Patriarca Pavle, jefe de la Iglesia ortodoxa serbia

El patriarca Pavle, cabeza de la Iglesia ortodoxa desde la ruptura de la antigua Yugoslavia en los noventa, falleci¨® ayer a los 95 a?os en Belgrado. Llevaba dos a?os ingresado en un hospital aquejado de varias enfermedades y achaques de la edad.

Gojko Stojcevic, su nombre real, naci¨® en 1914 en Kucanci (un pueblo del entonces Imperio Austroh¨²ngaro) e inici¨® sus votos religiosos en 1946 adoptando el nombre de Pavle. Tras servir como di¨¢cono en varios monasterios, se march¨® dos a?os como estudiante de posgrado a la Facultad de Teolog¨ªa Ortodoxa de Atenas. A su regreso de Grecia en 1957 fue nombrado obispo de Kosovo, cargo que ocup¨® tres d¨¦cadas hasta ser elegido patriarca de la Iglesia ortodoxa. Unos a?os en los que escribi¨® abiertamente sobre las penurias de la minor¨ªa serbia en la regi¨®n. Quiz¨¢ por eso, en 1989 fue golpeado por j¨®venes albaneses, un ataque por el que se pas¨® tres meses hospitalizado.

Su elecci¨®n como jefe de la Iglesia ortodoxa fue en 1990, justo cuando aumentaban las tensiones religiosas en la antigua Yugoslavia que contribuyeron a la separaci¨®n violenta del pa¨ªs. Sus cr¨ªticos dicen que no contuvo a los obispos y sacerdotes que instigaron el nacionalismo serbio contra croatas cat¨®licos y bosnios musulmanes y que bendijo p¨²blicamente a los militares que cometieron cr¨ªmenes de guerra en Bosnia y Croacia. Es conocida la foto en la que Radovan Karadzic le besa la mano.

Un apoyo, o un silencio c¨®mplice, que Pavle neg¨®. "No es cierto que la Iglesia haya apoyado al r¨¦gimen. [...] Hemos hecho todo lo posible para evitar esta tragedia; otra cosa es que no se nos haya escuchado", dijo en una entrevista para este peri¨®dico en 1999. Una ¨¦poca en la que la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, con ¨¦l en cabeza, apoy¨® a la oposici¨®n y exigi¨® la dimisi¨®n de Milosevic.

"Existen personas que por el solo hecho de su existencia unifican a todo un pueblo", dijo ayer el presidente de Serbia tras conocer el fallecimiento del ¨²nico de los obispos ortodoxos que se neg¨® a tener un coche oficial, una muestra de esa humildad por la que muchos le llamaban "el santo que camina".