Esto no es un empate
De pronto, la actualidad pol¨ªtica se ti?e de alarma por la corrupci¨®n. La ciudadan¨ªa llevaba meses desayun¨¢ndose con la trama G¨¹rtel, un asunto del PP en Madrid y Valencia, cuando se descubre en Barcelona el caso Millet, que afecta de lleno al nacionalismo de CiU y sus derivados. No estaba todav¨ªa digerido, cuando el juez Garz¨®n tira del hilo de una evasi¨®n de capitales y aparece una trama de corrupci¨®n urban¨ªstica a medias entre un alcalde del PSC, un ex diputado socialista y dos de los principales colaboradores de Jordi Pujol en los primeros gobiernos de CiU.
El resumen obvio es que ya est¨¢n pringados casi todos los partidos. No todos, pero casi. No todos, pero s¨ª los principales, los que en las ¨²ltimas elecciones al Parlamento catal¨¢n recibieron, juntos, el 85% de los votos ?Es esto un empate? ?sta podr¨ªa ser la conclusi¨®n c¨ªnica a que llegar. Si ya est¨¢n casi todos, si resulta que casi todos tienen pecadores en sus casas, casi nadie puede presumir de honradez y, sobre todo, casi nadie puede recriminar a otros las flagrantes deshonestidades de que dan cuenta los autos judiciales. Al principio, mientras el goteo de fechor¨ªas era s¨®lo un grano de pus en la geograf¨ªa del PP, los socialistas dec¨ªan, como quien no quiere hurgar demasiado, "a ver si lo arreglan, a ver si lo arreglan, por el bien de la democracia". Daban a entender que ni lo arreglaban ni hab¨ªa en el PP nadie con autoridad para arreglarlo. Pero despu¨¦s salt¨® el caso Millet y lo m¨¢s destacado que pudo o¨ªrse fueron los suspiros de alivio del PP, que por fin ya no estaba s¨®lo subiendo aquel G¨®lgota, y la sonora advertencia de un Pujol casi fuera de control. De los trasiegos de dinero de Millet mejor no hablar mucho, amenaz¨®, porque entonces habr¨¢ que hablar tambi¨¦n de otros trasiegos en otros partidos. O sea, l'empastifada, como le gustaba decir anta?o al propio Pujol. Todos pringados.
Mu?oz encarna un modelo de PSC, como Prenafeta y Alavedra son el pujolismo y Camps representa las pr¨¢cticas del PP
Pero eso no es cierto. Le salieron al paso la joven portavoz de Iniciativa Verds y los l¨ªderes de Esquerra Republicana. Si Pujol sabe algo acerca de otros partidos susceptibles de merecer la misma consideraci¨®n moral, pol¨ªtica y, presuntamente, penal que el desv¨ªo de dinero del Palau de la M¨²sica a la fundaci¨®n de Converg¨¨ncia Democr¨¤tica o al partido de ?ngel Colom, que lo diga, que lo lleve al juzgado, le retaron. No lo hizo. Sin embargo, todav¨ªa no estaba del todo dilucidado este lance, esta apelaci¨®n a la ley del silencio propia de las organizaciones mafiosas inusitadamente formulada nada menos que por un ex presidente de la Generalitat, cuando cae la bomba de Santa Coloma de Gramenet y el juez Garz¨®n detiene en una razzia contra la corrupci¨®n urban¨ªstica nada menos que a Bartomeu Mu?oz, un alcalde que forma parte del n¨²cleo duro del PSC de Jos¨¦ Montilla, a Maci¨¤ Alavedra y Llu¨ªs Prenafeta, dos de los pol¨ªticos de CiU que han tenido m¨¢s poder en los gobiernos de Pujol.
Lo que entonces se plantea al PSC y CiU en Catalu?a es algo muy parecido a lo que afecta al PP en Valencia, donde no hay juego de manos que impida a todo observador medianamente interesado darse cuenta de que el fenomenal l¨ªo alcanza de lleno al presidente Francisco Camps. Puede que los asuntos en s¨ª tengan caracter¨ªsticas muy distintas. Y es cierto que Prenafeta y Alavedra ya no est¨¢n en la primera l¨ªnea pol¨ªtica. Pero ellos son una viva representaci¨®n del pujolismo. Y Mu?oz es una viva representaci¨®n de este modelo de PSC sustentado sobre el poder municipal de unos cuantos alcaldes y dirigentes territoriales que han urdido una tupida red de complicidades sociales y pol¨ªticas en la que, como ahora se ve, se cuelan tambi¨¦n intereses econ¨®micos y clientelares.
La respuesta c¨ªnica, ya est¨¢n todos, ya se sabe, as¨ª es la pol¨ªtica, no vale. No debe valer. As¨ª como los responsables penales de los delitos son quienes los cometen, la responsabilidad pol¨ªtica en estos tres casos afecta de lleno al modus operandi de estos partidos y no otros. Mu?oz encarna un modelo de PSC. Prenafeta y Alavedra son el pujolismo, el sector negocios del pujolismo; de la misma forma que el bigotes era el amiguito del alma de Camps. Los tribunales dir¨¢n lo que sea en la vertiente penal de estos casos, pero PP, CiU y PSC deben una explicaci¨®n sobre el modelo pol¨ªtico que ha permitido unos esc¨¢ndalos que no afectan a todos los partidos, sino a los suyos.
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