"Las novelas no admiten h¨¦roes, se han refugiado todos en los 'best sellers"
El mon¨®logo tragic¨®mico de un p¨ªcaro ingenuo que repasa su vida en una cl¨ªnica llena las p¨¢ginas de Retrato de un hombre inmaduro
Luis Landero est¨¢ contento. Y no porque publique su sexta novela, Retrato de un hombre inmaduro (Tusquets), sino porque Paco Bezerra, un antiguo alumno suyo de la Escuela de Arte Dram¨¢tico, acaba de ganar el Premio Nacional de Literatura dram¨¢tica. "Un t¨ªo maj¨ªsimo. Y muy pesado, como todo el mundo al que le gusta la literatura", dice con una carcajada. Landero lleva ya dos a?os jubilado, pero durante d¨¦cadas convivi¨® con una diatriba que invade a los lectores que son tambi¨¦n escritores y profesores y no, como subraya ¨¦l mismo, "a los ingenieros de caminos canales y puertos": poner de acuerdo a los tres en sus lecturas. As¨ª, hay autores, como Joyce, que le interesan mucho al escritor y algo menos al lector y al profesor. A ¨¦stos, adem¨¢s, les gusta Gald¨®s, pero al escritor no tanto. Y lo mismo pasa con Hermann Hesse, que atrajo al lector en su adolescencia y luego s¨®lo interes¨® al profesor "por solidaridad con sus alumnos". ?Alg¨²n t¨ªtulo que concilie a los tres? "Crimen y castigo. A mis alumnos de tercero de bachillerato les costaba entrar, pero luego les gustaba mucho". Dice Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) que el profesor era el m¨¢s dif¨ªcil de contentar porque depend¨ªa tambi¨¦n del gusto de los estudiantes. La jubilaci¨®n ha terminado con el problema -ya s¨®lo discuten dos- y en la mesa del sal¨®n de su casa madrile?a, a un paso de la glorieta de Bilbao, reposa El d¨ªa D (Cr¨ªtica), de Antony Beevor.
"Uno tiene que bordear dos amenazas: ser sentimental sin ser cursi y ser dram¨¢tico sin ser pat¨¦tico. ?La clave? El humor"
"En las novelas anteriores ten¨ªa un esquema previo, en ¨¦sta no. Es la primera vez que he escrito con libertad compositiva"
En un caj¨®n del estudio, Landero conserva desordenado el manuscrito -corregido con tinta de cinco colores diferentes- de Retrato de un hombre inmaduro, un bosque de cuadernos con el logotipo de empresas de medicamentos, folios de letra apretada y tarjetas de invitaci¨®n aprovechadas por la cara limpia. En la habitaci¨®n del hospital en el que est¨¢ ingresado, el protagonista de la novela hace balance de su vida. Y, lo dice ¨¦l mismo, no le salen las cuentas. El resultado es el mon¨®logo tragic¨®mico de un ser desorientado y sin atributos, una mezcla de Quijote, Sancho, L¨¢zaro de Tormes y soldado Svejk; un sabio que no entiende nada, como un actor en una pel¨ªcula dirigida por Kafka con gui¨®n de Witold Gombrowicz; un n¨®mada con vocaci¨®n de sedentario, un rijoso rom¨¢ntico, un hombre ejemplar capaz de las mayores bajezas.
"Los mimbres del libro son autobiogr¨¢ficos, pero el cesto no. Hay cosas m¨ªas, s¨ª, pero ?de d¨®nde va a sacar uno sus cosas si no?", dice Landero de un relato en primera persona construido a partir de la angustia terminal de un p¨ªcaro ingenuo que sabe que pocos negocios hay tan edificantes como el de "la buena conciencia cuando se asocia con la fantas¨ªa".
PREGUNTA. ?En estos tiempos dan mejor resultado literario los antih¨¦roes que los h¨¦roes?
RESPUESTA. Es que ya, ?qu¨¦ h¨¦roes hay? S¨®lo quedan en la literatura testimonial. Primo Levi, por ejemplo. Siempre fuera de la ficci¨®n. La palabra h¨¦roe est¨¢ descatalogada. Las novelas ya no admiten h¨¦roes, se han refugiado todos en los best sellers. Pero tampoco me gusta la palabra antih¨¦roe. Somos un poco de todo, como un guiso. Y quiero pensar que dentro de cada cual siempre hay un margen para peque?as heroicidades.
