Delincuentes
Muestran la subasta que han hecho de los bienes materiales de Bernard Madoff (los tangibles, cosa exquisita aunque liviana, no las previsibles monta?as de dinero que habr¨¢ acumulado despu¨¦s de una esforzada existencia dedicada al latrocinio sofisticado, a robar a los ricos en provecho propio, sin la menor vocaci¨®n revolucionaria) y descubres su consecuente pasi¨®n por el lujo, su sibar¨ªtico paladar, su l¨²cida convicci¨®n de que el exceso de pasta sirve fundamentalmente para rodearte de cosas hermosas. Y entiendes que este fulano tan listo y tan c¨ªnico ocupe un lugar de honor en la historia universal de la infamia, que sea carne de gran cine norteamericano sobre canallas con clase.
Paso de la fascinaci¨®n por el ladr¨®n for¨¢neo al sonrojo en la racial pantalla de Telecinco ante Juli¨¢n Mu?oz, un golfo inequ¨ªvocamente patrio, el antiguo asistente de aquel Capone populista que logr¨® sucederle democr¨¢ticamente en la alcald¨ªa de esa cloaca de oro llamada Marbella.
No puedo imaginarme a este delincuente invirtiendo su bot¨ªn en el placer de disfrutar de un Modigliani en su dormitorio, contratar a Barenboim para un concierto privado, acariciando primeras ediciones de los cl¨¢sicos. Aunque sus robos le hubieran convertido en Craso, s¨®lo puedes asociarlo con una pel¨ªcula de Ozores, bailando Que viva Espa?a, Un beso en el puerto y La minifalda, regentando un burdel de carretera, presidiendo procesiones, trapicheando con coches de segunda mano y as¨ª. La concienciada defensa de la reinserci¨®n social que caracteriza a la sensible, l¨²dica y humanista Telecinco le ha ofrecido generosamente una segunda oportunidad al convicto y ¨¦l se gana el duro sustento revel¨¢ndonos enigmas que no se le hubieran ocurrido a Einstein, como: "Esto es rotundamente verdad y rigurosamente cierto", "pongo toda la carne en el asador para ser honesto", "las personas las considero personas", "le dije a Isabel Pantoja que se me estaba pasando el arroz, que el filete ya ol¨ªa a podrido", etc¨¦tera. Deduzco en funci¨®n del infalible share y de la sabidur¨ªa mercantil de Telecinco que el apasionante discurso de este hombre es la demanda m¨¢s ansiada por los infinitos espectadores. No consuela sentir verg¨¹enza ajena.
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