Rutina sobre el IRA

En el preciso instante en que los responsables de una pel¨ªcula (guionista, director y productor) deciden ambientar una intriga criminal en el Belfast de finales de los ochenta y principios de los noventa, colocar como protagonistas a miembros del IRA, y basar la historia en personajes reales, se est¨¢ firmando un contrato t¨¢cito con el cine pol¨ªtico. Lo dem¨¢s son zarandajas de mercachifle. Kari Scogland, directora canadiense de curr¨ªculo tan amplio como poco solvente, ha escrito y realizado 50 hombres muertos como si estuviera hablando de una vulgar banda de barrio y le ha quedado un thriller rutinario, sin la menor trascendencia hist¨®rica, cinematogr¨¢fica, pol¨ªtica ni humana. Y, sin embargo, est¨¢ inspirado en las andanzas de Martin McGarland, infiltrado en la banda irlandesa al servicio del espionaje brit¨¢nico durante a?os.

Igual Scogland piensa que la p¨¢tina del IRA le da a su pel¨ªcula cierta grandeza y que lo que le interesaba de verdad eran los conflictos internos de los personajes, m¨¢s all¨¢ de la situaci¨®n general en la que se enmarca. Banalidades disfrazadas de discurso art¨ªstico. Su pel¨ªcula en ning¨²n momento intenta desentra?ar qu¨¦ lleva a un joven del lumpen a convertirse en agente doble; ni se entiende por qu¨¦ desde los primeros momentos los miembros de la banda comparten con ¨¦l informaci¨®n confidencial; ni por qu¨¦ uno de sus jefazos lo acoge como a un hijo cuando ¨¦ste no parece tener virtud alguna para ello.

En los cr¨¦ditos iniciales, se avisa de que se han inventado personajes, se han unido historias, y no se ha sido escrupulosamente fiel a los hechos. Sin embargo, tras el ¨²ltimo plano, en los cr¨¦ditos finales, se da cuenta de forma pormenorizada del porvenir de los protagonistas y de la relevancia de sus acciones. ?Con qu¨¦ nos quedamos entonces? 50 hombres muertos es un thriller del mont¨®n, con personajes lineales y reacciones inveros¨ªmiles, al que se pretende dar cierta apariencia a fuerza de planos en contrapicado, montaje nervioso, banda sonora guitarrera y la inquietante presencia de sir Ben Kingsley. Pero el cine pol¨ªtico es otra cosa: se adentra en las decisiones de car¨¢cter ideol¨®gico, desentra?a los objetivos y aspira a retratar al grupo.