?Una generaci¨®n sin pensiones?
El sistema p¨²blico se agota y los privados est¨¢n en cuesti¨®n por la crisis - Espa?a avanza hacia el envejecimiento sin una soluci¨®n en el horizonte para los jubilados
A Otto von Bismarck crear un sistema de pensiones y contrarrestar la influencia del movimiento obrero alem¨¢n le result¨® m¨¢s sencillo de lo que parece. En 1889, cuando la esperanza de vida no llegaba a los 40 a?os, el Gobierno del dirigente prusiano fij¨® la edad de jubiliaci¨®n... ?en 70 a?os! Si el canciller de hierro levantara la cabeza se quedar¨ªa pasmado: ahora vivir m¨¢s de 70 a?os, al menos en Europa, es de lo m¨¢s corriente. La idea de garantizar una renta a las personas mayores, adem¨¢s de generalizarse, se ha complicado sobremanera. M¨¢s ahora, cuando el reciente colapso financiero ha golpeado (y muy duro) a los fondos privados de pensiones, la soluci¨®n que ganaba terreno en los ¨²ltimos a?os. El siguiente golpe se lo pueden llevar los sistemas p¨²blicos de reparto, como el espa?ol: si el paro se enquista, los problemas derivados del envejecimiento de la poblaci¨®n estar¨¢n aqu¨ª en un futuro demasiado pr¨®ximo. Y todo se viene encima de una generaci¨®n que ahora soporta las pensiones de sus padres y abuelos, pero que, con los mecanismos actuales, no tienen certeza de acceder a una jubilaci¨®n digna cuando lleguen a viejos.
Trabajar dos a?os m¨¢s aumenta los ingresos generales y reduce los gastos
EE UU alcanza un r¨¦cord: 6,6 millones de sus empleados superan los 65 a?os
En la ¨²ltima d¨¦cada, varios gobiernos han impulsado reformas para retrasar la jubilaci¨®n, fijada en la mayor¨ªa de casos en 65 a?os, y aliviar as¨ª la presi¨®n sobre sus sistemas de reparto: con mirada de contable, trabajar un par de a?os m¨¢s supone aumentar los ingresos del sistema y reducir los gastos (se paga jubiliaci¨®n menos tiempo). EE UU se subi¨® al carro de las reformas con un aumento gradual que culminar¨¢ en 2028 con la jubilaci¨®n a los 67 a?os. Pero la realidad se anticipa: en el mercado laboral estadounidense hay 6,6 millones de trabajadores que superan los 65 a?os, una record hist¨®rico.
En muchos casos, esa realidad forzosa tiene nombre, aunque sea enrevesado: 401 (k). As¨ª es como se llama a los fondos de pensiones privados individuales en los que millones de estadounidenses pusieron ahorros con la esperanza de que los mercados financieros multiplicasen su rendimiento. Y que en 2008, con la debacle de las bolsas, han acumulado m¨¢s de un 30% en p¨¦rdidas.
Los planes 401 (k) representan el extremo de la apuesta privada por garantizar ingresos para la jubiliaci¨®n, en un pa¨ªs donde el dinero p¨²blico apenas financia la mitad del volumen total de pensiones. Son, adem¨¢s, parte de la historia del desmadre financiero de estos a?os. En medios estadounidenses como The New York Times, US Today o la revista Time menudean los reportajes sobre hombres y mujeres que, ya metidos en la cincuentena, decidieron hipotecar por segunda vez su casa para comprar un coche o pagarse unas vacaciones, en la confianza de que el dinero de su fondo 401 (k), que la Bolsa multiplicaba de forma milagrosa, les dar¨ªa suficiente holgura para seguir pagando la hipoteca cuando se jubilaran. Ahora, ni pueden vender la casa sin perder mucho dinero, ni pueden vender su fondo de pensiones, ni pagar la hipoteca con la pensi¨®n p¨²blica. S¨®lo les queda seguir trabajando m¨¢s all¨¢ de los 65.
"En la mayor¨ªa de los casos lo que pas¨® con los fondos privados en 2008 es que disminuyeron de valor, no que entraran en p¨¦rdidas", puntualiza Pablo Antol¨ªn, economista de asuntos financieros en la OCDE. En otras palabras, s¨®lo a las personas a las que le toc¨® en suerte jubilarse el a?o pasado o ¨¦ste, les afect¨® el bajonazo de la Bolsa. Y s¨®lo en los pa¨ªses en los que el sistema de Seguridad Social no garantiza una pensi¨®n p¨²blica suficiente, la falta de ingresos puede llevar a una vuelta forzosa al trabajo.
