El Chelsea s¨®lo sabe ganar

Una jugada a bal¨®n parado decidi¨® un duelo fren¨¦tico. Terry remat¨® y derrumb¨® al Manchester United, voraz pero un tanto torpe en la transici¨®n de ataque. Se catapulta el Chelsea, que suma 11 victorias seguidas en Stamford Bridge -iguala el r¨¦cord establecido por Jos¨¦ Mourinho en 2006- y contabiliza 16 goles a favor por s¨®lo uno en contra. Arre¨®n blue, l¨ªder con cinco puntos de ventaja sobre el Manchester y el Arsenal, efervescente ahora con el efecto Cesc pero siempre desbravado cuando alcanza el mes de abril.

Ferguson se las sabe todas. Ante el Chelsea, equipo de m¨²sculo pero de una calidad exquisita en las posiciones avanzadas, prefiri¨® restar virtudes al rival desde la alineaci¨®n y con la pelota entre los pies. El t¨¦cnico escoc¨¦s -que celebr¨® 23 a?os en el banquillo del equipo- dispuso un medio centro escudado por dos volantes. Las ¨®rdenes eran claras: cortar cualquier impulso el¨¦ctrico del Chelsea y, con el bal¨®n controlado, alargar la posesi¨®n hasta aburrir. El equipo londinense, sin posibilidad de completar ataques largos ni lanzar contragolpes, corri¨® detr¨¢s de la pelota, hasta el punto de quedar difuminado. Pero ni mucho menos liquidado.

El ¨¢rbitro no se?al¨® un penalti sobre Valencia y, en el gol, era fuera de juego posicional

Ancelotti entiende a los delanteros como agitadores, bien lejos de la definici¨®n del poste de electricidad. Prefiere que se muevan, ofrezcan alternativas a la ofensiva y desbarajusten las zagas. Ayer, ante el sensacional entramado defensivo que plante¨® el mufc, el desate de los arietes result¨® capital. Anelka y Drogba, sin huecos para deslizarse por detr¨¢s de la defensa, se intercalaron a la hora de recular unos pasos; recibieron, tiraron paredes, propulsaron las entradas desde la segunda l¨ªnea e, incluso, se atrevieron con el disparo. Aunque Van der Sar, con la p¨®cima de la juventud eterna, respondi¨® a los dos chuts de Anelka y a un tercero de Drogba. Algo puntual, porque ni siquiera pareci¨® que el United jugar¨¢ con una zaga descosida, con las ausencias de Ferdinand y Vidic por lesi¨®n, y de Neville por sanci¨®n. Bien apretado, con dos l¨ªneas compactas y retrasadas, el Manchester aguant¨® los arreones al tiempo que ningune¨® el ingenio adversario.

En el ¨¢rea opuesta se desenvolv¨ªa Rooney. No funcion¨® la apuesta de abrir las bandas y colocar a dos extremos puros (Giggs y Valencia). Entre otras cosas porque Cole, lateral izquierdo, est¨¢ intratable en este curso y porque Ivanov, por la derecha, ha borrado de las listas a Belletti y le disputa con fiereza el puesto a Bosingwa. Pero Rooney se las apa?a solo. Es un tormento, un delantero de gazuza desarrollada que convierte cada pelota que toca en peligro. Aunque sus tres primeros latigazos, como la vaselina que prob¨® Giggs y el disparo lejano de Fletcher, no encontraron puerta. Tampoco ayud¨® el colegiado a los red devils, que se?al¨® un fuera de juego que supon¨ªa un cara a cara de Rooney con Cech, y no pit¨® un agarr¨®n y derribo de Terry sobre Valencia dentro del ¨¢rea. El ¨¢rbitro, en cualquier caso, no vio un patad¨®n criminal y al pecho de Evans sobre Drogba.

Como las piezas no se movieron, el partido result¨® lineal: los puntas del Chelsea, generosos, prosiguieron actuando de medios, una vez que Ballack, Lampard y Deco pasaron totalmente desapercibidos; y el United se remiti¨® a Gazza. Potente, entregado al equipo, capaz de girarse en medio palmo, de desequilibrar en otro medio y de sacarse obuses sin cargar la pierna, Rooney desencaj¨® al rival. Pero no lo remat¨®. Un pecado ante el Chelsea, sobrado de barriles de p¨®lvora. As¨ª, en una falta lateral -que no fue-, Terry puso la cabeza y el bal¨®n acab¨® en gol. Pas¨® por delante del cuero y en fuera de juego Drogba, pero el trencilla, de nuevo, no lo apreci¨®.

El United le plant¨® cara y le puso en m¨¢s de una encrucijada. Pero este Chelsea, indestructible atr¨¢s, con recursos en el eje y sublime en la definici¨®n, siempre gana.