Preocupaci¨®n
Aunque los premiados por el Principado de Asturias sean gente transparentemente admirable que han logrado metas excepcionales en su profesi¨®n, en su arte, en su deporte, en su ciencia, en su humanismo, en su literatura, no suelo prestar exhaustiva atenci¨®n a su agradecido discurso. Por si aparece el t¨®pico, el academicismo, lo previsible, la conveniente marcha de pompa y circunstancias. Tampoco considero fundamental para mi existencia los profundos pensamientos, an¨¢lisis, deseos y conclusiones sobre el estado de las cosas que declamar¨¢ con aplomo, solemnidad y sentimiento ese pr¨ªncipe que ejerce de anfitri¨®n de la sabidur¨ªa. Lo cual no me impide reconocer que entre los escribas (?existe un nombre para los privilegiados y an¨®nimos cerebros que escriben las trascendentes soflamas de reyes y presidentes?) hay de todo: tibios, ret¨®ricos, l¨ªricos, metaf¨ªsicos, involuntarios marxistas (facci¨®n Groucho), etc. Imagino que cumplen mod¨¦licamente funci¨®n tan compleja, pero es raro que alguna vez entienda lo que dicen o que me arrebaten.
Sin embargo, flipo con la conmovedora certidumbre de su Alteza de que "el desempleo hiere nuestra dignidad como seres humanos y constituye nuestra principal preocupaci¨®n". Qu¨¦ bonito. Pero luego te interrogas sobre las razones del insomnio en alguien que por designio sobrenatural jam¨¢s ha estado ni estar¨¢ desempleado. Tambi¨¦n es improbable que esa tragedia la vayan a sufrir sus familiares y amigos. Y dudo que quede a tomar caf¨¦ todas las semanas con un grupo de parados para que le cuenten lo mal que lo est¨¢n pasando. Pero es emocionante comprobar tan lacerante conciencia social y ferviente amor a la dignidad humana en alguien cuya condici¨®n divina le hace invulnerable a esas pat¨¦ticas movidas terrenales.
Mi alucine se prolonga durante una hora de Salvados, en la que dos se?oras llamadas Raquel y Noem¨ª, cuya identidad p¨²blica y m¨¦ritos intelectuales no logro averiguar, discrepan sobre lo que ocurri¨® el d¨ªa de su boda. "Que sepa toda Espa?a que los invitados colgaban sus abrigos en mis cuernos", denuncia una de ellas. Quedamos enterados de la cuesti¨®n de Estado que supusieron sus cuernos y de la m¨¢xima preocupaci¨®n del principito doliente.
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