No es un caso com¨²n en Espa?a, donde los fondos privados personales son relativamente recientes y est¨¢n en manos de trabajadores con ingresos (y pensiones) elevados. "Lo que ha demostrado la crisis es que nunca es bueno depender demasiado de un s¨®lo sistema", se?ala Antol¨ªn.
La afirmaci¨®n del economista de la OCDE, un organismo que siempre ha abanderado un mayor protagonismo de los fondos privados en los sistemas europeos, no es inocua. Porque en el otro extremo de pa¨ªses como Holanda, Reino Unido EE UU o Chile, en los que los fondos individuales y los planes de empresa financian buena parte de las pensiones, se coloca Espa?a, donde el peso del sistema de reparto (las cotizaciones de trabajadores y empresas financian las pensiones a los mayores) es abrumador.
"Puestos a mirar algo, habr¨ªa que fijarse en lo que ha ocurrido con los sistemas de capitalizaci¨®n", rebate el secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado. La sugerencia de Granado es razonable. Los sistemas de capitalizaci¨®n -los fondos individuales o los planes de empresa, en los que las pensiones son el resultado de la rentabilidad del ahorro invertido a nombre de cada trabajador-, pasan un v¨ªa crucis.
Seg¨²n los c¨¢lculos de la OCDE, el valor de los fondos de pensiones en los pa¨ªses avanzados cay¨® m¨¢s de un 21% en 2008. Entre enero y junio de este a?o, la recuperaci¨®n de las bolsas s¨®lo ha permitido descontar un 3,5% de aquella p¨¦rdida. Y en el caso de los planes de empresa, muchos est¨¢n en d¨¦ficit (no podr¨ªan afrontar sus compromisos de pago si todos los trabajadores se jubilaran a la vez). Para evitar quiebras, varios gobiernos han ampliado el plazo para que las compa?¨ªas recompongan sus balances hasta un nivel seguro.
Por contraste, el sistema de reparto espa?ol no tiene ning¨²n problema para pagar sus compromisos con ocho millones de jubilados. M¨¢s a¨²n, desde 2000, el saldo favorable entre cotizaciones (impulsado por la llegada de inmigrantes y la incorporaci¨®n de la mujer al trabajo) y pensiones se mete en una hucha que acumula ya 58.000 millones de euros. De hecho, la principal debilidad del sistema espa?ol es la escasa dotaci¨®n de sus pensiones m¨¢s bajas, pese a los esfuerzos recientes del Gobierno socialista: seg¨²n la UE, casi el 30% de los mayores de 65 a?os espa?oles est¨¢ en riesgo de pobreza.
Y, sin embargo, lo que abundan son las advertencias sobre la viabilidad del sistema p¨²blico. "Espa?a tiene que actuar ya, las reformas ahora ser¨ªan casi indoloras, el drama es no hacer nada", proclam¨® hace unos meses el comisiario europeo de Asuntos Econ¨®micos, Joaqu¨ªn Almunia. Hace dos semanas, un informe de la Comisi¨®n Europea, martilleaba sobre la cuesti¨®n. El principal problema, es que, seg¨²n las proyecciones demogr¨¢ficas de Bruselas, la pir¨¢mide de la poblaci¨®n espa?ola, que ahora presenta un saludable ensanchamiento en la parte central, ir¨¢ transform¨¢ndose gradualmente hasta adelgazar en el centro y engordar en la c¨²spide: es una manera gr¨¢fica de representar que Espa?a ser¨¢ el pa¨ªs europeo en el que m¨¢s envejezca la poblaci¨®n. Para un sistema de reparto, ¨¦sa es una p¨¦sima noticia. El colectivo espa?ol de mayores de 65 a?os pasar¨¢ de los 7,5 millones de personas a cerca de 17 millones en cuatro d¨¦cadas. Y la poblaci¨®n que podr¨ªa soportar el pago de sus pensiones (entre 16 y 64 a?os) se reduciri¨¢ de 31 a 29 millones de personas. La ca¨ªda en la tasa de natalidad y la mayor longevidad explican en buena parte el proceso.
