Herederas de Lilith
La semana pasada, el programa El mat¨ª a 4 bandes de Toni Mar¨ªn, en R¨¤dio 4, me invit¨® a hablar de sexo con David Barba. Al llegar al estudio, me agradecieron la participaci¨®n ya que, por lo visto, resulta dif¨ªcil encontrar mujeres dispuestas a hablar del tema a micr¨®fono abierto.
No es extra?o que esta cuesti¨®n de inter¨¦s vital sea rehuida en p¨²blico por una gran mayor¨ªa de mujeres. La historia demuestra que quienes se han atrevido a mostrar desparpajo en lo verbal o en la acci¨®n han sido duramente castigadas.
La primera mujer de Ad¨¢n, Lilith, tuvo que irse del para¨ªso -y de los libros sagrados- por exigir, durante el coito, una posici¨®n que no la sometiera y por reclamar su cuota de placer. Luego, lleg¨® Eva, la sumisa, la que conven¨ªa a Ad¨¢n.
Ser¨ªa deseable que las mujeres de todas las edades y condici¨®n se prestasen a hablar de erotismo en p¨²blico
A partir de ah¨ª, el orgasmo femenino -como muchos otros procesos naturales- se medicaliz¨®. En la antig¨¹edad, la discusi¨®n ten¨ªa dos polos opuestos. Seg¨²n Galeno, el orgasmo de ella era imprescindible para la concepci¨®n, por lo que deb¨ªa ser alentado. Arist¨®teles, en cambio, consideraba que las mujeres ten¨ªan que poder quedar embarazadas sin necesidad de sentir placer, y estaba en lo cierto, aunque m¨¢s nos hubiera valido que no insistiera en su teor¨ªa, que contribu¨ªa a la represi¨®n de la sexualidad femenina.
Durante el Renacimiento, cualquier mujer en ¨¦xtasis que no fuera m¨ªstica, como santa Teresa de Jes¨²s -y de ¨¦sas hab¨ªa pocas-, se consideraba una pose¨ªda por el demonio a la que hab¨ªa que exorcizar, o una bruja, peligrosa para los varones, a los que pod¨ªa hacer perder no s¨®lo su potencia sexual, sino tambi¨¦n su miembro viril, por lo que era condenada a la hoguera.
A finales del XVIII, desligado el orgasmo de la ovulaci¨®n y de la fecundaci¨®n, se consideraba que la inmensa mayor¨ªa de mujeres carec¨ªan de sensaciones sexuales. Sin embargo, en el XIX, los des¨®rdenes nerviosos femeninos se curaban en la consulta m¨¦dica mediante masajes al cl¨ªtoris.
Luego, en el siglo XX, Freud nos regal¨® la teor¨ªa de los tipos de orgasmo femenino. Unos, que se obtienen por medio de la penetraci¨®n del pene en la vagina, se corresponden con una sexualidad madura y son, por tanto, convenientes. Y otros, es decir, los que experimentan el 95% de las mujeres mediante la estimulaci¨®n del cl¨ªtoris, son, seg¨²n Freud, infantiles y, por tanto, a proscribir.
Vinieron a salvarnos de tanta estupidez Masters and Johnson y, sobre todo, Shere Hite. Y desde luego, nuestra propia experiencia emp¨ªrica, que nos demostraba una y otra vez lo que la medicina nos hab¨ªa negado durante siglos. Y es que, como cuenta Thomas Laqueur en La construcci¨®n del sexo, la fisiolog¨ªa del cuerpo de las mujeres ha sido siempre adaptada a las demandas de la cultura.
Tal vez por ello continuamos observando que las escenas sexuales de las pel¨ªculas o las novelas se empe?an en ofrecer una narrativa de la sexualidad -coitos inmediatos y furiosos, orgasmos simult¨¢neos obtenidos s¨®lo con penetraci¨®n...- que poco tiene que ver con la real o con la que satisface a la mayor¨ªa de las mujeres.
Tanto esfuerzo por negar la evidencia del placer femenino lleva inevitablemente a preguntarse por la raz¨®n. ?Ser¨¢ que los varones siguen temiendo que, como se?alaba el Malleus maleficarum en 1486, las mujeres resulten insaciables sexualmente?
Insaciables, desde luego no son. Pero seres dotados de una sexualidad flexible e intensa, s¨ª. Una sexualidad que, en opini¨®n de Tiresias, el sabio tebano de la mitolog¨ªa griega, que hab¨ªa disfrutado la posibilidad de vivir unos a?os como mujer y otros como var¨®n, es m¨¢s intensa que la masculina. Seg¨²n la versi¨®n de Ovidio en Las metamorfosis, Tiresias le cuenta a J¨²piter -el Zeus griego- que el hombre experimenta la d¨¦cima parte de placer que la mujer.
Ser¨ªa deseable que mujeres de todas las edades y de cualquier condici¨®n se prestasen a hablar de erotismo en p¨²blico -como durante a?os han hecho en privado- para reivindicar la sexualidad femenina en cualquier etapa de la vida y mostrar vigorosamente la herencia de Lilith. Y as¨ª romper estereotipos.
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