Los artistas no son gente distinta a los dem¨¢s
Me aburren profundamente los numerosos t¨®picos y malentendidos que se generan en torno a la figura del artista, y en concreto de los escritores, que es lo que me ata?e m¨¢s de cerca. Por un lado se supone que el escritor es un ser distinto y especial, una persona iluminada y sabia siempre acariciada por el aleteo fulgurante de las Musas. Esta idea rid¨ªculamente sublime del creador es el origen de muchas decepciones, como cuando un buen novelista resulta ser en persona un miserable (ocurre) o cuando se les pide a los literatos opiniones sobre cualquier cosa cual si fueran el or¨¢culo de Delfos, y al abrir la boca dichos literatos empiezan a soltar mentecateces, porque nadie puede ser un experto al mismo tiempo en econom¨ªa, sindicalismo agrario, rock progresivo, apicultura e incursiones b¨¦licas, por poner un ejemplo.
"Escribir es una forma de ser, una manera de vivir, un oficio que se pule y se aprende"
Otro lugar com¨²n ampliamente extendido dicta que el artista ha de ser desgraciado hasta las cachas y que no puedes escribir nada medianamente bueno si no est¨¢s sufriendo como un perro. De hecho se suele mencionar una dicotom¨ªa totalmente falsa entre la vida y la obra, como si escoger la escritura fuera renunciar a vivir y meterse en un destino de anacoreta, cuando en realidad es justo al contrario, en realidad escribir es vivir, y hablo de una vida de primera calidad. Una buena vida, una actividad por lo general gratificante, incluso si eres un mal novelista.
Porque esa es otra de las confusiones: la gente piensa que s¨®lo los buenos escritores son escritores, pero no es as¨ª, de la misma manera que tambi¨¦n son abogados los malos abogados. Quiero decir que escribir es una forma de ser, una manera de vivir, pero tambi¨¦n un oficio que se pule y se aprende y se desarrolla. Ser novelista, especialmente, es un trabajo modesto y fabril, una actividad tenaz de picapedrero. Las Musas no existen y la inspiraci¨®n es un fogonazo del inconsciente que se suele conseguir con mucho esfuerzo. Como dec¨ªa Picasso, que la inspiraci¨®n te pille trabajando. Y tambi¨¦n dec¨ªa (Picasso fue una mina de citas c¨¦lebres): "El arte es un 1% de inspiraci¨®n y un 99% de perspiraci¨®n". Aunque creo que esta ¨²ltima frase era originalmente de Edison y se refer¨ªa a la invenci¨®n. Los artistas, en fin, d¨¦jenme decir una obviedad, no son gente distinta a los dem¨¢s.
Pero si por un lado existen todos estos t¨®picos rutilantes sobre los creadores, luego resulta que en la realidad a los autores se les trata como una basurilla. Como bufones de la sociedad, esclavos sin sueldo para el placer del p¨²blico. Realmente no me explico c¨®mo al personal le cuesta tant¨ªsimo entender que los derechos de autor son una cuesti¨®n de justicia elemental. La gente, cuando habla de cultura, se suele llenar la boca de grandes palabras, y al hacerlo habitualmente confunde el derecho al acceso a la cultura, con el que todos estamos de acuerdo, con la idea de cultura gratis, un concepto vidrioso que siempre acaban pagando los autores. Qu¨¦ curioso que, en este mundo en el que todo se mide por lo econ¨®mico, resulte tan dif¨ªcil entender que las actividades creativas son un trabajo que tambi¨¦n debe pagarse. A veces pienso que se fomenta esa idea rid¨ªcula del creador como ser especial justamente para despojarle de sus derechos laborales. Como si el sucio dinero manchara las n¨ªveas vestiduras de las Musas. Pero no nos parece que el dinero pervierta la vocaci¨®n hipocr¨¢tica de los m¨¦dicos, por ejemplo (comprendemos que cobren). Y adem¨¢s, ya hemos dicho que las Musas no existen.
Resulta que el 3,5% del PIB espa?ol viene de actividades relacionadas con la propiedad intelectual. Y de eso, el 1,21% procede del sector del libro. Quiero decir que es algo que mueve much¨ªsimo dinero. ?Y van a ser los primeros generadores de todo ese caudal quienes queden esquilmados? Cuando algunos piden la gratuidad de los contenidos culturales, ?por qu¨¦ ni se les ocurre exigir que sean gratis los bienes y servicios que te permiten llegar a esos contenidos? Es decir: queremos que la novela que nos descargamos no cueste ni un duro, pero pagamos religiosamente nuestros ordenadores, o la hora de enganche en un cibercaf¨¦. Las nuevas tecnolog¨ªas posibilitan el acceso a los textos de muchas maneras: por el escaneo, con las fotocopias... Es simplemente elemental, un evidente derecho del autor, que se regule ese acceso, que se estipule un precio, unas licencias, una forma de respetar la propiedad intelectual. De la misma manera que se respeta cualquier otro trabajo. El derecho al acceso a la cultura nunca puede ser ejercido cabalgando en los ri?ones de los autores (normalmente magros, dicho sea de paso). Como es natural, los artistas quieren poder vivir de su oficio. Ya est¨¢ dicho que son gente como los dem¨¢s. Tambi¨¦n en eso.
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