El reto demogr¨¢fico obligar¨¢, necesariamente, a cambios en el sistema de reparto. Que sean indoloros est¨¢ por ver. Un reciente estudio elaborado por ?ngel de la Fuente (CSIC) y Rafael Domenech (BBVA), conclu¨ªa que habr¨ªa que elevar la edad de jubilaci¨®n m¨¢s all¨¢ de los 67 a?os y a¨²n as¨ª no bastar¨ªa para absorber la transici¨®n demogr¨¢fica hasta que la pir¨¢mide empiece a recuperar la silueta (a partir de 2060). Tambi¨¦n habr¨ªa que calcular la pensi¨®n a partir de los salarios de toda la vida laboral (y no, como hasta ahora, de los ¨²ltimos 15 a?os) y pagar el 100% de la pensi¨®n s¨®lo a los que acumularan ?50 a?os cotizados!. "Las dos ¨²ltimas medidas son otra manera de decir que las pensiones p¨²blicas tendr¨¢n necesariamente que ser m¨¢s bajas que ahora", se?ala De la Fuente.
Las supuestas limitaciones del sistema de reparto abren el mel¨®n de la necesidad de otros ingresos. "Ya que tanto se suele hablar de Suecia como modelo de bienestar, yo me fijar¨ªa ah¨ª", apunta Pablo Antol¨ªn, el economista de la OCDE. En 1998, el pa¨ªs escandinavo asumi¨® buena parte de las recomendaciones de una comisi¨®n de expertos, con dos cambios fundamentales: a las pensiones m¨ªnimas (financiadas con impuestos) y las pensiones contributivas (con cotizaciones de trabajadores y empresas), se sum¨® un fondo de capitalizaci¨®n obligatorio para cada trabajador, tambi¨¦n financiado con parte de la n¨®mina. Esos fondos, gestionados por un organismo estatal, se invierten en los mercados financieros para intentar lograr una rentabilidad (en 2008 tambi¨¦n perdieron, casi un 17% de media).
El segundo cambio es igual o m¨¢s importante: en la parte tradicional del sistema (pensiones m¨ªnimas y contributivas), la cantidad a recibir se hace depender de la esperanza de vida que haya cuando el trabajador se jubile.
Hay expertos que creen que la soluci¨®n no debe ir por los mercados financieros. Al contrario, opinan que la pensi¨®n p¨²blica que se cobra ahora "es todav¨ªa muy baja", como se?ala Vi?ens Navarro, catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas de la Universidad Pompeu Fabra. En unas jornadas celebradas la semana pasada en Madrid, Navarro expuso que el gasto espa?ol por habitante en prestaciones para la vejez est¨¢ casi un 40% del promedio de la UE. Y ofreci¨® alternativas para reforzar el sistema p¨²blico: aumentar la tasa de empleo de la mujer, mayor dotaci¨®n a los servicios de ayuda a la familia, que permitir¨ªa recuperar la natalidad, y un incremento de la productividad, para aumentar salarios y cotizaciones. Un camino que lleva tambi¨¦n a cambios enormes.
Frente a esta demanda de reformas, el sistema espa?ol ha optado por ir pasito a pasito. Una pol¨ªtica que comenz¨® en 1995 con el Pacto de Toledo, suscrito por todos los grupos parlamentarios. "En procesos a largo plazo como ¨¦ste, cuanto antes hagas los cambios que se necesiten, mejor. El consenso del Pacto de Toledo est¨¢ bien, pero se ha avanzado poco", se?ala De la Fuente. El secretario de Estado de la Seguridad Social rebate que esos cambios hayan contribuido a aumentar el n¨²mero de cotizantes de forma notable. Entre ellos destaca que se han reducido los retiros anticipados, pese a que a¨²n se jubila antes de los 65 a?os m¨¢s del 40% de los pensionistas, o que se haya incentivado (con una ganancia del 1% anual en la pensi¨®n) alargar de forma voluntaria la edad de jubilaci¨®n.
El Gobierno cree que el cambio demogr¨¢fico no pondr¨¢ el sistema en d¨¦ficit hasta 2023 y que, entonces, el fondo de reserva de las pensiones permitir¨ªa compensar ese saldo negativo al menos seis a?os m¨¢s. La crisis puede trastocar ese c¨¢lculo: si el paro, cercano al 18%, tarda a?os en volver a reducirse y las cotizaciones se mantienen en niveles bajos, el fondo de reserva dejar¨¢ de crecer y el d¨¦ficit puede aparecer antes de lo previsto. "No veo ning¨²n problema si la crisis dura menos de cinco a?os", sentencia Granado. ?se es precisamente el periodo que vaticina ahora mismo el FMI para la econom¨ªa espa?ola.
El secretario de Estado s¨ª asume que ser¨¢n necesarios cambios profundos, pero evita dar pistas. Sobre la comisi¨®n parlamentaria del Pacto de Toledo, que revisa precisamente ahora la estrategia de pensiones, recae la responsabilidad de tomar las medidas que garanticen las pensiones de toda una generaci¨®n.
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