Rajoy amenaza pero la guerra sigue

A Alfonso Guerra se le atribuye una frase de 1982 -"el que se mueva, no sale en la foto"-con la que buscaba la unidad interna de un PSOE que llegaba al Gobierno. Mariano Rajoy invent¨® su propia f¨®rmula ayer para decir lo mismo: "No habr¨¢ pr¨®xima vez", sentenci¨® ante el Comit¨¦ Ejecutivo m¨¢s tenso de los ¨²ltimos a?os. Pero adem¨¢s la reforz¨® con una amenaza expresa: record¨® que es ¨¦l, como presidente, quien aprueba las candidaturas de las elecciones generales, auton¨®micas, y municipales. Esto es: el que se mueva no sale en la foto... de campa?a.

Rajoy hizo ayer un dur¨ªsimo llamamiento al orden con el apoyo de sus barones regionales. Pero todo qued¨® en palabras. El l¨ªder no tom¨® ninguna decisi¨®n extraordinaria, al contrario de lo que parec¨ªa deducirse de sus palabras del pasado jueves, cuando dijo que "Santo Job s¨®lo hay uno". Y sobre todo, no logr¨® despejar la crisis de Madrid, que atenaza al partido. Mientras, Francisco Camps, m¨¢ximo responsable de la otra crisis, la de Valencia, demostr¨®, seg¨²n varios de los presentes, que sigue sin ser consciente de la gravedad del caso G¨¹rtel y de c¨®mo le afecta personalmente.

"No habr¨¢ pr¨®xima vez", sentenci¨® el l¨ªder del PP ante los barones

Rajoy tild¨® de "inadmisibles" e "indeseables" las ¨²ltimas escaramuzas

Feij¨®o protest¨® por los perjuicios que causa al partido "el 'derby' madrile?o"

Aguirre: "Han puesto a la agredida al mismo nivel que el agresor"

Rajoy y sus barones m¨¢s fieles hab¨ªan preparado una reuni¨®n en la que el l¨ªder le iba a leer la cartilla a Esperanza Aguirre -y lo hizo- y a Manuel Cobo, mano derecha de Alberto Ruiz-Gallard¨®n -y lo hizo-. Pero sobre todo, la cita estaba preparada por el l¨ªder para dejar claro una vez m¨¢s que Aguirre est¨¢ sola como jefa de la oposici¨®n a Rajoy, que no tiene ning¨²n aliado entre los barones. De hecho, ella se ha quejado amargamente de que s¨®lo la catalana Alicia S¨¢nchez Camacho haya salido en su apoyo por los ataques de Cobo.

Pero cuando todo estaba preparado para lo que los aguirristas definen como una encerrona, ella hizo su desplante final, la demostraci¨®n m¨¢s clara de que no est¨¢ dispuesta a reconocer la autoridad de Rajoy, y que s¨®lo ha cedido en Caja Madrid porque el candidato oficial era Rodrigo Rato, un hombre de su cuerda al que ella no puede enfrentarse. Aguirre plant¨® a Rajoy y se ausent¨® en el Comit¨¦ Ejecutivo m¨¢s importante de los ¨²ltimos a?os, en el que ella fue la absoluta protagonista por su ausencia y por lo que se dijo de ella, abierta o veladamente. Aguirre demostr¨® una vez m¨¢s que Rajoy no puede con ella, que va por libre y que s¨®lo una gestora, con la que se ha especulado varias veces pero nunca muy en serio, permitir¨ªa que el l¨ªder recupere el control del PP de Madrid.

Las espadas entre Aguirre y Rajoy, el mayor problema para el l¨ªder, siguen as¨ª en alto. Pero tambi¨¦n sigue viva, incluso recrudecida, la guerra de Madrid. Manuel Cobo, lejos de retirar las acusaciones contra Esperanza Aguirre vertidas en una entrevista en EL PA?S, las reforz¨®. S¨®lo pidi¨® perd¨®n por no haber dicho lo mismo pero en los ¨®rganos internos. Y lleg¨® a asegurar que no le importa lo que le pueda pasar, que asume la posible sanci¨®n, porque entiende que ha hecho lo que deb¨ªa hacer: denunciar la situaci¨®n del PP de Madrid.

