Obama en Asia
La larga gira, con China como eje central, revela los cruciales intereses de EE UU en la regi¨®n
Barack Obama ha abandonado Jap¨®n tras acordar con su nuevo primer ministro, Yukio Hatoyama, la revisi¨®n de una estrecha alianza de 50 a?os que el nuevo Gobierno de Tokio juzga excesivamente dependiente de Washington. Las relaciones entre los dos pa¨ªses han ido enfri¨¢ndose en los ¨²ltimos tiempos, en buena medida por el inacabable contencioso sobre la masiva presencia militar estadounidense en Okinawa.
Pero Jap¨®n, aunque socio menos id¨ªlico que en el pasado, no es el problema de la superpotencia en Asia. Si Obama ha emprendido su primer viaje asi¨¢tico de nueve d¨ªas es porque asume la necesidad de reacomodar las relaciones de EE UU y afianzar mucho m¨¢s su compromiso con una vasta zona -que no es s¨®lo China o India- en la que se mueven algunos de sus intereses vitales, los econ¨®micos entre ellos. El centro de gravedad internacional, que en los a?os noventa domin¨® absolutamente Occidente, se desplaza irremisiblemente hacia Asia.
El ¨¦nfasis de la Casa Blanca tiene reflejo en las nuevas relaciones con los pa¨ªses del sureste asi¨¢tico agrupados en la ASEAN, tradicionalmente ninguneados por George W. Bush y con los que la secretaria de Estado Clinton firm¨® en julio un tratado de amistad y cooperaci¨®n. En la reuni¨®n que tuvo Obama en Singapur con los dirigentes de esta regi¨®n din¨¢mica y heterog¨¦nea de casi 600 millones de habitantes y cuyo PIB se ha m¨¢s que duplicado entre 2004 y 2008 -engrasado en parte por las incesantes inversiones chinas-, exigi¨® al primer ministro birmano Thein Sein la puesta en libertad de la l¨ªder de la oposici¨®n, Aung San Suu Kyi.
China, adonde lleg¨® ayer, es el momento definitorio de la gira. Nada global, ya sea la proliferaci¨®n nuclear, la crisis econ¨®mica o el cambio clim¨¢tico -la cumbre de Copenhague ha sido, de hecho, dinamitada por China y EE UU-, y poco regional (Corea del Norte incluida) puede ser ya manejado desde la Casa Blanca sin una asociaci¨®n estrat¨¦gica con Pek¨ªn, cuyo Gobierno comunista es el primer banquero de Estados Unidos. Las relaciones Washington-Pek¨ªn van a perfilar el mundo venidero, y con su inusual estancia de tres d¨ªas Obama reconoce as¨ª una realidad palmaria.
La desmesurada potencia china, que el a?o entrante sustituir¨¢ a Jap¨®n como segunda econom¨ªa mundial, se manifiesta simult¨¢neamente en todos los ¨¢mbitos y tiene, sin embargo, lecturas m¨¢s inquietantes en el corto plazo para los vecinos del gigante planetario. Casi todos consideran que la Casa Blanca est¨¢ dejando excesivamente las manos libres a Pek¨ªn y buscan, por tanto, un mayor compromiso estadounidense que equilibre el abrumador dominio chino. Lo ha dicho el ex primer ministro de Singapur y sant¨®n regional, Lee Kuan Yew, al se?alar que EE UU, aunque mantiene un papel militar preponderante, tiene que afianzar m¨¢s su control del Pac¨ªfico si quiere seguir conservando su condici¨®n de superpotencia indiscutida. Obama tiene la respu-7d9502120a92
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