Un poco de oficio basta

Tan malito est¨¢ el Racing, es tan poquita cosa, que consigui¨® demostrar algo que nadie hab¨ªa conseguido hace mucho: que el Athletic, tan visceral, tan fiel a la arqueolog¨ªa y sin Llorente, resulta que tiene oficio para gestionar un partido al que le puso muy poca calidad, pero la energ¨ªa suficiente para abochornar al contrario. Es, hoy por hoy, el Racing tan poquita cosa que el Athletic pareci¨® mucho m¨¢s de lo que fue. El primer gol, obra de Gurpegui, desnud¨® tanto a uno como revisti¨® al otro. Un cabezazo que suspendi¨® de ra¨ªz a un defensa negado, Christian, y a un portero asustado, To?o. Entre la indolencia de ambos surgi¨® Gurpegui que ser¨¢ cualquier cosa menos indolente para mandar a la red un centro bien puesto de Castillo, quiz¨¢s el primer libre indirecto que ejecuta en el Athletic, sometido a la dictadura de los veteranos.

Ese gol, tan circunstancial como expresivo, no s¨®lo hundi¨® a los jugadores del Racing, huecos de juego y vac¨ªos de ideas, sino que acab¨® por confundir a su cuestionado t¨¦cnico, Mandi¨¢, con poca capacidad de reacci¨®n para ver los defectos de su equipo: falta de hilaz¨®n y una defensa que se apa?a por el centro pero que tiene dos v¨ªas de agua en los costados por las que transit¨® el Athletic sin necesidad de hacer encajes de bolillo. Si el Athletic hubiera mandado sus pelotazos en vez de al centro, donde sobresal¨ªa el joven Osmar, a su costado izquierdo, el partido se hubiera roto en diez mil pedazos. Era tan brutal la superioridad de Susaeta sobre el veteran¨ªsimo Pinillos que de haberle atacado sin descanso, se hubiera marchado voluntariamente al vestuario, harto de verle el n¨²mero en la espalda. Eso le cost¨® el primer gol de Gurpegui, y eso, su mala defensa, le cost¨® el clar¨ªsimo penalti de Lacen a Ion V¨¦lez, que transform¨® Iraola.