P. Tambi¨¦n su novela es un guiso, ?no? Mucha comedia, un poco de tragedia...
R. ?sa es mi manera de ver el mundo. Todo lo que escribo tiene ese sabor agridulce. Pens¨¦ incluso en usar la palabra tragicomedia en el t¨ªtulo, lo que pasa es que est¨¢ ya muy gastada, pero algo de eso tiene.
P. ?Es dif¨ªcil equilibrar las dos cosas?
R. Uno tiene siempre que bordear dos amenazas: ser sentimental sin ser cursi y ser dram¨¢tico sin ser pat¨¦tico. ?La clave? El humor, que ayuda a no traspasar ni la l¨ªnea sentimental ni la dram¨¢tica. El humor y el drama est¨¢n unidos de un modo espont¨¢neo. Eso es muy antiguo. Y detr¨¢s de todo eso acecha el absurdo, que es el verdadero fondo sobre el que se proyecta todo.
P. Pero su protagonista hace cosas absurdas de forma muy racional.
R. Eso viene de Kafka, que es el primero que hace cosas absurdas de un modo racional. Y de Buster Keaton. De Kafka nace el humor moderno, porque antes de ¨¦l no hay nadie que escriba de forma seria para contar algo que no lo es. La prosa de Kafka es como la cara de Buster Keaton. Tiene algo de juez y de rabino. Y todo eso al servicio de un contenido absurdo. De ese desnivel nace la risa.
P. "Todo se arregla con historias", seg¨²n el narrador, que adora el silencio pero no para de hablar. ?Les pasa eso a los escritores?
R. Hay una incontinencia verbal en toda la sociedad y en todos nosotros, s¨ª. Es todo como una fiesta en la que las palabras son monedas sin valor. Yo amo el silencio, y en esto la novela es autobiogr¨¢fica, pero a la vez soy muy charlat¨¢n.
P. Sin embargo, en esa especie de teor¨ªa personal que incluy¨® en
Entre l¨ªneas dec¨ªa que las palabras se gastan s¨®lo cuando se habla superficialmente de las cosas.
R. Hay que tener cuidado con las teor¨ªas, pero s¨ª es verdad que a veces vamos a buscar nuestro mundo en lugares ajenos a nosotros cuando lo que hay que hacer es partir de lo concreto. Cuando uno habla de lo concreto es cuando las palabras tienen un aire de frescura. Lo pierden cuando o hablamos en abstracto o de cosas le¨ªdas. Cuando tratamos de algo personal, aunque sea un libro que hemos digerido bien, la ret¨®rica se disuelve en la sintaxis y tiene algo de verdad, de vida. Lo importante de un libro es que tenga vida. Vale m¨¢s un insecto vivo que un tigre disecado.
P. ?Lo personal tiene un l¨ªmite? Su hombre inmaduro se r¨ªe de los que quieren conocerse a s¨ª mismos.
R. Es que todo esto de la identidad y de conocerse a s¨ª mismo me enoja.
P. ?Por qu¨¦?
R. Me parece mucho m¨¢s interesante el mundo. Uno es un espectador, no puede estar todo el rato mir¨¢ndose el ombligo. Se pierde la vida. Adem¨¢s, uno es lo que mira, c¨®mo recibe y hace suyo el mundo exterior. Todo lo que cuenta la novela est¨¢ sacado de personajes de este barrio. El Maracan¨¢ est¨¢ ah¨ª, en la esquina. Te lo puedo ense?ar si quieres. Las tres rosas, la pasteler¨ªa, est¨¢ ah¨ª mismo tambi¨¦n. Todav¨ªa no la han vendido. Todo est¨¢ fantaseado pero ah¨ª est¨¢n.
