Agassi mata al drag¨®n
El ex jugador, que pide "compasi¨®n" por haberse dopado, admite que odia el tenis
Todo empez¨® con un drag¨®n, The dragon, que lo llamaba Andre Agassi, ex n¨²mero uno del mundo, dopado confeso y protegido por la ATP, que ocult¨® su positivo. El ex tenista ha convertido la promoci¨®n de Open, su autobiograf¨ªa, por la que ya ha ganado tres millones de euros, en un tour de autoflagelamiento y ajuste de cuentas con los rivales, las drogas, el tenis y, sobre todo, con su padre. Este es el resumen. Agassi le presenta a su progenitor, un inmigrante iran¨ª obsesionado con hacer de ¨¦l una estrella, al padre de Steffi Graff, su mujer, otra campeona. Juntos encienden el drag¨®n, una m¨¢quina lanzapelotas modificada para ser ultrarr¨¢pida, el monstruo de sus pesadillas de ni?o. Agassi pega. El se?or Graff le aparta y le quita la raqueta: "Siempre te falt¨® este golpe", dice mientras hace el famoso rev¨¦s cortado de su hija. "Y mi padre", recuerda Agassi, "l¨ªvido. '?Ese cortado es una mierda!', dice". Los dos padres empiezan a discutir "acaloradamente". Se quitan las camisetas. Uno insulta en alem¨¢n. Otro en asirio. Se pegan. Es un combate de boxeo. Es la vida de Agassi, que se da al tequila para olvidar la pelea: hoy es ex tenista, pero sigue siendo un hijo atormentado.
"Me han estafado", dice Bruguera, que perdi¨® el oro en Atlanta contra ¨¦l
Iba con peluca y renunci¨® a jugar con Becker: le tiraba besos a su esposa
"No he le¨ªdo el libro ni planeo hacerlo", corta en conversaci¨®n telef¨®nica con este diario Ivan Lendl, resumen del rechazo que ha generado la biograf¨ªa entre los tenistas. Al checo s¨®lo le interesa una confesi¨®n de la vida de Agassi, la figura de su padre, pops, el mismo que consideraba el colegio un robo a las horas de entrenamiento, ¨¦se que negociaba en el coche camino de la escuela para que se fumara clases a cambio de m¨¢s horas de raqueta: "Jugu¨¦ al tenis como medio de vida, aunque lo odio, lo odio con una pasi¨®n secreta y oscura y siempre lo he hecho". Lendl, que tiene tres hijas que se dedican al golf, s¨ª tiene algo que decir sobre la delgada l¨ªnea que separa a los padres que apoyan a sus hijos de los que les presionan para convertirles en estrellas, como el de Agassi y tantos otros. "Es muy dif¨ªcil saber d¨®nde est¨¢ el l¨ªmite. Es importante que el padre sepa cu¨¢ndo dar un paso al lado y dejar al entrenador que trabaje, cu¨¢ndo ayudar al hijo y cu¨¢ndo dejarle aprender por s¨ª mismo, equivocarse".
Agassi, que jug¨® con peluca, llora ahora como aquel ni?o, esta vez ante las c¨¢maras, y pide "compasi¨®n". "Quiz¨¢s una persona que ha tomado una droga para divertirse no necesita ser condenada, quiz¨¢s le vendr¨ªa bien algo de ayuda. Yo ten¨ªa un problema y quiz¨¢s hay muchos deportistas que han dado positivo por esas drogas que tambi¨¦n lo tienen". La mayor¨ªa de los deportistas, sin embargo, no est¨¢ hoy a su lado. Caben en tres categor¨ªas: los que le insultan - "es est¨²pido", dice Marat Safin-; los que le critican - "le hace da?o al tenis", dijo Boris Becker, que tambi¨¦n sale en el libro: como durante los partidos le tiraba besitos a Brooke Shields, la primera mujer de Agassi, este perdi¨® aposta una semifinal del Abierto de Australia por no jugar con ¨¦l la final-; y los que le sufren, m¨¢s modestos.
Xavier Malisse y Yanina Wickmayer han sido sancionados un a?o por no estar en tres ocasiones donde previamente les hab¨ªan dicho que estar¨ªan a los inspectores antidopaje. Pocas veces se han visto penas tan severas en el tenis sin mediar un positivo. Los belgas hicieron trampas y tuvieron la mala suerte de ser juzgados al poco de que Agassi anunciara que la ATP hab¨ªa ocultado su dopaje. El tenis ten¨ªa que lavar su imagen. No han sido los ¨²nicos damnificados. Sergi Bruguera perdi¨® la final de los Juegos de Atlanta 1996 contra Agassi: "Me siento estafado. Creo que me han robado", cierra.
Algo peor le pas¨® a Agassi en 2006, en su ¨²ltimo Abierto de Estados Unidos. Un hombre se le acerca. "Ret¨ªrate", le dice. "?C¨®mo?", contesta. "Y es mi padre, o un fantasma de ¨¦l, porque parece que no haya dormido en semanas. 'D¨¦jalo. Vete a casa. Se ha acabado', me dice". "S¨ª", reflexiona entonces Agassi, "lo veo en sus ojos. El tambi¨¦n odia el tenis".
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