¢ndalo permanente de los botellones habr¨¢ que a?adir el de los fumaderos al aire libre. Creo que, m¨¢s da?o que el humo para los que lo elijan, har¨¢n la falta de descanso y los nervios de punta para todo el mundo. Suele ocurrir: el desprecio por las libertades trae m¨¢s males que remedios.
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