P. ?Hasta qu¨¦ punto las reflexiones del narrador son tambi¨¦n las suyas?
R. Al principio uno tira de la novela, pero luego es la novela la que tira de uno. Y en ese momento, que es el mejor, ya no hace falta que le prestes al personaje tus ideas. Tiene las suyas propias. En esta novela me iba guiando por temas: la doble conciencia, el amor, la realidad objetiva y la imaginaria, el lenguaje... Eso s¨ª, aspiro a que todas las reflexiones que haya sean ideas contadas, no ideas en estado puro, que para eso es una novela, no un ensayo. Tem¨¢ticamente hay un fondo. Los temas son los que van unificando el relato. Son una gu¨ªa dentro de la incertidumbre de ese mundo en el que uno iba entrando a tientas, al hilo de las cosas que se me iban ocurriendo.
P. En esta novela las historias se van sucediendo como si no hubiera un esquema previo. No s¨¦ si es usted de los que se sientan a escribir "a lo que salga" o de los que lo tienen ya todo en la cabeza cuando se ponen.
R. En las novelas anteriores s¨ª ten¨ªa un esquema previo, en ¨¦sta no. Es la primera vez que he escrito con una libertad compositiva que no me hab¨ªa permitido antes. Yo soy flaubertiano, me gusta saber de d¨®nde a d¨®nde voy, aunque al calor de la escritura es donde aparece lo m¨¢s interesante. Hace mucho tiempo que quer¨ªa escribir una novela dej¨¢ndome llevar. Ten¨ªa una cierta idea, siempre se tiene, pero trabaj¨¦ como se rellenan los crucigramas, al azar, dejando incluso casillas en blanco. En eso s¨ª es distinta, es la que he escrito con m¨¢s libertad.
P. ?Y con menos esfuerzo?
R. Tambi¨¦n. Y en poco tiempo. Tengo la sensaci¨®n de que se ha escrito sola. Yo mismo me preocupaba. Dec¨ªa: si sale tan f¨¢cil no puede estar bien. Dice un personaje de Shakespeare que las cosas las solemos hacer con m¨¢s esfuerzo que deleite. A la hora de escribir eso tambi¨¦n ocurre, pero esta novela ha sido puro deleite. Han sido ocho meses de felicidad. Lo que haya salido no lo s¨¦.
P. ?Duda?
R. Cuando empieza est¨¢s euf¨®rico. Al principio me gustaba mucho. Luego me empez¨® a gustar por las ma?anas, pero por las tardes no. Luego me entraron las dudas algunas ma?anas. En fin, llega un momento en que no sabes juzgarte a ti mismo.
P. ?Existe la novela perfecta?
R. Las cosas peque?as -un poema, una canci¨®n- pueden ser perfectas, pero una novela larga perfecta es insoportable. Las cosas largas tienen el encanto de la imperfecci¨®n, y en est¨¢ novela lo he descubierto especialmente. Lo que se pierde en perfecci¨®n se gana en humanidad y en encanto, el encanto de lo que no aspira a ser perfecto porque la vida tampoco es as¨ª.
P. Una vida imperfecta para personas inmaduras, como su protagonista.
R. ?l adem¨¢s est¨¢ muy desorientado, aunque tiene todos los referentes a su disposici¨®n. Pero le pasa como a Groucho Marx: "Tengo estos principios, pero si no le gustan tengo otros".
P. ?Quer¨ªa retratar esta ¨¦poca?
R. En absoluto. Eso ser¨ªa escapar de lo concreto. Si hay alguna resonancia ya no es competencia m¨ªa. Yo quer¨ªa mostrar lo que es la vida. ?Qui¨¦n no ha deseado la muerte de alguien alguna vez, aunque fuera de ni?o? Dentro de nosotros hay un asesino en potencia, pero tambi¨¦n un santo. Seg¨²n las circunstancias. Piensa en la ex Yugoslavia. Personas que han convivido sin problemas se convierten en enemigos radicales. Por las circunstancias y porque hay una naturaleza brutal dentro de nosotros que no est¨¢ ni apaciguada ni civilizada.
Retrato de un hombre inmaduro. Luis Landero. Tusquets. Barcelona, 2009. 240 p¨¢ginas. 17 euros. Se publica el pr¨®ximo 4 de noviembre.
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