Veinte a?os despu¨¦s del Muro
Quienes vivieron esa noche hace 20 a?os, en Berl¨ªn o en cualquier otro lugar de Alemania, nunca olvidar¨¢n la ca¨ªda del Muro.
Con demasiada frecuencia, los acontecimientos hist¨®ricos cruciales tienen un tinte tr¨¢gico y s¨®lo raramente son capaces de mostrar iron¨ªa. El 9 noviembre de 1989 fue uno de esos raros momentos en que rein¨® la iron¨ªa, porque el burocr¨¢tico sistema socialista de Alemania Oriental muri¨® tal como hab¨ªa vivido: con aires burocr¨¢ticos.
El portavoz del Politbur¨®, G¨¹nter Schabowski, simplemente hab¨ªa comprendido mal la decisi¨®n de ese ¨®rgano ejecutivo y, al difundir informaci¨®n incorrecta acerca del levantamiento de las restricciones a los desplazamientos de las personas, dio el impulso definitivo a la ca¨ªda del Muro. Esa noche, Groucho Marx no lo hubiera hecho mejor. Fue la hora m¨¢s feliz de Alemania.
Han sido cambios radicales: el fin de la Guerra Fr¨ªa, el inicio de la globalizaci¨®n, el calentamiento global
Veinte a?os despu¨¦s, muchas consecuencias revolucionarias de esa noche ya son parte de la historia. La Uni¨®n Sovi¨¦tica y su imperio desaparecieron silenciosamente, y con ellos el orden mundial de la Guerra Fr¨ªa. Alemania se reunific¨®; Europa del Este y los Estados de la periferia sovi¨¦tica lograron su independencia; el r¨¦gimen del apartheid de Sur¨¢frica se colaps¨®; llegaron a su fin numerosas guerras civiles en Asia, ?frica y Am¨¦rica Latina; los israel¨ªes y palestinos estuvieron m¨¢s cerca de la paz que nunca; y una Yugoslavia en desintegraci¨®n degener¨® en guerras y limpiezas ¨¦tnicas. En Afganist¨¢n, la guerra prosigui¨® bajo otras circunstancias, con serias ramificaciones para la regi¨®n y el resto del mundo.
Como heredero victorioso del orden colapsado de la Guerra Fr¨ªa, Estados Unidos se erigi¨® en la potencia global indiscutida. Sin embargo, no hicieron falta m¨¢s de dos d¨¦cadas, tras la guerra en Irak y la crisis econ¨®mica y financiera, para que dilapidara ese estatus especial.
La arrogancia del poder y la ceguera ante la realidad fueron las dos causas principales del declive de la ¨²nica superpotencia restante. Si bien gran parte de la responsabilidad recae en George W. Bush, numerosas tendencias negativas lo hab¨ªan precedido. ?l simplemente las llev¨® a su extremo.
Despu¨¦s del 11 de septiembre de 2001, Estados Unidos tuvo una segunda gran oportunidad de utilizar su poder sin paralelos para reorganizar el mundo. Tras este terrible crimen, los pa¨ªses -incluidos los del mundo ¨¢rabe- estaban listos para dar pasos de largo alcance. En ese momento se podr¨ªa haber logrado la paz entre palestinos e israel¨ªes, creando un nuevo comienzo para Oriente Pr¨®ximo.
Hasta habr¨ªa sido posible un cambio radical de la pol¨ªtica energ¨¦tica estadounidense, planteando como motivo la seguri-dad nacional. De esa manera, podr¨ªa haberse enfrentado el reto del cambio clim¨¢tico de manera m¨¢s eficaz. Sin embargo, esa oportunidad tambi¨¦n se desperdici¨®.
Europa -y, dentro de ella, Alemania- estuvo entre los grandes ganadores del 9 de noviembre de 1989. El Continente se reunific¨® en libertad: Alemania el 3 de octubre de 1990; Europa con la gran ampliaci¨®n de la Uni¨®n Europea del 1 de mayo de 2004. Tuvo ¨¦xito la introducci¨®n de una moneda europea com¨²n; fue un fracaso la integraci¨®n pol¨ªtica mediante un tratado constitucional. Desde entonces, la UE ha sufrido un estancamiento, tanto interno como externo. Europa ha hecho un uso insuficiente de sus oportunidades desde 1989, y podr¨ªa perder influencia de manera dram¨¢tica en la estructura de poder emergente del siglo XXI.
