Obama hace historia
La C¨¢mara baja de EE UU aprueba por dos votos el proyecto de cobertura m¨¦dica universal
Socialismo, socialismo, clama con la desfachatez propia de la ignorancia o la mala fe la extrema derecha del partido republicano. Estados Unidos, tras varias tentativas y salidas en falso, est¨¢ a punto de homologarse con las dem¨¢s democracias avanzadas en la existencia de un sistema de Seguridad Social universal.
La C¨¢mara de Representantes aprob¨® el s¨¢bado por s¨®lo dos votos de mayor¨ªa -220 sobre los 218 necesarios- con la defecci¨®n de 39 dem¨®cratas y el voto afirmativo de un ¨²nico republicano, un proyecto de ley que a¨²n tiene que pasar el cedazo del Senado, lo que se espera, no sin ¨¢spera refriega, para antes de fin de a?o. Pero ¨¦ste ya es un gran paso en la revoluci¨®n, a escala de una clase pol¨ªtica b¨¢sicamente moderada como la norteamericana, que hab¨ªa prometido en su campa?a el presidente Obama. Seg¨²n el proyecto, 36 de los 46 millones de ciudadanos que carec¨ªan de esa protecci¨®n -una cobertura del 96%,- tendr¨¢n acceso a un sistema de salud en lo fundamental gratuito, del que podr¨¢n servirse asimismo los residentes extranjeros; con ello, s¨®lo quedar¨¢ desatendida la inmigraci¨®n ilegal.
El plan, con un coste no inferior al bill¨®n de d¨®lares (700.000 millones de euros) para los pr¨®ximos 10 a?os, consiste en una ampliaci¨®n del servicio m¨¦dico gratuito (Medicaid) para los m¨¢s pobres, y subsidios para que las personas de ingresos modestos puedan suscribir p¨®lizas privadas de asistencia sanitaria. A este planteamiento se hab¨ªa opuesto la derecha m¨¢s extrema y otra que no lo parece tanto. Los primeros son los que se dicen defensores de las libertades ciudadanas -entre ellas, sin duda, la de morir sin asistencia m¨¦dica- y los segundos, m¨¢s circunspectos, argumentaban que no era ¨¦ste el momento, con la crisis destrozando la macro y la micro econom¨ªa, de meterse en gastos. Pero el razonamiento vale exactamente para lo contrario: lo que pide el empobrecimiento general y es mayor inversi¨®n p¨²blica. Y, por a?adidura, la Administraci¨®n asegura que el sistema pondr¨¢ fin a una p¨¦sima gesti¨®n de recursos p¨²blicos. Cada norteamericano gasta o cuesta al a?o 7.300 d¨®lares (5.000 euros) en atenci¨®n sanitaria, el doble que en pa¨ªses europeos tan supuestamente estatalizados como Alemania o Francia.
Los ciudadanos que superen el umbral de ingresos que les permita acogerse al plan, deber¨¢n contratar con aseguradoras privadas, o servirse de la cobertura costeada por su propia empresa, si gozan de tales beneficios. Y no hace falta decir que tras las exclamaciones de falso y dolorido patriotismo e invocaci¨®n a libertades ancestrales de las que eran portadores los Padres Fundadores est¨¢n los intereses de los dispensadores privados de salud y de acci¨®n preventiva contra la enfermedad y el declive f¨ªsico.
Estamos ad portas de lo que puede ser un gran ¨¦xito del presidente dem¨®crata; de lo que puede ser el primer gran elemento definidor de su mandato. Falta muy poco para decir: "S¨ª, pudimos".
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