Mal momento de Sarkozy
Nicolas Sarkozy ha cruzado el ecuador de su mandato con una mayor¨ªa de franceses contrarios a su gesti¨®n. Los sondeos no son decisivos a efectos electorales, pero s¨ª ponen de manifiesto que el fren¨¦tico presidencialismo de Sarkozy despierta a estas alturas menos confianza que frustraci¨®n. Como otros dirigentes europeos, ha comenzado a sufrir el desgaste de la crisis econ¨®mica, pero es su forma de ejercer el liderazgo lo que parece condenarlo a serios altibajos de popularidad.
Con Sarkozy en la presidencia, el Gobierno ha dejado de existir desde el punto de vista pol¨ªtico. El primer ministro es una figura simb¨®lica y, salvo excepciones, los restantes miembros del Gabinete carecen de perfil diferenciado. El propio Sarkozy parece haberlo querido as¨ª al decidir gran parte de los nombramientos en funci¨®n de la imagen que transmiten o del da?o que puede hacer a los socialistas como partido rival. La otra cara de la moneda es que el presidente de la Rep¨²blica asume la entera responsabilidad por la marcha pol¨ªtica y econ¨®mica del pa¨ªs.
Al malestar por la crisis se han sumado algunos esc¨¢ndalos que le tocaban de cerca. La candidatura de uno de sus hijos a la direcci¨®n de un gran consorcio p¨²blico ha arrojado sombras de nepotismo sobre el presidente. Y el turismo sexual de su ministro de Cultura, el socialista Fr¨¦d¨¦ric Mitterrand, ha mostrado los l¨ªmites de la estrategia de cooptaci¨®n entre los rivales para formar parte del Gobierno. Sarkozy combate el deterioro de su credibilidad impulsando una carrera que imponga nuevos e imprevistos debates a los franceses. La propuesta de reflexionar sobre la identidad nacional obedece a este prop¨®sito, al margen de que forme parte de la particular obsesi¨®n del presidente por disputarle banderas a la ultraderecha. Pero, a fuerza de ir por delante de unas preocupaciones ciudadanas que, muchas veces, ¨¦l mismo induce, Sarkozy corre el riesgo de ir qued¨¢ndose cada vez m¨¢s solo.
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