El mensaje que transmitieron los barones, el poder territorial del partido, fue muy claro: no quieren m¨¢s guerras en Madrid. Nadie aplaudi¨® a Cobo cuando termin¨®. Es m¨¢s, se hizo un silencio muy tenso despu¨¦s de su larga y detallada explicaci¨®. Y eso que, en esta especie de sesi¨®n de terapia colectiva, ayer se aplaud¨ªan de forma casi mec¨¢nica todos los discursos, incluso los m¨¢s breves e intrascendentes, de los 26 que se pronunciaron.

Pero si a Cobo no se le aplaudi¨®, a Gallard¨®n, tampoco. El alcalde de Madrid, eterno aspirante a todo en el partido, defendi¨® a su escudero, algo que muchos dirigentes alababan despu¨¦s en privado. Y tambi¨¦n atac¨® a Aguirre, al desmentir que esto fuera una guerra madrile?a: "Van contra Rajoy", insisti¨®, como antes hab¨ªa dicho Cobo. Gallard¨®n sal¨ªa as¨ª al paso de la intervenci¨®n del muy gallardonista Alberto N¨²?ez Feij¨®o, que hab¨ªa criticado que "el derby madrile?o" complica la labor pol¨ªtica del partido en el resto de Espa?a.

En las ¨²ltimas cinco reuniones internas del PP nadie hab¨ªa hablado, ni para bien ni para mal, despu¨¦s de escuchar al l¨ªder, lo que empezaba a preocupar a algunos como una muestra de cierta desilusi¨®n. Ayer hablaron casi todos. Y, sin embargo, la sensaci¨®n con la que salieron muchos dirigentes tras el c¨®nclave, de tres horas y media, es de que todo sigue m¨¢s o menos igual que antes de entrar, aunque se ha ganado tiempo.

Rajoy sigue contando con el apoyo de la pr¨¢ctica totalidad de los barones, opuestos a Aguirre. ?se fue precisamente el cemento sobre el que el l¨ªder construy¨® su victoria sin rival en el congreso de Valencia, hace un a?o y medio. Sin embargo, los problemas que se detectaron entonces siguen encima de la mesa y el enfrentamiento madrile?o no descansa. Y todo a pesar de que, desde entonces, Rajoy ha logrado la victoria en las elecciones gallegas y europeas,

Los marianistas m¨¢s fieles insist¨ªan en cualquier caso en que Rajoy hab¨ªa ofrecido una clara muestra de autoridad, con un discurso reconocido por la mayor¨ªa de los dirigentes como un muy buen discurso. Adem¨¢s, aseguraban que Aguirre ha cometido un error grave al no acudir a la reuni¨®n, por lo que se ha colocado pr¨¢cticamente fuera del partido, y lo pagar¨¢. Sin embargo, nadie se atreve a hacer apuestas sobre cu¨¢n lejos est¨¢ dispuesto a llegar el l¨ªder en su enfrentamiento con ella. Hace s¨®lo unos d¨ªas, el pasado jueves, Rajoy se?alaba en Antena 3 que Aguirre "lo est¨¢ haciendo muy bien en la Comunidad de Madrid, como Gallard¨®n en el Ayuntamiento", e insist¨ªa en que a ¨¦l le gustar¨ªa "que ella repitiera como candidata en 2011". Para destruirla pol¨ªticamente, Rajoy s¨®lo tiene dos opciones: montar la gestora o sacarla de esas listas electorales en 2011. Cualquiera de las dos medidas supondr¨ªa una guerra en el PP de Madrid, que ella controla con mano de hierro, de consecuencias imprevisibles, que pueden llegar incluso a la escisi¨®n.

Rajoy en privado, y Mar¨ªa Dolores de Cospedal, la secretaria general, en p¨²blico -el l¨ªder evit¨® de nuevo la rueda de prensa- insistieron mucho en la idea de que "no habr¨¢ una pr¨®xima vez", porque los comportamientos de estos ¨²ltimos d¨ªas son "indeseables". Sin embargo, no aclararon qu¨¦ har¨¢n para que esos comportamientos no se repitan, qu¨¦ medidas piensan tomar. Y mientras lo dec¨ªan, Aguirre estaba en la calle respondiendo a lo que se hab¨ªa dicho dentro: "Han puesto a la agredida al mismo nivel que el agresor". Esto es, que esa pr¨®xima vez ya estaba en marcha.