En Alemania, que debe en gran medida su reunificaci¨®n a sus firmes ra¨ªces en la UE y la OTAN, es palpable el cansancio respecto de Europa. La generaci¨®n que hoy gobierna en Berl¨ªn piensa cada vez m¨¢s en t¨¦rminos nacionales m¨¢s que europeos. Esto nunca fue m¨¢s obvio que en los d¨ªas y semanas decisivos de la crisis financiera global.
Rusia, la gran perdedora de 1989, sigue dos d¨¦cadas m¨¢s tarde sumida en una mezcla de depresi¨®n econ¨®mica y social e ilusi¨®n y regresi¨®n pol¨ªticas. La expectativa de vida sigue en descenso, la inversi¨®n en infraestructuras, investigaci¨®n y educaci¨®n se encuentra atrofiada, la econom¨ªa es apenas capaz de competir en el ¨¢mbito internacional, y se est¨¢ profundizando la brecha social entre ricos y pobres.
En lo econ¨®mico, Rusia se ha convertido en un exportador de materias primas, dependiente de los imponderables del mercado energ¨¦tico mundial, al tiempo que sue?a poder usar la energ¨ªa como herramienta para reestructurar el orden post-sovi¨¦tico en su vecindario.
En gran medida, las ¨¦lites rusas siguen pensando en t¨¦rminos de las categor¨ªas de poder de los siglos XIX y XX, lo que constituye el elemento ilusorio e hist¨®ricamente regresivo de la actual pol¨ªtica rusa. Es comprensible y leg¨ªtimo el deseo de Rusia de reclamar su papel como actor global de peso, pero si apunta al pasado para encontrar su futuro y si cree que puede prescindir de las inversiones futuras en favor de un descarado enriquecimiento personal, no har¨¢ m¨¢s que seguir perdiendo terreno.
El 9 de noviembre de 1989 marc¨® no s¨®lo el fin de la era de la Guerra Fr¨ªa, sino tambi¨¦n el comienzo de una nueva ola de globalizaci¨®n. Los reales ganadores de este nuevo orden mundial son los grandes pa¨ªses emergentes, sobre todo China e India, que cada vez m¨¢s marcan el paso de desarrollo pol¨ªtico y econ¨®mico global.
El G-8 ha sido descartado por la historia como un club de naciones industriales occidentales y ha pasado a ocupar su lugar el G-20, que oculta la f¨®rmula subyacente de distribuci¨®n del poder dentro del nuevo orden mundial: el G-2 (China y Estados Unidos). Todos estos cambios reflejan una importante transferencia del poder desde Occidente a Oriente, desde Europa a Am¨¦rica y Asia, que es probable que dentro de las pr¨®ximas dos d¨¦cadas ponga fin a 400 a?os de eurocentrismo.
Las ¨²ltimas dos d¨¦cadas tambi¨¦n han sido testigos de un mundo que ha llegado a sus l¨ªmites ecol¨®gicos. Desde el 9 de noviembre de 1989, la mayor parte de la humanidad ha buscado alcanzar a cualquier coste est¨¢ndares de vida occidentales, sobreexigiendo el clima y los ecosistemas de nuestro planeta.
Los a?os desde la ca¨ªda del Muro de Berl¨ªn han estado llenos de cambios radicales, pero la verdadera ¨¦poca de agitaci¨®n est¨¢ por venir. El calentamiento global no es m¨¢s que la punta del iceberg hacia el que nos movemos a sabiendas y con los ojos abiertos. Lo importante hoy es que los Estados act¨²en de manera global y al un¨ªsono. Veinte a?os despu¨¦s de Berl¨ªn, Copenhague nos llama.
? Project Syndicate/Institute of Human Sciences, 2009.
Traducido del ingl¨¦s por David Mel¨¦ndez Tormen.
Joschka Fischer, del Partido Verde, fue ministro de Asuntos Exteriores y vicecanciller de Alemania.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.